LLÁMALO X


Es un proyecto que nace de la voluntad de acercar a los alumnos de ESO algunos textos literarios reconocidos como clásicos del canon occidental de una manera más cercana y agradable para cada uno de los alumnos. 

Metodología: elección del tema  o el tópico que los alumnos quieren trabajar mediante la lectura, como por ejemplo: el amor, el desengaño, la falsedad, la muerte, la felicidad, el dinero, la honra o tempus fugit, carpe diem, ubi sunt, aurea mediocritas...

Lectura y aprendizaje del texto. Expresar corporal y musicalmente el texto para ser finalmente mostrado a las familias y a todas las personas que estén interesadas en valorar el trabajo realizado por los alumnos durante un período de tiempo. 

Se pueden ver algunas fotografías en el siguiente enlace: 


Los heraldos negros

PENSAMIENTO 

Este es el título del primer libro (1918) de Vallejo y también el primero de los poemas de este libro. Estos versos parecen una premonición del cúmulo de desgracias que se cernían sobre la vida del poeta. Su destino estaba así marcado desde un principio. La incertidumbre expresada por ese “Yo no sé” también le acompañaría siempre.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre… Pobre… ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!

 

EL ESTUDIANTE DE SALAMANCA 

Y luego el estrépito crece [1470] 
Confuso y mezclado en un són, 
Que ronco en las bóvedas hondas 
Tronando furioso zumbó; 
Y un eco que agudo parece 
Del ángel del juicio la voz, [1475] 
En tiple, punzante alarido 
Medroso y sonoro se alzó; 
Sintió, removidas las tumbas, 
Crujir a sus pies con fragor, 

Chocar en las piedras los cráneos [1480] 
Con rabia y ahinco feroz, 
Romper intentando la losa, 
Y huir de su eterna mansión, 
Los muertos, de súbito oyendo 
El alto mandato de Dios. [1485] 

Y de pronto en horrendo estampido 
Desquiciarse la estancia sintió, 
Y al tremendo tartáreo ruido 
Cien espectros alzarse miró: 

De sus ojos los huecos fijaron [1490] 
Y sus dedos enjutos en él; 
Y después entre sí se miraron, 
Y a mostrarle tornaron después; 

Y, enlazadas las manos siniestras, 
Con dudoso, espantado ademán [1495] 
Contemplando, y, tendidas sus diestras, 
Con asombro al osado mortal, 

Se acercaron despacio, y la seca 
Calavera, mostrando temor, 
Con inmóvil, irónica mueca [1500] 
Inclinaron, formando en redor. 

Y entonces la visión del blanco velo 
Al fiero Montemar tendió una mano, 
Y era su tacto de crispante hielo, 
Y resistirlo audaz intentó en vano: [1505] 

Galvánica, crüel, nerviosa y fría, 
Histérica y horrible sensación, 
Toda la sangre coagulada envía 
Agolpada y helada al corazón.... 

Y a su despecho y maldiciendo al cielo, [1510] 
De ella apartó su mano Montemar, 
Y temerario alzándola a su velo, 
Tirando de él la descubrió la faz. 

_¡Es su esposo!!_ los ecos retumbaron, 
_¡La esposa al fin que su consorte halló!!_ [1515] 
Los espectros con júbilo gritaron: 
_¡Es el esposo de su eterno amor!!_ 

Y ella entonces gritó: _¡Mi esposo!!_ ¡Y era 
(¡Desengaño fatal! ¡triste verdad!) 
Una sórdida, horrible calavera, [1520] 
La blanca dama del gallardo andar!... 

Luego un caballero de espuela dorada, 
Airoso, aunque el rostro con mortal color, 
Traspasado el pecho de fiera estocada, 
Aun brotando sangre de su corazón, [1525] 

Se acerca y le dice, su diestra tendida, 
Que impávido estrecha también Montemar: 
«--Al fin, la palabra, que disteis, cumplida, 
Doña Elvira, vedla, vuestra esposa es ya; 

«Mi muerte os perdono.--Por cierto, Don Diego, [1530] 
Repuso Don Félix tranquilo a su vez, 
Me alegro de veros con tanto sosiego, 
Que a fe no esperaba volveros a ver. 

«En cuanto a ese espectro que decís mi esposa, 
Raro casamiento venísme a ofrecer: [1535] 
Su faz no es por cierto ni amable ni hermosa; 
Mas no se os figure que os quiera ofender. 

José de Espronceda

 

Resumen de El estudiante de Salamanca

 
La obra está dividida en cuatro (4) partes

Primera parte: comienza con una descripción de Salamanca y de Don Félix de Montemar (éste será la representación de don Juan). Don Félix enamora a doña Elvira, le quita su honra, se cansa de ella y la deja. Desde el primer acto don Félix desafía a Dios; parece no creer que exista un infierno.

Segunda parte: Doña Elvira le escribe una carta a su amado don Félix, al terminar la carta muere por tanta pena y dolor.

Tercera parte: Don Félix está jugando a las cartas, está perdiendo el juego y apuesta el retrato de pedrería. Don Félix no muestra importancia alguna por la dama que en está en el retrato, de hecho dice que la vende: “Eso a vos no importa nada./ ¿Queréis la dama? Os la vendo” (El estudiante de Salamanca. Pág. 83). Momento en el cual aparece don Diego de Pastrana hermano de Elvira y desafía a duelo a don Félix para vengar la muerte de su hermana.

Cuarta parte: Don Diego muere a manos de don Félix. Vuelve aparecer la imagen de Jesús, pero don Félix no muestra temor. Poco después de la muerte de don Diego aparece una mujer vestida de blanco y don Félix le ofrece su compañía, éste intenta hablar con la mujer, pero la misma no le responde, entonces decide seguirla para saber quien era esa hermosa mujer y hacia adonde se dirigía. Don Félix se enfrenta a Dios, momento en el cual se le quita su rebeldía. Para sorpresa de don Félix la mujer lo guía hasta el cementerio, pero su curiosidad era tan grande que continuó persiguiéndola. Esta mujer lo ha llevado hasta una capilla en la cual don Félix contempla su propio entierro rodeado de esqueletos. Los esqueletos danzaban y decían que eran marido y mujer, que ya podía quitarle el velo a la novia, y cuando éste lo hace se queda pasmado al ver que era doña Elvira, “…aquella noche el diablo a Salamanca/ había en fin por Montemar venido!” (El estudiante de Salamanca, Pág. 125).
Editorial  Cátedra, 2008
Don Juan de 1926 
El muy publicitado estreno mudo de John Barrymore y Mary Astor

ACTUACIÓN CONJUNTA DE ESO

https://www.youtube.com/watch?v=O5rbn0jSaJM

 

Canción de invierno y de verano

 

Cuando es invierno en el mar del Norte
es verano en Valparaíso.
Los barcos hacen sonar sus sirenas al entrar en el
puerto de Bremen con jirones de niebla y de hielo
en sus cabos,
mientras los balandros soleados arrastran por la superficie del Pacífico Sur
bellas bañistas.

Eso sucede en el mismo tiempo,
pero jamás en el mismo día.

Porque cuando es de día en el mar del Norte
—brumas y sombras absorbiendo restos
de sucia luz—
es de noche en Valparaíso
-rutilantes estrellas lanzando agudos dardos
a las olas dormidas.

Cómo dudar que nos quisimos,
que me seguía tu pensamiento
y mi voz te buscaba -detrás,
muy cerca, iba mi boca.
Nos quisimos, es cierto, y yo sé cuánto:
primaveras, veranos, soles, lunas.

Pero jamás en el mismo día.