RENACIMIENTO Y BARROCO

 

El marco histórico

La época que denominamos Siglos de Oro abarca aproximadamente desde finales del reinado de los Reyes Católicos (en la transición del siglo XV al XVI) hasta la muerte del último de los Austrias, Carlos II (1700). Como es sabido, en estos dos siglos España alcanza su máximo esplendor político y territorial. El descubrimiento de América el año 1492, los enlaces matrimoniales con los Austrias y la breve anexión de Portugal añadieron a los reinos de Castilla y Aragón un inmenso imperio que se fue desmembrando progresivamente desde el último cuarto del siglo XVI. Con todo, aún en el siglo XVII, España seguía siendo una gran potencia, aunque en franca decadencia.

Fue éste un período en el que España se vio envuelta en continuas guerras, cuyos gastos, a pesar de la plata procedente de Indias, afectaron profundamente a la economía. Sirva como ejemplo las quiebras del tesoro del Estado en tiempos de Carlos V, que se vio obligado a acudir a los préstamos de los grandes banqueros europeos. De ahí que algún historiador haya denominado a la época paradójicamente “Siglo de Hierro”.

En el aspecto cultural, y en especial en el literario, no hay duda en considerar los siglos XVI y XVII como el período más importante de la historia de España. En todos los géneros literarios surgieron durante estos siglos autores y obras que marcan hitos en la tradición. La literatura española, desde La Celestina (1499) a Calderón de la Barca 81600-1681), abrió nuevos caminos y su influencia es extraordinaria. Los textos más importantes se tradujeron a todas las lenguas cultas incluido el latín, como es el caso de La Celestina, La Diana de Gaspar Gil Polo o el Guzmán de Alfarache.

Los problemas religiosos

En 1492 los Reyes Católicos, además de financiar los viajes de Colón, estimularon la composición de la Gramática castellana de Nebrija, tomaron Granada y promulgaron dos decretos muy controvertidos: la constitución del tribunal de la Inquisición y la expulsión de los judíos. La Inquisición ya existía en Europa desde tiempo atrás, pero dependía de Roma, mientras que la actual tenía jurisdicción y poderes propios. La expulsión de los judíos estaba estrechamente ligada al decreto anterior o, mejor, al revés. La historia de la expulsión es muy compleja, pero lo cierto es que fue muy perjudicial para la economía y para la intelectualidad, dadas las habituales funciones mercantiles o intelectuales de los judíos españoles que llevaban siglos en la Península.

 

2.1 La expulsión de los judíos

Los judíos que no se quisieron convertir, que fueron numerosos, se expatriaron a Portugal, al norte de África y a numerosas ciudades europeas, en especial a Ferrara y sobre todo a Salónica. Esta comunidad de exiliados sigue manteniendo sus tradiciones y su lengua, el sefardí o castellano hablado antes del exilio. Los que se quedaron en Portugal fueron denominados “marranos” y tuvieron enorme importancia económica durante el gobierno del conde duque de Olivares en el reinado de Felipe IV.

Buena parte de los que se convirtieron eran o agnósticos o mantenían en secreto su religión. En general, siguieron manteniendo sus costumbres, como cambiarse de ropa interior los sábados o no comer cerdo, lo que les provocó bastantes denuncias y numerosas alusiones jocosas en la literatura de la época. Se les denominaba conversos. Algunos fueron muy famosos y respetados, como López de Villalobos, médico de Carlos V, y el propio Fernando el Católico siguió manteniendo a su lado a un número notable de consejeros y administradores de esta procedencia.

Los descendientes de los conversos eran los cristianos nuevos. Fueron muy numerosos. En las ciudades, sobre todo, pocas familias carecían de antecedentes judíos o conversos. Bastantes escritores eran cristianos nuevos: Luis Vives, Santa Teresa de Jesús, Fray Luis de León…Los tres son ejemplos de la sinceridad religiosa de estos descendientes de conversos. No debió ser fácil para muchos de ellos alcanzar ciertos puestos sociales o incluso poder entrar en determinadas órdenes religiosas, pues en bastantes cargos se exigían las pruebas de limpieza de sangre que se remontaban hasta la cuarta generación.

 

2.2 La expulsión de los moriscos

 

El caso de los moriscos fue distinto del de los judíos. Eran grupos más estancos que éstos, dedicados a la agricultura, y rara vez se casaban con los cristianos. Tras la toma de Granada se les permitió mantener su religión y sus costumbres, pero la intransigencia religiosa de los gobernantes condujo a numerosas revueltas, a la rebelión de las Alpujarras y, finalmente, a la expulsión, que tuvo lugar en 1608.

Esta relación entre las tres culturas de judíos, moros y cristianos desde la Edad Media es sin duda muy importante para el desarrollo de la llamada nacionalidad española, motivado en la historiografía crispadas polémicas sobre su repercusión en la literatura. El mayor defensor de la importancia trascendental de esta relación entre culturas ha sido don Américo Castro, que publicó en 1948 España en su historia, reeditada más tarde con el título de La realidad histórica de España, cuya tesis central es la gran influencia de la cultura oriental en la cristiana. Don Claudio Sánchez albornoz en España, enigma histórico (1956) defendió, en cambio, la importancia de la tradición germánica en la constitución de la Edad Media, y, en fin, Ottis H. Green en España y la tradición occidental (1963-1966) analiza los temas y motivos de la literatura española y la incluye, como su título indica, en la tradición occidental.



3. La Reforma. El erasmismo

 

Desde el siglo XV hubo en Europa un gran interés por la reforma de las órdenes religiosas y, sobre todo, por la pureza de las creencias. El motivo que, en general, unía a todos los reformistas era una vuelta al Evangelio o, lo que es lo mismo, a la imitación de la vida de Cristo. Se quería recuperar, por consiguiente, la religión primitiva y la palabra bíblica.

 

Uno de los autores más importantes por su gran talla intelectual y la difusión de su obra y pensamiento fue Erasmo de Rotterdam (1469?-1536). Probablemente no hay en Erasmo una idea que no se encuentre en tradiciones anteriores o en su propio tiempo, pero él les dio nueva vida. Su influencia fue extraordinaria. Sus obras tanto religiosas (el Enquiridión o Manual del caballero cristiano, el Novum instumentum, traducción latina de los Evangelios) como literarias (Elogio de la locura, Coloquios) o gramaticales (De copia verborum‘De la abundancia de palabras´ Adagia, que e una colección comentada de refranes clásicos, Apotegmas, amplio repertorio de hechos y dichos de los antiguos) fueron leídas por un amplísimo público y algunas de ellas en traducciones.

Las líneas centrales del pensamiento erasmiano, que coincide con otras correintes reformistas, son las siguientes:

Como la religión impregnaba toda la vida, en los textos literarios afloran por numerosos pasajes alusiones a todos estos temas anteriormente tratados. El Lazarillo, por ejemplo, es ininteligible fuera de este ambiente espiritual.

4. La lengua

Durante esta época, el español –en la Península se utilizaba el término castellano- fue adquiriendo tanto en la pronunciación como en el vocabulario gran parte de los rasgos actuales. Aunque la ortografía era bastante caótica en general, la imprenta sirvió para fijar la de las voces más comunes.

4.1 Fonética

La f-inicial etimológica, como en facer, fermosura, fijo, pasó a transcribirse como h-, aunque en algunas zonas se pronunciaba con la aspiración que se ha mantenido en el Mediodía, y que en el siglo XVI era normal en el habla toledana (el caso de Garcilaso, por ejemplo).

El fenómeno más interesante y complejo es el de las sibilantes. La pronunciación medieval que distinguía, aunque con numerosas excepciones, entre los sonidos sonoros y los sordos (transcritos con las grafías s/ss; z/ç, g-j/x) se alteró según las zonas. En el castellano se perdió la distinción entre sordas y sonoras, y a principios del siglo XVII ya abundaba la pronunciación actual de s, z y j, aunque se mantuvieron las grafías antiguas. En Andalucía se produjo seseo (confusión de s y z en s), como en el español de canarias y América, y ceceo (confusión de s y z en z). Los judíos sefardíes mantuvieron las correlaciones de sonoras y sordas, y así se identificaron la s y la z en s sonora, y la ss y la ç en s sorda.

La vacilación en el timbre de algunas vocales fue muy frecuente, alternando oscuro y escuro, teología y teulogía. También vacilaban algunos grupos cultos como efecto y efeto, y numerosas formas verbales como vio y vido, trajo y trujo.

 

4.2 Vocabulario

Con la nueva concepción de la lengua a partir del Renacimiento, que, en realidad, se ajustaba a las normas que establecía la retórica clásica, en especial Quintiliano, se desterraron determinados latinismos en la sintaxis-el verbo al final, por ejemplo- y en el vocabulario –numerosos latinismos introducidos por Juan de Mena-. Se eliminaron también aquellas voces o palabras consideradas arcaísmos –maguer, `aunque´, por ejemplo- y se tendió a la lengua hablada en la corte, en este caso la de Toledo. El latín y, en menor medida, el italiano fueron las fuentes más importantes de los neologismo. El superlativo en –ísimo es, por ejemplo, latinismo introducido a través del italiano. Los cultismos son muy numerosos, hasta el punto de que hoy nos parezcan normales voces que Quevedo criticaba ferozmente a Góngora como joven, presentir, fulgor, erigir, candor, construir, métrica, armonía, etc.

Ya Nebrija había compuesto en 1492 una Gramática castellana, al suponer que la lengua castellana había llegado a la perfección. Pensaba Nebrija que, como había ocurrido en los otros grandes imperios, llegaría un momento en que desaparecería, y así los futuros hablantes de otra lengua universal (la lengua es compañera del imperio) podrían reconstruirla. El castellano se convirtió en la lengua romance más importante que tenían que conocer las otras naciones. Surgieron numerosas gramáticas para enseñarlo y se compusieron excelentes diccionarios, como el Tesoro de la Lengua castellana o española de Sebastián de Covarrubias (16119. La gran altura a la que llegó el castellano coloquial y culto de la época se recoge en parte en el célebre Diccionario de Autoridades(1726-1739), base esencial de todos los diccionarios posteriores.

5. Siglo de Oro, Renacimiento y Barroco

En la actualidad es de uso normal dividir el Siglo de Oro –Siglos de Oro, Edad de Oro- en dos períodos históricos: Renacimiento y Barroco. Son términos útiles para la historia de la cultura, pero no siempre son admitidos por los historiadores como válidos para la periodización de la historia y muchos prefieren los de “Historias moderna” o Antiguo Régimen, que abarcan los siglos XVI, XVII y XVIII. Por razones didácticas alteraremos el orden y comenzaremos por el término renacimiento, seguido de Siglo de Oro y de Barroco. Se añadirá un nuevo término, de creación reciente: Manierismo.

5.1 Renacimiento

El término renacimiento, como nombre común, aparece con cierta frecuencia en los humanistas para referirse a su actitud crítica frente a la enseñanza escolástica, basada en general en las quaestiones del método dialéctico, a las que sólo podían acceder los muy expertos en lógica. Querían hacer renacer la antigüedad greco-latina, sus saberes y la forma de exponerlos. Ese intento de imitar a los antiguos en todos los aspectos de la existencia se conoció hasta el siglo XIV como renacimiento o restauración de la Antigüedad.

El término Renacimiento, como nombre propio, ya reconocido con la extensión semántica de período histórico, tanto en el aspecto literario y artístico como en el político o social, sólo se admite a mediados del siglo XIX y, más en concreto, con la publicación en 1860 de la célebre obra de Jacobo Burckhardt, La cultura del Renacimiento en Italia, que sitúa el período desde el siglo XIV hasta finales del siglo XVI.

No es fácil sintetizar las características de un período histórico como el renacentista, en el que conviven corrientes muy diversas y aun contradictorias. Señalaremos las más importantes.

En general se suele considerar un movimiento nacido en las ciudades-estado italianas que quisieron reconstruir repúblicas a la manera clásica, con una participación muy importante de los ciudadanos en el gobierno. Esto requería poseer una formación retórica y todo tipo de conocimientos que sólo se hallaban parcialmente presentes en la sociedad medieval y que, en cambio, sí podían encontrarse en la Antigüedad. En este sentido es fundamental el humanista, que, a través de un conocimiento muy preciso de la filología, puede reconstruir la palabra y el concepto de aquellos textos clásicos necesarios para este renacimiento.

Se volvió a los gramáticos y, sobre todo, a los autores clásicos. Se encontraron numerosos manuscritos, griegos y latinos, que permitían esa reconstrucción fiel a la palabra del autor. Y no sólo se redescubrió a Platón, Aristóteles o Cicerón, sino también a los antiguos médicos, arquitectos, juristas, naturalistas… El hallazgo de una moneda o de un epitafio podía dar nueva luz sobre el mundo pasado. Se descubrió así el sentido moderno de la historia.

Pero no todo consistía en el saber, sino también en el hacer, pues para eso eran ciudadanos que tenían que contribuir al bien común. Por este motivo fue tan importante la retórica como “arte de de bien hablar” para poder persuadir, y se insistió tanto en la pedagogía que, derivada de Quintiliano, se enfrentaba a los nuevos métodos, todavía vigentes, y atacaba la dura y difícil pedagogía medieval.

El ideal de un perfecto renacentista se describe a las mil maravillas en un célebre libro, El Cortesano (1528), de Baltasar de Castiglione, que fue traducido al castellano por Boscán con un excelente prólogo de Garcilaso. El perfecto cortesano tiene que reunir unas determinadas virtudes físicas, intelectuales y morales. Debe ser proporcionado de facciones y de cuerpo, ágil y fuerte a la vez, diestro en las armas y en la caballería; pero también hábil danzante, cantor y músico. Buen creador y crítico literario e ingenioso en la conversación. Buen amador: allí se exponen distintas teorías sobre el amor que culminan con la neoplatónica expuesta por Bembo, con la que se cierra la obra. La regla de oro que preside la obra es la naturalidad. El peor defecto en todos los aspectos citados es caer en la afectación por excesivo o por demasiado cuidado.

El conocimiento de la Antigüedad trajo consigo que al aplicar sus mismos métodos, se descubrieran sus errores. Se criticó a Aristóteles, a los médicos, a los naturalistas, etc. XVll como Y se creyó en la idea de progreso: los modernos superan a los antiguos. Ya estaba en algunos autores de la Edad Media, como Juan de Salisbury (siglo Xll), que llegaba a afirmar que los modernos “ enanos, si, pero en hombros de gigantes “, y por consiguiente veían más que estos. Se impuso un riguroso espíritu crítico que llevó a la ciencia moderna con Galileo o Bacon. El Brocense, célebre profesor de Salamanca, juró cuando era apenas un niño “ que no juraría en las palabras del maestro “.

En España el Renacimiento , es más tardío que en Italia, pero arraigó con fuerza desde Nebrija. El helenista Hernán Núñez; los humanistas Luis Vives –que vivió casi toda su vida fuera, por ser cristiano nuevo-, el Brocense, Antonio Agustín; el médico Andrés Laguna; el botánico Nicolás Monardes; el jurista Francisco de Vitoria, por citar nombres de fama universal en su tiempo, fueron una muestra de lo que presentó el Renacimiento en España en el aspecto intelectual.

SIGLO DE ORO

El término Siglo de Oro o Edad de Oro que habían utilizado los humanistas para referirse al tiempo de Augusto, se aplicó ya a mediados del siglo XVl para la periodización de las artes visuales y de la cultura en general en la historiografía Italiana. Este período áureo se situó en el pontificado de León X (1513-1521) con sus más eximios representantes: Leonardo, Rafael y Miguel Ángel. Para la historiografía francesa del siglo XVlll, por ejemplo Voltaire, su Grand siècle o Siècle d´Or correspondía al reinado de Luis XlV.

Para los neoclásicos españoles nuestro Siglo de Oro se refería exclusivamente al siglo XVl, pues consideraron el siglo XVII como un período de decadencia histórica y de mal gusto artístico y literario.

Los románticos revalorizaron la Edad Media y toda aquella literatura que reflejaba el “espíritu de la nación”, como el romancero, la picaresca o el teatro de Lope de Vega y Calderón. Para ellos, los escritores del siglo XVI eran poco nacionales y sin apenas originalidad, pues se limitaban a imitar a los clásicos o a los italianos. Los románticos liberales no podían admitir, además, que se denominara Siglo de Oro a una época en que se había desarrollado la Inquisición, la censura, el poder absolutista y las matanzas en Indias. En otras palabras: la leyenda negra.

A partir del mencionado libro de Burckhardt y la revalorización del Renacimiento, volvió a utilizarse el término Siglo de Oro para referirse al siglo XVI y también a la literatura del siglo XVII que había rescatado la estética romántica. Así podía prolongarse el Siglo de Oro hasta Calderón, aunque desechando parte de la literatura del siglo XVII, que era conocida despectivamente como barroca, sobre todo, la obra mayor de Góngora. Al ampliarse a casi doscientos años, el término siglo era confuso y comenzó a utilizarse Siglos de Oro o Edad de Oro. O bien se hizo una síntesis entre los neoclásicos y los románticos y se dividió el período en dos épocas: Renacimiento, desde La Celestina hasta Fray Luis de León, Siglo de Oro, desde Lope de Vega a Calderón.

5.3 Barroco

Al igual que sucedía con el término Renacimiento, que fue ampliando su campo hasta adquirir el de período histórico, el término barroco, creado por los enemigos de esta estética y que procedía del silogismo barroco –un disparate lógico-, al final del siglo XIX fue utilizado por los críticos de arte para distinguir el estilo de Botticelli, por ejemplo, del de Velázquez o Rembrandt. Dominaba en el primero la línea y la forma cerrada; en los segundos, la curva y la forma abierta. Tras la Primera Guerra Mundial (1914-1918), el término se extendió a la historia literaria, aplicando en principio estos mismos criterios a la estructura compositiva de las obras.

Reivindicada la estética barroca, celebrado el centenario de Góngora por la Generación de 27, ya en el decenio de 1940 a 1950 el término había ampliado su campo para cubrir el de la historia de la cultura, y en fechas más recientes el de un período histórico, complementario u opuesto al Renacimiento.

Más difícil es determinar los caracteres de este período que los del renacentista, con el que en muchos aspectos se limita a exagerarlos. En líneas generales podríamos decir que el rasgo esencial es el de una sociedad que desconfía de sí misma, muy preocupada por la política y la economía y por las normas sociales. Esto es, por el miedo de unos y deseo de otros de bajar o subir socialmente. Numerosos temas, como el desengaño, la vida como sueño o la gran atracción por la filosofía estoica revelan estas situaciones. Es al mismo tiempo una sociedad amante de las fiestas –el teatro sobre todo- y del lujo. El tema del honor es claro reflejado de esta escisión entre lo privado y lo público.

Si el rasgo esencial de la estética vital renacentista es la naturalidad, el del Barroco es el artificio, la afectación, la ocultación de la realidad para admirar, sorprender y, en definitiva, engañar. El discreto de Baltasar Gracián sería la obra que mejor refleja lo que pretendía ser el modelo barroco de comportamiento.

En literatura es muy perceptible el cambio estético entre el Renacimiento y el Barroco, porque se oponen en cuanto a concepción de la obra literaria y, sobre todo, en cuanto al lenguaje. Es la diferencia de Garcilaso a Góngora o del Lazarillo a El Criticón. Cambiaron, además, los modelos literarios clásicos, pues se prefiere a los escritores de la edad de Plata latina, como Séneca, Marcial, Tácito, Lucano, Plinio el Jov3een, a los de la Edad de Oro, como Cicerón, Virgilio y Horacio, que tanto admiraron los renacentistas. En cuanto a las ideas religiosas y filosóficas, podemos decir que fue en España un período de conservadurismo, secuelas del Concilio de Trento, y de cautela en la libertad de expresión.

5.4 Manierismo

En fechas más recientes, el término Manierismo, que se había utilizado desde antiguo en la historia del arte para definir a aquellos artistas que elaboraban sus obras “a la maniera de Miguel ángel”, ha pasado a la historia literaria. También, como en el caso de Barroco, aplicado inicialmente a las formas. Se caracterizarían las obras manieristas pro estar pensadas con una estructura muy elaborada, basada en la teoría literaria, y más o menos se situarían entre 1560 y 1600. Un ejemplo claro sería el de los sonetos correlativos de Góngora o Lope, de gran perfección compositiva. Aunque todavía la situación es confusa, todo parece indicar que el término acabará por aplicarse a toda la cultura de estos años y terminará también convirtiéndose en un período histórico entre el Renacimiento y el Barroco.

Tras este breve recorrido por la historia de estos términos tan cambiantes en la historiografía, podemos concluir que lo más didáctico es utilizar Siglo de Oro, Siglos de Oro o Edad de Oro para referirnos a un período temporal que barca desde finales del siglo XV a últimos del siglo XVII. A su vez, podría dividirse en dos subperíodos, Renacimiento y Barroco, que se corresponden más o menos con los siglos XVI y XVII, aunque conviene no enfrentar ambos períodos como dos categorías históricas contrapuestas pues son más los elementos que las unen que los que las separan. Por lo demás, piénsese que la estética barroca pervivió hasta más allá de la mitad del siglo XVIII y que la renacentista resurgió con la Ilustración.

6. El libro en el Siglo de Oro

La invención de la imprenta, como se ha indicado, supuso una revolución intelectual de consecuencias extraordinarias. Aunque la transmisión manuscrita siguió existiendo incluso hasta el siglo XIX y es muy normal en el Siglo de Oro, en particular en la lírica, con la difusión del texto impreso la lectura era más clara, más barata y alcazaba a un número amplísimo de lectores de distintas condiciones sociales. Piénsese que, en apenas medio siglo de su existencia, se habían publicado ya la casi totalidad de los clásicos, los padres de la iglesia y numerosísimos autores medievales. Sólo un ejemplo: en el siglo XVI se imprimieron más de 300.000 ejemplares de libros de caballerías. Las tiradas de una edición oscilaban entre 1.000 y 2.000 ejemplares.

Los “incunables”- los libros impresos hasta 1500- imitaban la estructura de los manuscritos medievales y utilizaban la letra gótica o la romana de los humanistas, que e, con algunos cambios, la redonda actual. En 1501, uno de los más célebres editores. Aldo Manuzio, inventó la letra de las cancillerías, la letra cursiva, conocida como “aldina”.

El proceso de composición del libro antiguo es bien conocido y hoy puede observarse en Amberes en el Museo Plantin-Mureto, dedicado a dos célebres familias de humanistas y los impresores de los siglos XVI y XVII. Don Quijote, buen bibliófilo –sus libros estaban muy bien encuadernados-, se admira al ver por primera vez una imprenta de gran envergadura en Barcelona:

Sucedió, pues, que yendo por una calle alzó los ojos don Quijote, y vio escrito sobre una puerta con letras muy grandes: “Aquí se imprimen libros”; de los que se contentó mucho, porque hasta entonces no había visto imprenta alguna y deseaba saber cómo fuese. Entró dentro con todo su acompañamiento y vio tirar en una parte, corregir en otra, compone en ésta, enmendar en aquélla y, finalmente, toda aquella máquina que en las imprentas se muestra.

La censura

Los libros, manuscritos o impresos, siempre han sido perseguidos en todas las épocas por su capacidad natural de transmitir ideas o pasiones. El pánico al contagio de las ideas protestantes dio origen al decreto de 1558, que prohibía a los españoles cursar estudios en determinadas universidades europeas, y en 1559 al Índice de libros prohibidos, mandado confeccionar por el inquisidor general Fernando de Valdés. En esa lista se hallan, naturalmente, las obras de Lutero y otros reformistas, pero también las de Erasmo y las de algunos autores católicos como Fray Luis de Granada. Entre los libros peligrosos se incluye el Lazarillo.

A partir de entonces y hasta el siglo XX se suceden ininterrumpidamente estos índices, incluyendo nuevos autores y obras, por ejemplo, Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas. Los libros podían estar prohibidos en su totalidad o sólo en determinados pasajes, que debían expurgarse. Los poseedores de los libros los llevaban a un miembro de la Inquisición para que tachase aquellos pasajes peligrosos, que se indicaban, con página y línea, en los Índices. Comentaba Góngora en un soneto. “Me paso y me paseo con pocos/libros (con pocos libros libres, digo,/ de expurgaciones)”.

Para evitar la difusión de libros peligrosos, a partir de 1559 se decretó que el texto original se presentase a un censor, quien prohibía la obra o la autorizaba con o sin correcciones. El autor pedía el privilegio real para poder imprimir el libro durante cinco o diez años, que era lo habitual. Ya impresa la obra, salvo los preliminares, se enviaba a la aprobación para comprobar que coincidía con el original mandado previamente a la censura. Una vez compulsados ambos textos, se concedía la aprobación y se imprimían los preliminares, en los que figura la censura, la aprobación y el privilegio, y la tasa, con el precio del libro por pliegos impresos. Allí se añadían también, para completar el pliego, las dedicatorias y también, para completar el pliego, las dedicatorias y prólogos del autor y poemas laudatorios de los amigos. Se comprende que con este control tanto autores como libreros e impresores tuvieran buen cuidado en evitar cualquier tipo de contratiempo con la censura. Hay que decir, sin embargo, que numerosos escritores fueron censores de las obras de sus propios amigos.

7. La formación del autor

La preocupación renacentista por la enseñanza y la divulgación del saber para el mayor número de personas pudiera acceder a la vida pública con una preparación sólida de las materias y de la forma de exponerlas hizo que en el siglo VI se forjar un verdadero plan de estudios desde la enseñanza primaria.

En un célebre romance de Góngora se menciona esta enseñanza a los niños: “Hermana Marica,/mañana, que es fiesta,/no irás tú a la amiga/ni yo iré a la escuela”. La amiga era una escuela femenina donde una maestra enseñaba a las niñas las labores de la economía familiar. En la escuela los niños aprendían a leer y a escribir, y la doctrina cristiana. En general, los ayuntamientos de los pueblos procuraron mantener estas escuelas con maestros fijos o ambulantes, y a veces con los curas y sacristanes.

Los estudiantes más aprovechados y los más ricos pasaban de allí a las “escuelas de latinidad”. En éstas se cursaba una especie de bachillerato en el que se aprendía latín gramática y se leían determinados autores clásicos o modernos latinos. En el siglo XVI fueron muy numerosas y casi todos los pueblos y villas de más de cinco mil habitantes mantenían alguna, a veces contratando a notables humanistas. Estas escuelas pasaron, en general, a manos de los colegios de jesuitas que, desde mediados del siglo, controlaron esta enseñanza. El plan de estudios de la orden-su ratio studiorum-es fundamental para conocer la formación de los escritores de la época, pues fueron numerosísimos en todo el mundo los que asistieron a sus clases. Mencionaremos en España sólo a san Juan de la Cruz, Lope de Vega, Quevedo y, desde luego, Gracián, que fue, además, miembro y profesor de la orden.

La ratio studiorum fomentó el conocimiento de la literatura greco-latina y su imitación a través de los ejercicios de clase. También el uso de la retórica en todo tipo de discursos y, sobre todo, el teatro como uno de los instrumentos más útiles para la transmisión de la religión y la moral. En gran parte, el teatro del Siglo de Oro deriva de estos modelos escritos en latín, en latín y romance, o en romance, con entremeses y polimetría y con numerosos personajes, entre ellos niños, como correspondía a unos colegios en los que los padres y familiares acudían a estos encuentros. La Numancia de Cervantes, por ejemplo, se explica muy bien dentro de la tradición dramática del teatro de colegio.

Tras los estudios de latinidad, los estudiantes pasaban a la universidad, donde cursaban Artes. Se trataba de una formación general, en la tradición de los estudios humanísticos –gramática, dialéctica, retórica, autores de textos literarios y de todo tipo, clásicos y modernos- que les daban la base para pasar a especialidades como Teología, Medicina y Derecho. En el siglo XVII –aunque ya era tradición medieval- los estudiantes se encaminaron a los estudios, acudiendo a los colegios mayores, que inicialmente se habían creado para colegiales de otras extracciones sociales, como campesinos, por ejemplo. La alta nobleza estudiaba estrategia, economía y diplomacia en el Colegio de los Nobles.

La enseñanza universitaria decayó profundamente en el siglo XVII y el saber se refugió en las academias que se celebraban en casa de algún noble y en determinadas universidades como Valencia o Zaragoza, donde el saber era más experimental, sobre todo en medicina. En general, en este siglo la universidad se convirtió en un refugio de estudiantes con escasa o nula vocación, y se destruyó.

Los futuros escritores leían, veían y oían ejemplos de géneros literarios muy diversos. Partimos de la base de que en literatura la imitación de unos modelos es esencial. Hubo en la época numerosos autores que, con una formación muy deficiente, consiguieron con la imitación y, desde luego, con sus dotes naturales, una alta categoría en la escala literaria de su tiempo. Hay que decir, sin embargo, que los que habían adquirido una mejor formación, en una época en que el conocimiento del latín es esencial, alcanzaron cotas más altas en esa escala crítico-literaria. Cervantes, que a veces es considerado “ingenio lego”, fue, como Lope de Vega, un escritor con una excelente formación, a pesar de sus deficiencias. No eran humanistas en el sentido estricto, pero sí procedían directamente de su poso didáctico.

8. Las lecturas

Los estudiantes de latinidad y de Artes comenzaban elaborando ejercicios de redacción con los llamados Progimnasmataen griego, y en latín Praexercitamenta, esto es, los `primeros ejercicios´. Consistían, como se ha señalado antes, en múltiples elaboraciones de textos, ampliándolos o acortándolos, comenzando peor el principio, por el final o por el medio; aduciendo autoridades y argumentaciones, etc. Los ejercicios más frecuentes eran la narración de una fábula, de un hecho histórico, de un suceso particular de la propia vida o la de otros, etc. Se describían personas, ciudades, batallas, naufragios, alegrías y penalidades, vicios y virtudes. Se discutía sobre cuestiones conflictivas. ¿es preferible la ciudad al campo? ¿las armas a las letras?, o la famosa shakesperiana: ¿es preferible ser o no ser? Incluso se llegaba a hacer alabanzas paradójicas como discursos o poemas en loor de la zanahoria, la pulga o del puerco. Estos ejercicios, que enseñaban en la práctica el arte de persuadir o seducir, fueron el material literario en el que los escritores, además de sus modelos clásicos y modernos, aprendieron el oficio.

Este conocimiento práctico de la escritura artística, aprendido por todos en las clases de latinidad y en la universidad, hizo posible que los médicos, juristas, teólogos y demás especialistas pudieran adquirir la misma base literaria que los licenciados en artes Es, en fin, la época en que los estudiantes de cualquier materia reunían los requisitos mínimos para ser unos buenos e, incluso, unos excelentes escritores.

9. La condición social del escritor

Durante el siglo XVI abundaron, sobre todo en poesía lírica y épica, los soldados escritores que unían el querido model renacentista de las armas y las letras. Jorge Manrique y Garciladso, que, además, murieron jóvenes asaltando fortalezas, eran el paradigma. Gutierre de Cetina, Francisco de Aldana, Francisco de Figueroa, Hernando de Acuña, Alonso de Ercilla fueron soldados y, en su mayoría, capitanes.

Escritores como Cervantes y Calderón se ajustaban a ese arquetipo, pero la variedad sociológica de los literatos fue grande. Hubo músicos, como Encina o Silvestre; secretarios, como el conde Villamediana o el de Salinas, e incluso príncipes, como Esquilache. Y también escritores procedentes de todos los estamentos sociales, sobre todo de los estudiantes, de las órdenes religiosas –San Juan de la Cruz, Fray luis de León-, del bajo clero –Fernando de Herrera, Góngora-, En realidad, no se pueden trazar cortes sociológicos en el complejo terreno de la creación literaria, pues fueron muy famosos oscuros escritores provincianos como Feliciano de Silva, autor de varios libros de caballerías y de una continuación de La Celestina, y a su vez también lo fueron nobles como Quevedo, orfebres como Gil Vicente y oficiales como los dramaturgos Lope Rueda o Alonso de la Vega, batihoja (`aurífice´) el primero y calcetero el segundo. Algunos ciegos fueron famosos poetas en pliegos sueltos.

La vida cotidiana en la cárcel de Sevilla hacia 1600

Suelen algunas veces, a lo menos solían entonces (hacia 1590), que ya están los presos más domesticados, jugar a los ajusticiados, como que ensayándose en lo que habían de hacer con ellos después de veras, y haciendo los unos jueces, otros escribanos y los otros reos. Por otros o por otros delitos condenaban a uno a ahorcar y sacábanle de la “galera nueva” o “ vieja” o de la “cámara de hierro” en cabritos, o de otra manera, y paseábanle por los corredores y patios de la cárcel, con voz de pregonero que manifestaba su delito, y el alguacil y el escribano, ni más ni más, en hombros de otros presos, y llegaban con el condenado a uno de los rincones del patio o al mármol y hacían que lo echasen de los altos, y uno de ellos se ponía un bonete de clérigo y se metía la camisa y decía que era el padre León, que lo iba animando, y cuando diciéndoles aquellas cosas que tienen aprendidas de cuando los iban a ver ahorcar y diciéndoles el Credo, Jhesus, jhesus, y luego se remataba la tragedia con gritos de risa, que no había farsa ni juego que tanta risa causase, y luego le daban el parabién al ahorcado de que se hubiese librado de las manos de la justicia y de Ganzúa, el verdugo, que entonces era famoso, y del alguacil y de la justicia, que se llamaba Marco Caña, y temblaban dél.

Texto de P.Chaves

Las compañías de representantes

Mando el Consejo, según se explica, que no hubiese más de seis compañías de representantes, y que los autores de ellas fuesen nombrados por él, que no usasen de su oficio sin licencia particular para ello, y que trajesen en sus compañías personas de buenas costumbres, pero que por empeños creció luego el número de las compañías reales o de título, hasta doce, prohibiendo con grandes penas, que no anduviesen otras ningunas más por estos reinos, y que sin embargo había en su tiempo cuarenta compañías, en que andaban pocas menos de mil personas, no siendo necesarias en todo rigor doscientas y cincuenta para las dichas doce compañías, que eran las que bastaban para el beneficio de los hospitales de la Corte, y en todos estos reinos. “Suelen andar (añade) en las compañías no permitidas hombres delincuentes, y frailes, y clérigos fugitivos y apóstatas de sus hábitos, y con capa de ser representantes, y de andar siempre de unos lugares en otros, se libran y esconden de las justicias, viviendo con grandes desórdenes y escándalos; porque como el ejercicio es festivo y de entretenimiento, en cualquier lugar adonde llegan hallan en la gente moza valedores que los amparan, y obligan a la justicia a que disimulen sus libertades, siendo las mujeres que llevan consigo la capa con que se cubren y disimulan todos”.

Autor: Casiano Pellicer

Título: Tratado histórico sobre el origen y progresos de la comedia

ACTIVIDADES 

 

1. Compara este relato con la carta del tío de Pablos, verdugo de Segovia, en el Buscón.

2. Comenta el documento e indica su interés para la historia de la literatura y para la historia social.

Los españoles vistos desde fuera

(Los españoles) conocen el peligro, y lo evitan. Su mayor defecto, según mi opinión, es la pasión de vengarse y los medios que en ello emplean. Sus máximas sobre eso son absolutamente opuestas al cristianismo y al honor; cuando han recibido una afrenta, hacen asesinar a aquel que se la ha hecho, no se contentan con eso, porque hacen asesinar a aquellos a los que han ofendido, por la aprensión de verse prevenidos sabiendo bien que si no matan serán muertos. Pretende justificarse de ello cuando dicen que habiendo tomado su enemigo la primera ventaja, deben asegurarse de la segunda; que si dejasen de hacerlo perjudicarían su reputación, que no se bate uno con un hombre que os ha insultado, y que es necesario ponerse en situación de castigarlo sin correr el riesgo del peligro. Verdad es que la impunidad autoriza esa conducta, porque el privilegio de las iglesias y de los conventos de España sirve para ofrecer un retiro seguro a los criminales y hasta donde les es posible, cometen sus malas acciones cerca del santuario, para no tener apenas que andar camino hasta el altar, donde se ve a menudo a un malhechor que todavía empuña en la mano el puñal sangrando por el crimen que acaba de cometer.

Con respecto a su persona, son muy flacos, pequeños, de estrecha cintura, hermosa la cabeza, las facciones regulares, hermosos los ojos, los dientes bastante bien alineados, la tez pálida y morena. Suelen andar ligeros, tienen la pierna gruesa y el pie pequeño, que llevan calzado sin tacón, y no usan polvos: separan los cabellos con una raya al lado de la cabeza, y los llevan cortados por igual y recogidas detrás de las orejas, con un gran sombrero forrado de seda negra, una golilla más fea y más incómoda que una gola, un traje siempre negro, en lugar de camisa, mangas de seda o de tabí negro, una espada extrañamente larga, una capa de pañete negro por encima, calzas muy estrechas, mangas colgando y un puñal. En verdad que todo eso desluce a tal punto a un hombre, por muy bien formado que por otra parte sea, que parece que han procurado el traje menos agradable de todos, al que los ojos no pueden acostumbrarse.

Madame D’Aulnoy, Relación del viaje a España

La vida cotidiana en la Corte, a finales del s. XVII

Debo deciros, mi querida prima, que todos hacen vida retirada en esta Corte; y he aquí cómo viven en sus casas los particulares. Por la mañana, al levantarse, toman agua helada, e inmediatamente, el chocolate; cuando ha llegado la hora de la comida se sienta a la mesa el señor; su mujer y sus hijos, como ya os he dicho, comen en el suelo, cerca de la mesa; no es por respeto, según me han informado, sino porque la señora no sabría estar sentada en una silla, por no hallarse acostumbrada a ello, y hay ancianas españolas que no se han sentado en ellas jamás. La comida es ligera, porque comen poca carne; lo que más comen es pichones, gallináceas y su olla, que es excelente; pero al más encopetado no se le servirán nunca más de dos pichones y algún guisado malísimo, lleno de ajo y pimienta, y a continuación hinojo y un poco de fruta. Cuando han hecho esa pequeña comida, cada cual se desnuda en su casa y se echa a la cama sobre la que extienden pieles de tafilete bien finas para estar más fresco. A esa hora no encontráis un alma por las calles: las tiendas están cerradas, el comercio ha cesado y todo parece como muerto. A las dos en invierno y a las cuatro en verano, comienzan de nuevo a vestirse, comen confituras, toman chocolate o helados y cada cual se va donde lo juzga a propósito. En fin, se retiran a las once o media noche. Os hablo, por lo menos, de las gentes ordenadas. Entonces el marido y la mujer se acuestan, les llevan un gran mantel, que cubre toda la cama y cada uno se lo ata al cuello. Los enanos y las enanas sirven la cena, que es tan frugal como la comida, porque consiste en gallina guisada o algún pastel que quema la boca por la mucha pimienta que lleva. La señora bebe agua únicamente, el señor apenas bebe vino, y terminada la cena, cada cual duerme como puede.

Madame D’Aulnoy,

 

Crítica a la España altiva

Consideran a esta nación muy envarada y altiva, pero en el fondo no lo es tanto como lo parece: su traza, sin duda, en gaña, y cuando se la frecuenta no encuentran en ella tanta gloria como se imaginan y reconocen que es un vicio que le viene más bien de una falsa moral que de un temperamento insolente u orgulloso. Creen que es grandeza del alma al aparecer fanfarrona en sus gestos y en sus palabras: y el mal está en que, viajando muy poco, no tienen medio de depurarse de ese defecto, que les viene con la leche que maman y el sol que les alumbra.

Por otra parte, se encuentran tantos españoles ignorantes, que no creen que haya otras tierras más que las de España, ni otra ciudad más que Madrid, ni otro rey más que el suyo. Cuando hablo yo de españoles ignorantes, quiero hablar de esos buenos y puros castellanos que, no habiendo abandonado su hogar, no saben si Ámsterdam está en las Indias o en Europa. Más por ese puro castellano no quiero aludir al simple burgués y al pobre campesino. La nobleza y los grandes no salen apenas de Madrid. No van ni a la guerra, ni a los países extranjeros sino se les da encargos o si no los envían allí.

No se sabe aquí lo que son gacetas ni noticias impresas o escritas, y jamás me he sentido tan asombrado como al saber que esta nación, que creíamos tan refinada, que estimábamos tan imperiosa y que publicábamos poseer el secreto de la monarquía universal y de poner en los cepos a todo el resto de la cristiandad, tenga tan pocas personas que puedan pasar por grandes cabezas, entre las que el conde de Castrillo, virrey de Nápoles, no es la menor. Peñaranda y don Luis de Haro y otro, son los que gobiernan todo. El conde de Oñate es un gran talento; pero, sospechoso al favorito, lo tiene lo más alejado que puede de los asuntos públicos.

Los grandes de España no lo parecen más que de lejos. Los encuentro aquí muy pequeños, y creo que toda su ventaja consiste en poderse cubrir y sentarse en presencia del rey, no habiendo por lo demás República en la que se vea más igualdad que aquí. Un zapatero, apenas ha abandonado su horma y su lezna y se ha puesto su espada y su puñal al costado, apenas si alzará el sombrero a aquel para quien trabaja un momento antes en su tienda. No se puede hablar al más humilde del populacho sin Cuando un andrajoso pide la limosna, al negársela es preciso hacerle ex fórmula el cumplido de perdone vuestra merced, no tengo dineros, es decir, perdóneme, señor, si no tengo dinero o moneda.

A. Brünel, Viaje a España (1665)

 

ACTIVIDADES

 

 

 

LA POESÍA EN EL SIGLO XVI

GARCILASO DE LA VEGA

  1. Introducción del endecasílabo

Como sucede con otros géneros, las nuevas corrientes poéticas, de origen italiano o clásico, no triunfan plenamente hasta mediados del siglo XVI. Aunque el marqués de Santillana había compuesto una colección de sonetos “fechos al itálicomodo” con imitaciones de Petrarca, no tuvo continuadores. En 1526, en un ambiente más propicio, el barcelonés Juan Boscán comenzó la adaptación del endecasílabo italiano y sus combinaciones estróficas –tercetos, sonetos, octavas, canciones, etc. – a la poesía española. Y, caso insólito hasta sabemos casi el día en que inició ese trasvase de trascendencia extraordinaria. Lo relató él mismo en una carta a la duquesa de Soma, uno de los más importantes manifiestos poéticos y un documento precioso para la la recepción de un nuevo metro entre los oyentes castellanos habituados al octosílabo o al arte mayor:

Cuanto más que vino sobre habla. Porque estando un día en Granada con el Navagero, al cual por haber sido varón tan celebrado en nuestros días he querido aquí nombralle a vuestras señoría, tratando con él en cosas de ingenio y de letras y especialmente en las variedades de muchas lenguas, me dijo por qué no probaba en lengua castellana sonetos y otras artes de trovas usadas por los buenos autores de Italia. Y no solamente me lo dijo así livianamente, mas aun me rogó que lo hiciese. Partíme pocos días después para mi casa, y con la largueza y soledad del camino discurriendo por diversas cosas, fui a dar muchas veces con lo que el Navagero me había dicho. Y así comencé tentar este género de verso, en el cual al principio hallé alguna dificultad por ser muy artificioso y tener muchas particularidades diferentes del nuestro.

Pensaba Boscán que el octosílabo, propio de la “poesía castellana”, era el enemigo natural del endecasílabo. Pero se equivocó. Desde el primer momento ambos metros, con sus estrofas y géneros líricos y épicos, vivieron en perfecta armonía. Fue, además, el octosílabo el que más provecho sacó de la convivencia, porque rápidamente se apropio de los temas, los motivos y la lengua poética de la nueva poesía.

  1. Corrientes poéticas

Podría dividirse la poesía del siglo XVI en dos grandes cortes cronológicos:

  1. Desde el Cancionero General de 1511 hasta 1543 año en que se publican las obras de Boscán y Garcilaso.

  2. Desde 1543 hasta 1580 aproximadamente, cuando comienzan a escribir Lope de Vega y Góngora.

Estos cortes, como ocurre en toda división histórica, no matizan. La crítica ha seguido, habitualmente, la división por generaciones, que para el caso de la poesía es útil. Los grandes cambios, sin embargo, se deben a ciertos autores que crearon modelos dignos de imitación. Para la poesía italianizante, los modelos más importantes fueron Garcilaso de la Vega, Fernando de herrera y Fray Luis de León.

 

2.1 La poesía del primer período: cancioneros y romance

En este primer período la poesía sigue los temas, géneros y metros de la poesía de la segunda mitad del siglo XV. El tema central de la lírica es la característica amorosa del llamado “amor cortés”.

Las composiciones están escritas habitualmente en coplas reales, coplas castellanas y de pie quebrado. Como corresponde a una tradición musicada, los tipos más frecuentes presentan la estructura de la glosa, esto es, un estribillo, que puede constar de uno a seis versos, cuyo tema se desarrolla en una glosa de una o más coplas que se cierra con el último verso o con cada uno de los versos del estribillo. Los tipos más frecuentes son el mote, el villancico y la canción, que glosan respectivamente uno, tres y cuatro o cinco versos. También se glosaron romances en poemas compuestos por coplas cuyos dos últimos versos iban incluyendo los del romance.

Hubo numerosas antologías a lo largo de los siglos XVI y XVII que incluyeron, bajo el título de Cancionero, Silva, Floresta…este tipo de composiciones antiguas y modernas.

La antología más importante para la difusión de la poesía cancioneril fue el Cancionero General (Valencia, 1511), compilado por Hernando del Castillo. Se trata de una extensísima antología que recoge gran parte de la poesía del siglo XV y de principios del siglo XVI. Se reeditó, con adiciones y supresiones, hasta 1577. Gracias a ella y sus numerosos descendientes, la poesía octosilábica, vivió en perfecta simbiosis con el endecasílabo y los nuevos géneros.

El romancero se difunde, además de cantado, en pliegos sueltos. Consisten estos en un pliego o medio en que se imprimían uno o dos romances y solían incluir también alguna canción o villancico.

Hacia 1548, un impresor de la ciudad de Amberes, Martín Nucio, publicó una completísima colección de romances viejos y modernos, con el título de Cancionero de romances, tomados de pliegos sueltos, de manuscritos y de la tradición oral. Con ella se inicia una dilatada serie de antologías similares que culminan en el Romancero General(Madrid, 1600), que recoge ya el romancero nuevo, compuesto por Cervantes, Lope de Vega, Góngora y otros autores.

 

   2.2  La nueva métrica y sus géneros

La publicación de las obras de Boscán y algunas de Garcilaso de la Vega en 1543 es decisiva para la difusión de la nueva poesía. Se reeditaron numerosas veces y a partir de 1569 se imprimieron ya solo las obras de Garcilaso, con gran éxito hasta principios del siglo XVII.

Con las obras de ambos amigos se introducen los metros y con ellos, los géneros, temas y motivos de la poesía renacentista.

Las estrofas y composiciones nuevas son las siguientes:

  • El soneto, con rimas fijas en los cuartetos –ABBA: ABBA- y libres en los tercetos –CDC:CDC,CDE:CDE, etcétera-. Los temas más frecuentes son los amorosos, pero en la breve colección de Garcilaso está ya la totalidad de los géneros: el mitológico, el panegírico, el epitafio, el epistolar.

  • La canción petrarquista, que consta de varias estancias de endecasílabos y heptasílabos. El tema es el lamento amoroso. Avanzando el siglo, se introdujo la canción heroica, imitando las odas de Píndaro o los Salmos.

  • El terceto encadenado –ABA:BCB:CDC…- que se especializó en elegías y epístolas, familiares y morales, y en sátiras.

  • La octava real –ABABAB:CC-, que es la estrofa épica y descriptiva por excelencia. Casi todos los poemas épicos están compuestos en octavas reales. Sin embargo, cuando se utiliza aislada, sirve para epigrama, como el soneto. En series breves, viene a funcionar como la canción.

  • La lira, que combina endecasílabos y heptasílabos, por lo general de cinco versos, desempeñaba una función similar a la de la canción, pero su estructura intentaba imitar la oda horaciana. La introdujo Garcilaso en la oda a la flor de Gnido, la primera imitación de Horacio. El primer verso, “Si de mi baja lira”, dio nombre a la estrofa. Es la predilecta de Fray Luis de León y de San Juan de la Cruz.

 

2.3 Los temas y motivos

Las fuentes principales de temas y motivos proceden de tres grandes corrientes: el petrarquismo, la tradición clásica y el bucolismo.

Petrarquismo

El Canzionere de Petrarca, que relata la historia, muy literaria, de su amor por Laura, en vida y en muerte, transmitió a la poesía del Siglo de Oro la estructura del proceso amoroso, que por lo general incluía la muerte, bien real o bien ficticia, de la amada; la fina introspección del sentimiento amoroso; numeroso motivos (el encuentro, la visión de la amada, la descripción física, recuerdos de situaciones alegres o tristes, etc.); algunos tópicos como la oposición fuego-frío, que tanto puede referirse al propio amante, que siente amor y temor, como a la frialdad de la dama ante la ardiente pasión del enamorado; y, en fin, la métrica y l alengua poética.

Tradición clásica

La presencia de los temas, géneros y motivos de los autores clásicos es constante, ya sea directa o a través de los poetas italianos. Virgilio fue modelo para la épica (Eneida), bucólica (Églogas) y didácticas (Geórgicas); Horacio para la oda y la sátira; Ovidio para la fábula mitológica (Metamorfosis), la epístola y elegía amorosa (Heroidas).

Bucolismo

Lo pastoril fue uno de los temas más gratos a la literatura renacentista. El pastor representaba la Arcadia, el Siglo de Oro, un mundo pasado corrompido por las sucesivas edades. Virgilio fue el modelo literario esencial. En las Bucólicas o Églogas, poemas, habitualmente dialogados, bajo seudónimos pastoriles se encontraban personajes reales que exponían sus problemas sentimentales.

 

3. Garcilaso de la Vega

Garcilaso de la Vega es el ejemplo paradigmático del ideal del hombre renacentista: de buen linaje, virtuoso, exquisito cortesano, buen militar y, sobre todo, excelente poeta. Pocos han unido como él las armas y las letras.

De familia de caballeros y poetas –Santillana, Pérez de Guzmán-, Garcilaso nació en Toledo hacia 1501. Muy joven fu nombrado procurador de su ciudad en las Cortes de Santiago, y luchó a favor de Carlos V contra los comuneros. Participó en el sitio de Rodas en compañía de Boscán y del duque de Alba, grandes amigos. En 1525 se casó con doña Elena de Zúñiga y al año siguiente conoció a Isabel Freyre, dama de la corte portuguesa, que contrajo matrimonio con un administrador del rey y que murió de puerperio en 1533. Todo hace presumir que Isabel fue la dama a la que se refiere Garcilaso en sus versos. Por asistir a la boda secreta de un sobrino, el poeta, que finalizaba un viaje por Europa, fue desterrado en 1531 a una isla del Danubio y en 1532 a Nápoles. Tras unas estancias breves en Toledo y en Aviñón, donde visitó la tumba de Laura, la amada de Petrarca, fue herido mortalmente en Frejus, localidad cercana a Niza, donde murió en 1536.

Muy interesantes para conocer ciertos aspectos de la personalidad de Garcilaso son algunas cláusulas de su testamento, llevado a cabo en Barcelona en 1529, y donde figura como testigo, entre otros, Juan Boscán:

Entiérrenme en San Pedro Mártir, en la capilla de mis agüela, si muriere pasado la mar, déjenme donde me enterraron.

No conviden a nadie para mis honras ni haya sermón en ellas.

Yo creo que soy en cargo a una moza de su honestidad. Llámase Elvira, pienso que es natal de la Torre o del almendral, lugares de Extremadura. Torre o del Almendral, lugares de Extremadura. […] Envíen allá una persona honesta y de buena conciencia que sepa della si yo le soy en el cargo sobredicho; y si yo le fuere en él, denle diez mil maravedís. Y si fuere casada, téngase gran consideración en esta diligencia a lo que toca a su honra y a su peligro.

Como ya se ha indicado, su amigo íntimo Juan Boscán preparó la edición de las poesías de Garcilaso que vieron la luz en 1543, junto con las suyas con el título de Las obras de Boscán y algunas de Garcilaso de la Vega. La edición está dividida en cuatro libros: los tres primeros recogen las obras de Boscán y el cuarto las de Garcilaso.

Pocas veces se ha dado en las letras la historia de una amistad la sincera y permanente como la de ambos poetas. En las letras españolas sólo es comparable a la de Pedro Salinas y Jorge Gullén. El barcelonés Juan Boscán (Barcelona, hacia 1490-Perpiñán, 1543), buen humanista, ayo del duque de alba, era un excelente poeta de cancionero cuando, como también se ha señalado, comenzó a practicar el endecasílabo.

El petrarquismo en Boscán se inserta en una tradición autóctona de otro imitador del italiano: el valenciano Ausiàs March (siglo XV). De ahí el tono áspero del lamento amoroso y el ritmo del endecasílabo. Por eso, a partir de 1569 sólo se publica Garcilaso sin las obras de su amigo. A él se debe, sin embargo, la presencia de Ausiàs March en la poesía española, muy importante en Garcilaso y otros petrarquistas. Fue además Boscán uno de los mejores prosistas de su tiempo como puede observarse en su célebre traducción del El Cortesano, de Castiglione.

La obra de Garcilaso es breve, pero abe la práctica totalidad de los géneros, temas y lengua poética de la tradición posterior. Consta la edición, por este orden, de una cuarentena de sonetos –algunos se añadieron en ediciones posteriores-; cuatro canciones; la ya mencionada Oda a la flor de Gnido, que s suele denominar, mal, canción V; dos elegías; una epístola y tres églogas. Compuso, además, varias odas en latín y varias canciones octosilábicas.

La disposición de los textos en la edición de Garcilaso es una disposición genérica, con toda la probabilidad obra de Boscán, en la que se mezclan textos cronologías diversas. Por ejemplo,la elegía a la muerte de don Bernaldino de Toledo es quizá la última de sus composiciones. Se ha acudido, por lo general, a los dos ciclos amorosos –los poemas dedicados a Isabel Freyre, en vida y en muerte, y a un desconocido amor napolitano- para observar su trayectoria poética.

El amor –a la amada, a la naturaleza, a los amigos- es el tema constante de su lírica.

 

3.1. Sonetos y canciones

En los sonetos y las canciones se relata, como si de un breve cancionero se tratara, el proceso amoroso, en general, doloroso y áspero (“Por ásperos caminos soy llevado”), de un amor predestinado (“Yo no nací sino para quereros”), que provoca en el amante melancolía y enfermedad por no poder gozar del objeto amado (“si aquella amarillez…y mi flaqueza”).

En esta serie de poemas anteriores a 1533 –muerte de Isabel-, a pesar del influjo de Petrarca, por ejemplo en el enfrentamiento entre la razón y la pasión y bastantes motivos y versos, el tono se acerca más a la retórica amorosa cancioneril y, sobre todo, a Ausiàs march, a quien llega a traducir (“Amor, amor, un hábito vestí”). Donde mejor se observa la simbiosis Petrarca- March es en la Canción IV (“El aspereza de mis males quiero”) es en la Canción IV (“El aspereza de mis males quiero”)

En poemas posteriores, la sentimentalidad es más suave y melancólica. En la Canción III, “Danubio, río divino”, hay claros recuerdos del célebre salmo del desterrado (Super flumina Babylonis), y de Petrarca procede el descubrimiento de la naturaleza.

Los demás sonetos abren también caminos nuevos. Quizá el más fecudno es el de los temas mitológicos, con moralidad final aplicada al caso del poeta que se compara con los protagonistas de los mitos más conocidos: Leandro (“Pasando el mar Leandro el animoso”); Ícaro y Faetón (“Si para refrenar este deseo”); Apolo y Dafne (“A Dafne ya los brazos le crecían”).

 

 

3.2 Églogas

Aunque Juan del Encina es el primero en adaptar las Églogas de Virgilio, a Garcilaso se debe el trasplante del tono y de la lengua del original latino y de sus imitadores renacentistas, en particular Sannazaro. Garcilaso compuso tres églogas. Comenzaremos para el análisis de la Égloga segunda, la primera que escribió.

  • Égloga segunda. Es la más extensa. Se trata de una pieza polimétrica representable, conlas de Juan del Encina y seguidores, en la que se relatan los amores desgraciados de la pastora Camila y de Albanio –el duque de Alba o su hermano-, a quien consuelan Salicio y Nemoroso. La parte central, de notable extensión – casi ochocientos versos en total-, consiste en un panegírico de la casa de Alba. Y, cosas de la literatura, don Quijote (II, 58) se topó en medio de un bosque con unas doncellas, disfrazadas de pastoras, que iban a representar esta égloga de Garcilaso.

  • Égloga primera. Escrita en estancias, está dividida en dos partes, además de la dedicatoria al duque de Alba. En la primera, el pastor Salicio, con la dulce Galatea, que lo ha abandonado para contraer matrimonio con otro pastor. En la segunda, parte, el pastor Nemoroso revivirá en un melancólico planto la muerte de Elisa. Tanto Salicio como Nemoroso, que ya habían aparecido en la Égloga segunda, son desdoblamientos poéticos del autor. Y parece claro que, asimismo, Galatea y Elisa lo son de Isabel Freyre.

En esta égloga, un cancionero petrarquista en síntesis –en vida y en muerte de la amada-, aparece nítida la nueva sentimentalidad renacentista, suave, nostálgica, melancólica, muy alejada de las desmesuras pasionales de la poesía cancioneril y de Ausiàs March.

  • Égloga tercera. Se trata, en realidad, de un poema descriptivo, en octavas reales, en el que se narra cómo cuatro ninfas del Tajo se dirigen a un prado de la ribera, apacible y sombrío –un locus amoenus-, para tejer cuatro historias. Las tres primeras tejen en sus telas los mitos de Orfeo y Eurídice, Apolo y Dafne, y Venus y Adonis. La cuarta, Nise, “no quiso entretejer antigua historia”, sino un caso moderno el de la ninfa Elisa, a quien se figura tendida en el prado rodeada de las mismas cuatro ninfas protagonistas de la égloga. El poema se cierra con el canto de dos pastores, Alcino y Tirreno, que respectiva y alternamente –lo que se denomina canto amebeo-, manifiestan su alegría o tristeza por su situación amorosa.

La égloga es un magnífico ejercicio retórico que se conocía como écfrasis, y que consistía en la descripción de un objeto o escena como si se estuviera viendo, de acuerdo con la célebre comparación de Aristóteles y Horacio entre ambas artes: la poesía es como la pintura, pero imita con palabras. Con esta égloga abrió Garcilaso el poema descriptivo y el mitológico, uno de los géneros más apreciados en el Barroco.

 

3.3 Otros poemas

La Elegía a la muerte de don Bernaldino de Toledo, en tercetos, es una epístola consolatoria dirigida al hermano, el duque de Alba, teñida de filosofía neoestoica y de vitalismo. Los motivos religiosos del planto medieval sería imposible encontrar, como ejemplo de capacidad para sobreponerse al dolor, la reacción de Venus ante la muerte de Adonis.

 

El tierno pecho, en esta parte humano,

de Venus, ¿qué sintió, su Adonis viendo

de su sangre regar el verde llano?

Mas desque vido bien que, corrompiendo

con lágrimas sus ojos, no hacía

sino en su llanto estarse deshaciendo,

y que tornar llorando no podía

su caro y dulce amigo de la escura

y tenebrosa noche al claro día,

los ojos enjugó y la frente pura

mostró con algo más contentamiento,

dejando con el muerto la tristura.

Y luego, con gracioso movimiento

se fue su paso por el verde suelo,

con su guirnalda usada y ornamento;

Desordenaba con lascivo vuelo

el viento sus cabellos; con su vista

se alegraba la tierra, el mar y el cielo.

 

La Elegía a Boscán, compuesta también en tercetos, es una epístola es la que relata a su amigo el desasosiego en que se agita al no saber qué habrá ocurrido durante la ausencia de Nápoles, donde residía su amada:

Allí mi corazón tuvo su nido

un tiempo; mas no sé triste agora

o si estará ocupado o desparcido.

 

La Epístola a Boscán es una carta familiar, cotidiana, por lo que está compuesta en endecasílabo sueltos:

Entre muy grandes bienes que consigo

el amistad perfecta nos concede

es aqueste descuido suelto y puro.

En ella, tras exponer, siguiendo la Ética de Aristóteles, los bienes que produce la amistad, le cuenta con mucha gracia el viaje que ha llevado a cabo por Provenza:

 

¡Oh cuán corrido [avergonzado] estoy y arrepentido

de haberme alabado el tratamiento

del Camino de Francia y las posadas!

Corrido de que ya por mentiroso

Con razón me tendréis; arrepentido

de haber perdido el tiempo en alabaros

cosa tan digna ya de vituperio,

donde no hallaréis sino mentrias,

vinos acedos, camareras feas,

varletes [criados] codiciosos, malas postas,

gran paga, poco argén, largo camino.

La obra de Garcilaso, en conclusión, a pesar de su brevedad, es la génesis de casi toda la poesía posterior. Es sorprendente su capacidad para asimilar las más diversas tradiciones e innovar en ellas. Su gran mérito es que, sin tradición española, partiendo de modelos clásicos e italianos, crea una lengua poética desconocida hasta entonces. Aparte de las innovaciones en los temas y géneros, lo que más se apreció entonces y ahora es la armonía rítmica de sus versos y la capacidad de expresar en ella el contenido en unidad indisoluble.

 

 

 

  COMENTARIO DE TEXTO

 

     SONETO V

Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.

Cuando tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.

 

https://www.youtube.com/watch?v=MukQR6RBf1A

 

1. Resume qué es lo que Garcilaso pretende expresar en este poema.

2. ¿Qué quieren decir los versos 7 y 8?

3. ¿En cuántas partes puede dividirse el poema de acuerdo con el contenido?

4. ¿Qué tipo de composición métrica es este poema?

5. ¿Qué tipo de amor es el que se desprende del poema? ¿Es como el del amor cortés?

 

Soneto XIII

 

A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraba;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que el oro escurecían.

De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros, que aún bullendo estaban:
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.

Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol que con lágrimas regaba.

¡Oh miserable estado! ¡oh mal tamaño!
¡Que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón porque lloraba!

 

1. Explica el mito de Apolo y Dafne. Busca información, si es necesario. 

2. Analiza la rima y la métrica del poema.

3. Indica tres epítetos y una exclamación retórica

 

Las églogas

 

 Cerca del Tajo en soledad amena,
de verdes sauces hay una espesura
toda de hiedra revestida y llena,
que por el tronco va hasta el altura
y así la teje arriba y encadena
que el sol no halla paso a el verdura;
el agua baña el prado con sonido,
alegrando la hierba y el oído.

 

Con tanta mansedumbre el cristalino
Tajo en aquella parte caminaba
que pudieran los ojos el camino
determinar apenas que llevaba.
Peinando sus cabellos de oro fino,
una ninfa del agua do moraba
la cabeza sacó, y el prado ameno
vido de flores y de sombra lleno. 

 

 Movióla el sitio umbroso, el manso viento,
el suave olor de aquel florido suelo.
Las aves en el fresco apartamiento
vio descansar del trabajoso vuelo;
secaba entonces el terreno aliento
el sol, subido en la mitad del cielo;

en el silencio sólo se escuchaba
un susurro de abejas que sonaba.

 

Habiendo contemplado una gran pieza
atentamente aquel lugar sombrío,
somorgujó de nuevo su cabeza,
y al fondo se dejó calar del río;

a sus hermanas a contar empieza
del verde sitio el agradable frío,
y que vayan, les ruega y amonesta,
allí con su labor a estar la siesta. 

 

No perdió en esto mucho tiempo el ruego,
que las tres de ellas su labor tomaron
y en mirando de fuera, vieron luego
el prado, hacia el cual enderezaron;
el agua clara con lascivo juego
nadando dividieron y cortaron
hasta que el blanco pie tocó mojado,
saliendo de la arena, el verde prado.

 

Poniendo ya en lo enjuto las pisadas,
escurrieron del agua sus cabellos,
los cuales esparciendo, cubijadas
las hermosas espaldas fueron dellos,
luego sacando telas delicadas,
que en delgadeza competían con ellos,
en lo más escondido se metieron
y a su labor atentas se pusieron.

 

 

Las telas eran hechas y tejidas
del oro que el felice Tajo envía,
apurado después de bien cernidas
las menudas arenas do se cría:
y de las verdes hojas reducidas
en estambre sutil cual convenía
para seguir el delicado estilo
del oro, ya tirado en rico hilo. 

 

La delicada estambre era distinta
de los colores que antes le habían dado
con la fineza de la varia tinta
que se halla en las conchas del pescado;
tanto artificio muestra en lo que pinta
y teje cada Ninfa en su labrado
cuanto mostraron en sus tablas antes
el celebrado Apeles y Timantes.

 

1. Resume el contenido de este pasaje de la Égloga tercera de Garcilaso.

2. ¿En qué partes puede dividirse el texto?

3. ¿Qué es una ninfa? ¿Cómo lo describe el poeta?

4. ¿Por qué crees que Garcilaso utiliza "vido" en el verso 16 y "vio" en el verso 20?

5. ¿Qué tipo de estrofa es la del texto?

6. Garcilaso pretendía unir los contenidos a la expresión. ¿Crees que lo consigue? ¿Qué características estilísticas presenta?

 


Égloga II

 

SALICIO:

 

¡Cuán bienaventurado
aquél puede llamarse
que con la dulce soledad s’abraza,
y vive descuidado
y lejos d’empacharse
en lo que al alma impide y embaraza!
No ve la llena plaza
ni la soberbia puerta
de los grandes señores,
ni los aduladores
a quien la hambre del favor despierta;
no le será forzoso
rogar, fingir, temer y estar quejoso.

 

A la sombra holgando
d’un alto pino o robre
o d’alguna robusta y verde encina,
el ganado contando
de su manada pobre
que en la verde selva s’avecina,
plata cendrada y fina
y oro luciente y puro
bajo y vil le parece,
y tanto lo aborrece
que aun no piensa que dello está seguro,
y como está en su seso,
rehuye la cerviz del grave peso.

 

Convida a un dulce sueño
aquel manso rüido
del agua que la clara fuente envía,
y las aves sin dueño,
con canto no aprendido,
hinchen el aire de dulce armonía.
Háceles compañía,
a la sombra volando
y entre varios olores
gustando tiernas flores,
la solícita abeja susurrando;
los árboles, el viento

al sueño ayudan con su movimiento.

 

1. En este fragmento de la Égloga segunda de Garcilaso, el pastor Salicio utiliza por primera vez en la poesía española el tópico beatus ille ("dichoso aquel") de una oda de Horacio. ¿En qué consiste este tópico de acuerdo con este texto?

2. ¿En qué partes puede dividirse el texto?

3. ¿Qué tipo de estrofa utiliza el poeta?

4. Señala los recursos estilísticos del fragmento.

5. ¿Crees que el tópico del beatus ille tiene vigenc ia en la actualidad?Escribe una redacción sobre qué es preferible: la ciudad o el campo.

Fray Luis de León y San Juan de la Cruz

San Juan de la Cruz
San Juan de la Cruz

 

 

 

  1. El panorama poético

A partir de la publicación en 1543 de las obras de Boscán y Garcilaso, el panorama poético español se amplía sustancialmente y se enriquece al reunir y alternar la tradición castellana con la nueva poesía. No se trata sólo de poesía a la manera italiana. Garcilaso fue muy original e incorporó la tradición clásica, en especial Virgilio y Horacio, y creó una lengua poética que siguió viva hasta el Romanticismo.

Al ser el cultivo de la poesía una norma de cortesanía, los poetas crecían por todas partes y estratos sociales. Se cuenta que el conde Orgaz decía que “es necio el que no ha compuesto un poema, y loco el que ha compuesto más de uno”. Como sucede siempre 

en la tradición literaria, hubo multitud de poetas mediocres, pero también unos pocos notables que, si no cambiaron el curso de la poesía, al menos dieron un toque personal y modificaron ciertos aspectos. Entre estos últimos destacan Hurtado de Mendoza, Cetina, Acuña, Figueroa, Francisco de la Torre y, sobre todo

 

2. Fernando de Herrera

Fernando de Herrera (Sevilla, 1534-1597) apenas salíó de su Sevilla natal y, ordenado de menores, vivió modestamente de un beneficio eclesíástico. Tuvo una excelente formación humanista y dedicó su vida a la poesía y a su crítica. Fue, según el testimonio de sus contemporáneos, un poeta muy riguroso consigo mismo y con los demás. Hasta tal punto llegaba su escrúpulo de perfección, que mandó fundir tipos de imprenta inexistentes, como la i sin punto o con diéresis. En su tiempo fue considerado el mejor poeta después de Garcilaso.

En 1582 publicó una breve colección de poemas –Algunas obras-constituida por soneto, canciones elegías y églogas, impregnadas de petrarquismo, neoplatonismo y tradición clásica.

Fernando de Herrera expuso sus ideas estéticas muy interesantes, en un extenso comentario a las poesías de Garcilaso: las Anotaciones a Garcilaso de la Vega (1580).

Años más tarde, en edición póstuma (1619), su amigo el pintor Pacheco publicó una colección de versos suyos bastante más amplia. En ella, la lengua poética sufre notables cambios que, si por una parte lo acercan a Góngora (cultismos léxicos y sintácticos), por otra lo alejan (el uso de arcaísmos, como vos dijo por osdijo). Es probable que se trate de correcciones del propio Pacheco, que quería presentar a Herrera como un eslabón entre Garcilaso y Góngora.

 


 3. Fray Luis de León

 

Fray Luis de León nació en Belmonte (Cuenca) hacia 1527 y murió en Madrid en 1591. Pertenecía a una familia hidalga descendiente de judíos. En 1544 profesó como fraile agustino en Salamanca, en cuya universidad estudió Teología. Fue catedrático en Salamanca desde 1561 de varias materias de escolástica y moral, hasta que en 1579 consigue ganar la cátedra de Biblia, su máxima ilusión, opositando, precisamente, contra el hijo de Garcilaso, el dominico Domingo de Guzmán, uno de sus más feroces enemigos. De 1572 a 1576 estuvo preso por orden de la Inquisición en Valladolid, acusado por algunos de sus colegas de haber traducido en lengua vulgar el Cantar de los Cantares y de hacer comentarios en clase contra la Vulgata y a favor del texto hebreo de la Biblia ya mencionada y acabó siendo provincial de la orden en Castilla. Fue, además de teólogo y biblista de reconocida fama, un poeta y un prosista excelente.

 

  3.1 Obra poética

 

En vida de Fray Luis sólo se publicaron cinco traducciones de Horacio y de varios salmos. Las primeras fueron incluidas con anónimas en los comentarios que el Brocense hizo de las poesías de Garcilaso el año 1574. Se trataba de un valiente homenaje, pues Fray Luis se encontraba entonces preso en las cárceles inquisitoriales. Las segundas se incluyeron en De los nombres de Cristo (1583), gracias a la benevolencia del inquisidor general, amigo personal del poeta. La fama de estas publicaciones fue fundamental para

Poner de moda las traducciones e imitaciones de Horacio y de los salmos, su gran legado poético.

No parece que Fray Luis tuviera intención de imprimir su obra poética, pero sí quiso reunirla en forma manuscrita con una ordenación muy concreta y con un prólogo justificativo. Uno de estos manuscritos autorizados por el poeta paso a manos de Francisco de Quevedo, que llevó a cabo la primera edición de la poesía del agustino en 1631 en un volumen diminuto, que requiere del lector una vista más que excelente. Con esta edición Quevedo pretendía, además, lanzar un ataque estético contra los gongorinos.

El prólogo reviste un especial interés. Fray Luis se inventa un apócrifo, un personaje que vive en Salamanca desde hace muchos años, pero que apenas es conocido debido a su anhelo de vivir retirado, y que es el autor real de las poesías. Este poeta, que había querido vivir siempre en el anonimato, se decide, por fin, a dar la cara y reconocer la autoría de esos poemas para no perjudicar más a un amigo suyo, fraile, bajo cuyo nombre circulaban. Naturalmente este amigo fraile no es otro que Luis de León.

Fray Luis dividió su obra en poesía original, traducciones de clásicos y traducciones bíblicas. El orden, como hizo Boscán situando las obras de Garcilaso en último lugar, corresponde a la Biblia: lo mejor, el Nuevo Testamento, se halla en la parte final.

 

Poesía original

La mayor parte está constituida por odas. La oda es una composición de tema muy variado, estrofas cortas y número indefinido de versos, aunque no suele superar el centenar. Como ya se ha indicado, Garcilaso fue el primero en imitar la oda clásica horaciana en la Ode ad florem Gnidi, utilizando la lira como estrofa más apta para remedar las latinas. Fray Luis siguió el ejemplo de Garcilaso, aunque utilizó también estrofas aliradas de cuatro, seis y siete versos.

Los temas de las odas de Fray Luis son diversos aunque, por lo general, son los propios de la tradición estoica y neoplatónica, con toques pitagóricos. Exaltación de la virtud, dominio de las pasiones, contemplación de la armonía universal creada por un Dios músico o arquitecto. La colección se abre con una imitación de una de las más célebres odas de Horacio: Beatus ille. En ella, el poeta latino hacía un encendido elogio de la vida retirada, no la del pastor sino la del ciudadano que se refugiaba en su hortus amoenus, esto es, en las casas de campo, huyendo de la agitada vida de la ciudad. Fue tema muy grato a los renacentistas en la Égloga segunda. Esa primera oda de Fray Luis viene a ser una síntesis de un mundo poético y sus temas. Recordemos, además, que el poeta apócrifo que inventa en el prólogo es un amante de la vida retirada.

El grupo más interesante de odas es el que dirige a sus amigos salmantinos: Felipe Ruiz, Grial, Loarte, salinas, Portocarrereo. Los temas son los ya mencionados, propios del neoestoicismo y del neoplatonismo. Así, la contemplación de una noche estrellada (“Cuando contemplo el cielo, /de innumerables luces estrellado”) o las composiciones musicales del maestro Salinas (“El aire se serena/y viste de hermosura y luz no usada”) dan lugar a sendas odas sobre la armonía universal. Y el comienzo del curso escolar es motivo de una oda en defensa de las letras humanas (“Recoge ya en el seno”)

Otras odas poseen un marcado carácter épico, como son la Profecía del Tajo, donde el río anuncia fonéticamente la pérdida de España entregada por traición a los musulmanes, o la dedicada a Santiago, modelo de héroe cristiano, o a la Ascensión.

 

Traducciones de clásicos

La traducción era un ejercicio característico de la escuela. Se traducía del griego al latín y de ambos a la lengua vulgar. Fray Luis, muy interesado en la precisión lingüística y en el ritmo, cultivó la traducción como un riguroso ejercicio para crearse una lengua poética fuera de la común y, obtener un conocimiento más profundo de ambas lenguas para así trabajar mejor en la interpretación de la Biblia.

Tradujo varias odas de Horacio, su poeta predilecto, las Bucólicas y Geórgicas de Virgilio, y algunos fragmentos de autores griegos y latinos.

 

Traducciones bíblicas

Como en las guerras de religión los protestantes entraban en batalla cantando salmos en lengua vulgar, el concilio de Trento prohibió sus traducciones. En realidad, durante la primera mitad del siglo XVI no había habido apenas traducciones. Jorge de Montemayor, el célebre creador de la novela pastoril, había publicado un cancionero con algunas paráfrasis de los salmos, pero ya figura en el Índice de libros prohibidos de 1559.

A pesar de estas prohibiciones y del proceso inquisitorial que padeció por traducir el Cantar de los cantares, Fray Luis no cedió en su idea de difundir los textos bíblicos en lengua vulgar. Tradujo en verso numerosos salmos y algunos pasajes del Libro de Job. Para los salmos se sirvió habitualmente de estrofas aliradas que se adaptaban bien al ritmo de los versículos hebreos. Como en el caso de sus traducciones de Horacio, Fray luis siguió fielmente el original. Él fue quien introdujo este tipo de traducciones literales, muy superiores a las paráfrasis del período anterior.

 

 

 

  3.2 La obra en prosa

Fray Luis fue uno de los prosistas más admirados de su tiempo. Sus traducciones y comentarios bíblicos, Cantar de los cantares y la Exposición del libro de Job, permanecieron inéditos y no pudieron imprimir hasta finales del siglo XVIII. En vida publicó en castellano, sólo dos obras: De los nombres de Cristo y La perfecta casada, que se reeditaron numerosas veces hasta principios del siglo XVII.

Su traducción literal y comentario del Cantar de los cantares fue, como se ha dicho, causa de las denuncias a la Inquisición. Fray Luis compuso esta obra en lengua vulgar para que una monja, desconocedora del latín, tuviera acceso al importante texto poético de la Biblia, fundamental para el desarrollo de la mística.

La Biblia se había difundido en la versión original, hebrea y griega; en la traducción latina de San jerónimo, conocida como Vulgata, y en la traducción griega, denominada de los Setenta, por le número de traductores que participaron en ella. El Concilio de Trento dio como texto canónico el de San Jerónimo o Vulgata. Por otra parte, la exégesis bíblica partía de los cuatro sentidos con los que podía interpretarse el texto sagrado. Por ejemplo, el Cantar de los cantares, era, en el sentido literal, una égloga amorosa; en el histórico, las bodas entre Salomón y la reina de Saba, en el moral, la unión de Cristo (el Esposo) y la iglesia (la Esposa); en el alegórico, la unión del alma (la Esposa) con Dios (el Esposo).

Los hebraístas de Salamanca, como filólogos, se preocuparon sobre todo por el sentido literal, dado que una mala edición de un pasaje o palabra podía modificar las otras interpretaciones. Por ejemplo, en hebreo, es similar la palabra cuerno y halo de luz. Es bien conocida la escultura de Miguel Ángel en la que aparece Moisés, representado con dos cuernos, como traducía la Vulgata y no con halo luminoso como hubiera sido preferible.

Fray Luis aplicó el método filológico a su traducción literal del Cantar y Job, lo que le obligaba a discrepar con bastante frecuencia de la traducción de San Jerónimo. Por otra parte, el Cantar es un libro de subido erotismo, muy sensual, con unas descripciones del cuerpo femenino muy alejadas de la sensibilidad occidental. Baste como ejemplo el principio de la obra, que en la traducción de Fray Luis reza así:

 

ESPOSA:

 

Béseme de besos de su boca;

porque buenos tus amores más que el vino.

 

Por explicar estas cosas en clase, los hebraístas de Salamanca padecieron prisión durante varios años en las cárceles inquisitoriales, y alguno murió en ellas. En la Exposición del libro de Job, Fray Luis, que se identifica con las penalidades que tuvo que sufrir el protagonista del libro bíblico, sigue el mismo método filológico y añade, además, la traducción en verso.

De los nombres de cristo es un tratado teológico muy complejo sobre los distintos nombres que da la Biblia a Cristo: Pastor, Faz de Dios, camino, monte…, hasta un total de nueve. Fray Luis pretendió hacer llegar a un amplio público una obra teológica en lengua vulgar. Para dar un carácter más ameno al texto, lo escribió en forma de diálogo entre tres personajes: Marcelo, Sabino y Juliano, que, tras acabar el curso, se retiran en el día de San Juan a una huerta –La flecha- que tenían los agustinos en las afueras de Salamanca, y uno de ellos, Marcelo, les va a leer, con las consabidas interrupciones de los otros, unos papeles que han compuesto sobre Los nombres de Cristo. Se trata de un libro admirable en la prosa y en el contenido. Como ocurrió con las exégesis bíblicas, sus enemigos le reprocharon que trasmitiera en lengua vulgar un tipo de saber que, en principio, estaba destinado a los especialistas. Fray Luis respondió con vehemencia en los prólogos, tanto en materia teológica –una cristología apasionada- como en el estilo.

La perfecta casada es un libro que se inscribe en la literatura de la época sobre el matrimonio. Se trata de un comentario moral a unos proverbios de Salomón sobre las mujeres casadas y sus virtudes. Fue literatura muy frecuente entre los humanistas, comenzando por Erasmo y Luis Vives.

 

Aunque en vida se publicaron algunas obras latinas como comentarios a algún profeta (Abdías) y a algún salmo, la mayoría de sus discusiones escolásticas en latín, interesantísimas, permanecieron inéditas hasta este siglo, a pesar de su extensión, ya que suponen más del quíntuple de su obra en vulgar.

Es Fray Luis, en conclusión, un magnífico humanista cristiano. El fundador de la orden San Agustín (siglo IV), que había sido profesor de retórica y lector admirable de los clásicos, dejó esa huella indeleble entre sus seguidores. Pertenece Fray Luis a esa tradición, que él quiso mantener en verso y prosa, imitando a Horacio y a Virgilio y comentando los grandes libros poéticos sagrados. Creó, tras las huellas de Garcilaso y, en parte de Herrera, una lengua poética nueva, culta y refinada, cercana a Garcilaso, pero también a Horacio, de quien toma múltiples recursos y cultismos. De Cicerón deriva su prosa, rítmica y bimembre, que produce los mejores frutos en Cervantes.

 

  4. San Juan de la Cruz

 

Juan de Yepes (1542-1592), el futuro San Juan de la Cruz, era de muy humilde extracción social. Nació en Fontiveros (Ávila) y quedó huérfano de padre a los nueve años. Se educó con los niños de la Doctrina Cristiana y más tarde con los jesuitas en Medina del Campo. Ingresó en la orden de los carmelitas en 1563 y estudió Filosofía y Teología en Salamanca. En 1568, al conocer a Santa Teresa de Jesús, decide pasarse a los reformistas carmelitas –los descalzos- que propugnan una vuelta a los orígenes eremíticos. En Ávila, cuando era director espiritual de los conventos lo detienen los calzados y pasa varios meses, entre 1577 y 1578, en la prisión conventual de Toledo, de donde, tras una fuga llena de aventuras, pasa a Andalucía. Fue rector en Baeza, en 1579 y prior en Granada, desde 1582 y en Segovia en 1591. Allí murió al año siguiente, sin que se realizara su deseo de trasladarse a Méjico.

San Juan es poeta que puede explicarse bastante bien dentro de su contexto poético. No hay más que acudir a Garcilaso, a Fray Luis y a Cantar de los Cantares. Y, sin embargo, es un poeta raro y extraño a las tradiciones por su difícil contenido: la mística.

En el cristianismo y en otras religiones se parte del principio de que, si el alma es creacion de Dios, se puede conseguir la unión con la divinidad antes de la muerte. Los procedimientos para alcanzar este estado de unión es un don gratuito de Dios y, por consiguiente, puede acceder a él cualquier persona. Por lo general, sin embargo, se requiere un proceso de depuración espiritual lento y difícil. Ese proceso es la ascética, y consisteen buscar un estado de perfección espiritual a través de una serie de ejercicios.

San Juan de la Cruz, que sintetiza la mayoría de las distintas corrientes místicas y ascéticas, parte de una concepción aristotélico-tomista del ser humano. Existen tres ánimas o almas: vegetativa, sentsitiva e intelectiva. La vegetativa se encarga de la conservación y generación; la sensitiva, en un nivel superior, hace actuar a los cinco sentidos y, por tanto, las pasiones; la intelectiva, en fin, está constituida por las tres potencias. memoria, entendimiento y voluntad.

El proceso consiste en ir negando las tres ánimas. Las dos primeras son relativamente fáciles para un asceta.

La negación de la tercera es tarea bastante más ardua, pues ¿cómo eliminar lo más característico del hombre, anima racional por excelencia? San juan parte del principio central del aristotelismo: el alma, al nacer, es una tabula rasa, como una tabla de cera en la que no hay nada y sólo a través de los sentidos y la experiencia en ella se van imprimiendo las ideas. El proceso de la mística de San Juan consiste, precisamente, en volver a esa tabula rasa y unirse con Dios, la Trinidad, que se halla en el centro del alma, que no corresponde a ninguna de las tres anteriores: el alma inmortal. Es, pues, la negación más absoluta de las potencias intelectivas, comenzando por la memoria. Esta negación se consigue gracias a las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. La fe anula al entendimiento; la esperanza, a la memoria; y la caridad, a la voluntad.

Los caminos o vías que debe el alma seguir son la vía purgativa, la vía iluminativa y la vía unitiva. La primera, según San Juan, es durísima para el alma pues ha de pasar por varias noches de purgación, terribles, que muchas almas no consiguen superar por no dejarse llevar por Dios. Hay que tener en cuenta que San Juan escribe para aquellos, tanto frailes como monjas, que han pasado ya los dos primeros grados, iniciantes, progresantes, y han llegado al grado de los perfectos, a quienes dirige para suplir la falta de un buen guía espiritual. La vía iluminativa es cuando, pasadas las noches purgativas, el alma inicia el tránsito luminoso hasta llegar a la vía unitiva, donde se une a Dios. Esta última vía tiene también varios grados de unión según la intensidad y frecuencia. El poeta la describe como una llama. Hay que señalar que, frente a otros místicos, como Santa Teresa, por ejemplo, San Juan rechaza cualquier imagen o voz que pueda ver u oír a lo largo de las tres vías. De ahí que alerte a aquellos frailes y monjas que tengan visiones.

El carmelita expuso todo este proceso místico -la Mística teología- de las tres vías con una claridad admirable, como nunca se había dado en la tradición mística, en los comentarios en prosa a sus principales composiciones poéticas. Principales poemas

De toda la producción poética de San Juan de la Cruz destacan tres grandes poemas. Noche oscura del alma, Cántico espiritual y Llama de amor viva.

Los tres poemas se compusieron inicialmente sin comentario alguno. A petición de las monjas y frailes, San Juan llevó a cabo el comentario para que sirviera de guía segura para conseguir la perfección espiritual y, sobre todo, la unión con Dios. Desde luego, los poemas pueden leerse al margen de los comentarios, pero no pueden explicarse sin ellos, o, mejor, sin el conocimiento de la experiencia y proceso místicos y sus símbolos más frecuentes, en particular, el de la noche, las bodas espirituales y las llamas.

 

vías 

 

En la vía purgativa el Alma se libera poco a poco de sus pasiones y purifica de sus pecados;

En la vía iluminativa el Alma se ilumina con la consideración de los bienes eternos y de la pasión y redención de Cristo;

Finalmente, mediante la vía unitiva el Alma alcanza la unión con Dios, según el modo definido por San Juan de la Cruz como «matrimonio espiritual».

Los escritores místicos para poder expresar esta unión espiritual se valen de imágenes tomadas del amor humano. El amor humano es, pues, la manera de la que se valen los místicos para explicar el amor divino: el Alma será la Esposa o Amada y Cristo el Esposo o Amado.

 

 

Noche oscura

 

El libro está constituido por un poema, un comentario en prosa y un dibujo. El poema consta de liras que, puestas en boca femenina, relatan cómo una joven sale disfrazada de su casa para reunirse con el amado, a quien se entrega totalmente:

 

Quedéme y olvidéme,

el rostro recliné sobre el Amado;

cesó todo y dejéme,

dejando mi cuidado

entre las azucenas olvidado.

 

El comentario, Noche oscura de la subida del monte Carmelo, va desarrollando, estrofa por estrofa y verso a verso, en sus cuatro libros, la doctrina del proceso místico de que antes se ha hablado, sobre todo el de las noches. Es un tratado extraordinariamente bien organizado y de gran claridad expositiva. Al igual que hará en los otros comentarios, san Juan parte de su experiencia personal, avalada por pasajes bíblicos, padres de la Iglesia y autores místicos.

 

Cántico espiritual

 

Está constituida por un poema escrito en liras y un comentario en prosa.

El poema es una adaptación, a veces muy literal del Cantar de los cantares. Como éste, se trata de un poema dialogado entre una pastora -la Esposa- y un pastor- el Esposo- a quien ella va buscando por los montes y valles hasta que logra reunirse con él y entregarse a sus brazos.

 

El comentario sigue el mismo sistema del anterior, estrofa a estrofa y verso a verso, como se hacían en la exégesis bíblica. En él se explica el proceso de las vías iluminativa y unitiva, pero con una organización menos estructurada y más libre que en la Noche.

 

Véase un comentario de San Juan al Cántico espiritual:

 

Mi amado las montañas

los valles solitarios nemorosos,

las ínsulas extrañas,

los ríos sonorosos,

el silbo de los aires amorosos.

 

A. Las montañas tienen altura, son abundantes, anchas y hermosas, graciosas, floridas y olorosas. Estas montañas es mi Amado para mí.

 

B. Los valles solitarios son quietos, amenos, frescos, umbrosos, de dulces aguas llenos, y en la variedad de sus arboledas y suave canto de aves hacen gran creación y deleite al sentido, dan refrigerio y descanso en su soledad, y silencio. Estos valles es mi Amado para mí.

 

C. Las ínsulas extrañas están reñidas con la mar, y allende de los mares, muy apartadas y ajenas de la comunicación de los hombres. Y así en ellas se crían y nacen cosas muy diferentes de las de por acá, de muy extrañas maneras y virtudes nunca vistas de los hombres, que hacen grande novedad y admiración a quien las ve. Y así por las grandes y admirables novedades y noticias extrañas, alejadas del conocimiento común que el alma ve en Dios, le llama ínsulas extrañas.

 

D. Los ríos tienen tres propiedades. La primera, que todo lo que encuentran lo embisten y anegan; la segunda, que hinchan todos los bajos vacíos que hallan delante; la tercera, que tienen tal sonido, que todo otro sonido privan y ocupan. Y porque en esta comunicación de Dios que vamos diciendo, siente el alma en él estas tres propiedades muy sabrosamente, dice que su amado es los ríos sonoros.

 

Llama de amor viva

 

Consta también de un poema, en seis liras de seis versos, una especie de la oda a la llama que el poeta siente en su pecho al unirse con la Trinidad.

En el comentario se explica este proceso unitivo y los distintos grados que pueden alcanzarse. 

 

1. Poemas menores

Compuso San Juan otros poemas breves, sin comentario, que pertenecen al mismo universo simbólico y místico que los tres anteriores y que se entienden mejor si se conocen los comentarios de éstos. Entre ellos hay una serie de nueve romances sobre la Trinidad, varias glosas a lo divino (“Tras de un amoroso lance”, “Entréme donde no supe”, “Vivo sin vivir en mi”, etc.); otra divinización de un poema pastoril profano, “El pastorcico” (<<Un pastorcico solo está penado>>); y un poema, “La fonte”, también a lo divino, dedicado a la Eucaristía, con el esquema métrico del cantar paralelístico galaicoportugués.

 

¡Oh bosques y espesuras,

plantadas por la mano del Amado!

¡Oh prado de verduras,

de flores esmaltado,

decid si por vosotros ha pasado!

 

Cántico espiritual

       

FRANCISCO DE ALDANA

 

Mil veces callo que romper deseo

 

Mil veces callo que romper deseo

el cielo a gritos, y otras tantas tiento

dar a mi lengua voz y movimiento,

que en silencio mortal yacer la veo;

 

por dentro al alma el suelto pensamiento

con alto y de dolor lloroso acento,

casi en sombra de muerte un nuevo Orfeo.

 

No halla la memoria o la esperanza

rastro de imagen dulce y deleitable

con que la voluntad viva segura:

 

cuanto en mí hallo es maldición que alcanza,

muerte que tarda, llanto inconsolable,

desdén del Cielo, error de la ventura.

 

FERNANDO DE HERRERA

 

 

Amor, en un incendio no acabado

 

Amor, en un incendio no acabado

ardí del fuego tuyo, en la florida

sazón y alegre de mi dulce vida

todo en tu viva imagen transformado.

 

Y ahora, ¡oh vano error!, en este estado,

con llama en cenizas ascondida,

mas descubierta, clara y encendida,

pierdo en ti lo mejor de mi cuidado.

 

No más, baste, cruel, ya en tantos años

rendido haber al yugo el cuello yerto,

y haber visto en el fin tu desvarío.

 

Abra la luz la niebla a tus engaños,

antes que el lazo rompa el tiempo y muerto

sea el fuego del tardo hielo mío.

 

ACTIVIDADES

  1. ¿Qué quieren decir los versos 5-8 del soneto de Aldana?

  2. Resume el contenido del soneto de Fernando de Herrera.

  3. ¿Cómo consideras el soneto de Francisco de Aldana: amoroso o existencial? Razona la respuesta.

  4. Indica en qué tradición amorosa se inserta el soneto de Herrera y explica porqué.

  5. Señala algunos rasgos estilísticos que permitan deducir las características de la lengua poética de Herrera.

    Vida retirada, Fray Luis de León


  ¡Qué descansada vida
la del que huye el mundanal ruïdo
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!       5

  Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio moro, en jaspes sustentado.            10

  No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.                15

  ¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado,
si en busca de este viento
ando desalentado
con ansias vivas y mortal cuidado?               20

  ¡Oh campo, oh monte, oh río!
¡Oh secreto seguro deleitoso!
roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.                 25

  Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de quien la sangre ensalza o el dinero.          30

  Despiértenme las aves
con su cantar süave no aprendido,
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
quien al ajeno abritrio está atenido.            35

  Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.               40

  Del monte en la ladera
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto,
ya muestra en esperanza el fruto cierto.         45

  Y como codiciosa
de ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.              50


  Y luego sosegada
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo,
y con diversas flores va esparciendo.            55

  El aire el huerto orea,
y ofrece mil olores al sentido,
los árboles menea
con un manso ruïdo,
que del oro y del cetro pone olvido.             60

  Ténganse su tesoro
los que de un flaco leño se confían:
no es mío ver al lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.            65

  La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna; al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.                    70

  A mí una pobrecilla
mesa, de amable paz bien abastada
me baste, y la vajilla
de fino oro labrada,
sea de quien la mar no teme airada.              75

  Y mientras miserable-
mente se están los otros abrasando
en sed insacïable
del no durable mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.            80

  A la sombra tendido
de yedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce, acordado,
del plectro sabiamente meneado. 

ACTIVIDADES

 

  1. Divide el texto en sus partes correspondientes y resume brevemente las ideas de cada una.

  2. ¿Qué quiere decir Fray Luis en la última estrofa?

  3. Señala los recursos estilísticos más frecuentes. ¿Hay algún encabalgamiento extraño? ¿Cuál?

  4. ¿Por qué crees que Fray Luis abre su colección de poesías con esta oda?http://victorpeda.blogspot.com/2017/01/beatus-ille.html

 

Llama de amor viva, San Juan de la Cruz

 

  Y en este encendido grado se ha de entender que habla el alma aquí, ya tan transformada y calificada interiormente en fuego de amor, que no sólo está unida en este fuego, sino que hace ya viva llama en ella. Y ella así lo siente y así lo dice en estas canciones con íntima y delicada dulzura de amor [...]

  ¡Oh llama de amor viva
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva
acaba ya si quieres,                           5
¡rompe la tela de este dulce encuentro!

   ¡Oh cauterio süave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado
que a vida eterna sabe                         10
y toda deuda paga!
Matando, muerte en vida has trocado.

   ¡Oh lámparas de fuego
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,            15
que estaba oscuro y ciego,
con estraños primores
color y luz dan junto a su querido!

   ¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno                           20
donde secretamente solo moras,
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamoras!

ACTIVIDADES

 

  1. Resume el poema.

  2. ¿Qué piensas que quieren decir los versos 15 y 16?
  3. Indica la rima y métrica del poema.

  4.  Indica en el texto un oxímoron.

                                             SANTA TERESA DE JESÚS

 

El éxtasis sufrido por la santa, venía a significar el premio más grande que un cristiano podía alcanzar por amar a Dios, ya que consistía en su contemplación directa, algo inimaginable en el ámbito protestante. Experiencia que la propia santa explicó por escrito en el libro de La Vida: «Quiso el Señor que viese aquí algunas veces esta visión...».

Extendió por Castilla la reforma de la Orden Carmelita, en su rama femenina, la cual tuvo su punto de partida en la fundación del convento de San José de Ávila en 1562 y en la redacción un año más tarde de las Constituciones, aprobadas por Pío IV en 1565. Sus experiencias y pensamientos quedaron en la memoria por la gran cantidad de conventos que ella misma fundó, y también en sus diferentes libros (La Vida o Libro de las misericordias, Libro de las fundaciones, Camino de Perfección, Las moradas o Castillo interior) donde se expresa con un estilo claro, directo y espontáneo.

Además de ser canonizada en 1622 por Gregorio XV, Teresa de Jesús es considerada doctora de la Iglesia.

 

http://www.cervantesvirtual.com/portales/santa_teresa_de_jesus/presentacion/

 

VIVO SIN VIVIR EN MÍ


Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí:
cuando el corazón le di
puso en él este letrero,
que muero porque no muero.

Esta divina prisión,
del amor en que yo vivo,
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué vida tan amarga
do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga:
quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.

Sólo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque muriendo el vivir
me asegura mi esperanza;
muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.

Mira que el amor es fuerte;
vida, no me seas molesta,
mira que sólo me resta,
para ganarte perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero
que muero porque no muero.

Aquella vida de arriba,
que es la vida verdadera,
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva:
muerte, no me seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.

Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios que vive en mí,
si no es el perderte a ti,
para merecer ganarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero.

 

Paradoja

Antítesis

Oxímoron

 

https://www.ensayistas.org/curso3030/glosario/o-r/paradoja.htm

 

 

SOBRE AQUELLAS PALABRAS
"DILECTUS MEUS MIHI"

Ya toda me entregué y di,
y de tal suerte he trocado,
que es mi Amado para mí,
y yo soy para mi Amado.

Cuando el dulce Cazador
me tiró y dejó rendida,
en los brazos del amor
mi alma quedó caída,
y cobrando nueva vida
de tal manera he trocado,
que es mi Amado para mí,
y yo soy para mi Amado.

Hirióme con una flecha
enherbolada de amor,
y mi alma quedó hecha
una con su Criador;
ya yo no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado,
y mi Amado es para mí,
y yo soy para mi amado.

 

 

Santa Teresa de Jesús

 

 

 

 

 

Prosa del siglo XVI

1. El desarrollo de la prosa

 

La prosa rencentista, siguiendo los modelos clásicos, fue más moderna y nueva que el verso. Ya en el siglo XV, con el Arcipreste  de Talavera y La Celestina, la lengua coloquial se había convertido en materia literaria. Las nuevas ideas estéticas cuajaron pronto en la prosa didáctica -diálogos, historiografía, mística y ascética, etc. -y, más tarde, en la prosa de ficción, que después se llamará novela, en la que convivieron tradiciones medievales y renacentistas.

 

2. Prosa didáctica

2.1 Diálogos y coloquios

 

En la Edad Media uno de los géneros más frecuentes fue el debate, reflejo literario de los enfrentamientos univesitarios en la aplicación de la dialéctica. La enseñanza renacentista prefirió la retórica y volvió a acudir al diálogo entre dos o más personas para tratar cualquier cuestión, incluso para la didáctica de materias técnicas.

El diálogo  permite presentar los distintos puntos de vista de los personajes, que acuden a los múltiples reecursos de la retórica para persuadir a los otros participantes. El tono coloquial y vivo del género era ideal para una enseñanza deleitable.

El mundo clásico ofrecía tres grandes modelos: Platón, Cicerón y Luciano. Los dos primeros trataron numerosos temas, por lo general filosóficos y morales, introduciendo personajes de su tiempo. El tercero, Luciano, practicó un tipo de diálogo satírico, en el que aparecían personajes muertos y vivos, históricos o ficticios.

Los modelos modernos, en general en latín, fueron numerosos, pero los más notables son los Coloquios de Erasmo, El cortesano de Castiglione y los Diálogos de amor de León Hebreo, estos dos últimos en italiano.

El coloquio se suele desarrollar en un banquete -según el modelo platónico-, durante la sobremesa, cuando un personaje propone tratar un determinado tema, o bien en un camino o en la calle, donde los interlocutores se encuentran. El primer marco es el más frecuente, porque  además refleja la moda de las reuniones cortesanas o académicas.

En España, el género tuvo gran aceptación y fue imprescindible para el desarrrollo posterior de la novela. Piénsese, como ejemplo más destacado, en el Quijote. dejando aparte De los nombres de cristo, de Fray Luis de León, los más apreciados diálogos renacentistas, tanto por la calidad de su  prosa como por el interés de sus contenidos, pertenecen a dos erasmistas: los hermanos Juan y Alfonso de Valdés.

 

2.2 Historia, mística y ascética, ensayo

Como ya se ha indicado, la conceptción de la didáctica en la época y los métodos de enseñanza, que exigían a todo tipo de prosa un carácter marcadamente literario, hicieron que cualquier tratado, histórico, religioso o científico, pudiera alcanzar unos altísimos niveles estéticos.

Tal ocurre, por ejemplo, con la historiografía que era esencialmente narrrativa, a imitación de la clásica, y se permitía la inclusión de pasajes ficticios, como parlamentos, diálogos o pensamientos. De gran interés es la historiografía de los cronistas de Indias, que se encontraron con un mundo nuevo en gentes, lengua, costumbres, flora, fauna...Como la historiografía se remontaba a la medieval, podían aparecer en ella personajes mitificados, como el Cid, e incluso inexistentes, como Bervardo de Carpio, del que se presuponía su victoria sobre Roldán. Durandarte, personaje del romancero, era tan sólo el nombre de una espada, pero, como personificación, acaba siendo un adolescente de gran renombre ("Durandarte, Durandarte,/ paje del rey más querido"). Se comprende por tanto, que don Quijote no distinguiera entre verdad y ficción . Hay que llegar a Jerónimo Zurita para encontrarnos con una historiografía positivista basada en los documentos. Cervantes diice tomar su fuente de los archivos de La Mancha y, más tarde, del historiador arábigo Cide Hamete Benengeli, con lo que parodia los libros de caballerías, pero también la historiografía renacentista.

Caso notable de excelente prosa es el de numerosos libros de ascética y mística. Se podría citar una nómina muy extensa, en la que destaca la figura de Santa Teresa.

 

Teresa de Cepeda y Ahumada (Ávila, 1515-Alba de tormes, 1582) fue una mujer excepcional que fundó numerosos conventos y fue la gran reformadora del Carmelo. Uno de sus primeros colaboradores fue San Juan de la Cruz. Descendiente de cristianos nuevos escribió con una prosa magnífica, culta y popular a la vez, su autobiografía -Libro de la vida-, sus experiencias místicas -El castillo interior o Las moradas- y la historia de sus trabajos para fundar conventos - Las fundaciones-. Fray Luis de León fue el encargado de preparar la edición de sus obras, a las que puso un extraordinario prólogo sobre el estilo de la santa.

 

Junto a Santa Teresa destacan los nombres de Fray Luis de Granada

Fray Luis de Granada (1504-1588) escribió numerosos tratados y sermones para convertir a los pescadores. El más importante en este sentido es el Libro de la oración y meditación, que fue incluido en el Índice de libros prohibidos de 1559. Defendía Fray Luis la oración mental frente a la oral, lo que le acarreó las iras inquisitoriales. Publicó numerosos libros, entre ellos adaptaciones de la retórica clásica de Cicerón y Quintiliano, y una exposición del Credo, la famosa Introducción del símbolo de la fe, reeditada con gran frecuencia.

 

Fray Antonio de Guevara (hacia 1841-1545), fue el prosista más apreciado del Siglo de Oro, traducido y leído en todas las lenguas. Fue, con diferencia, mucho más famoso que Cervantes. La obra más conocidade Guevara fue el Marco Aurelio, biografía, epistolario y discursos del célebre emperador estoico. Escribió también una colección de Epístolas y un librito estupendo, un ejercicio retórico sobre la ciduad y el campo titulado Menosprecio de corte y alabanza de aldea.


ACTIVIDADES

Los padres de Santa Teresa

CAPÍTULO 1

En que trata cómo comenzó el Señor a despertar esta alma en su niñez a cosas virtuosas, y la ayuda que es para esto serlo los padres.

El tener padres virtuosos y temerosos de Dios me bastara, si yo no fuera tan ruin, con lo que el Señor me favorecía, para ser buena. Era mi padre aficionado a leer buenos libros y así los tenía de romance para que leyesen sus hijos. Esto, con el cuidado que mi madre tenía de hacernos rezar y ponernos en ser devotos de nuestra Señora y de algunos santos, comenzó a despertarme de edad, a mi parecer, de seis o siete años.

Ayudábame no ver en mis padres favor sino para la virtud. Tenían muchas.

Era mi padre hombre de mucha caridad con los pobres y piedad con los enfermos y aun con los criados; tanta, que jamás se pudo acabar con él tuviese esclavos, porque los había gran piedad, y estando una vez en casa una de un su hermano, la regalaba como a sus hijos. Decía que, de que no era libre, no lo podía sufrir de piedad. Era de gran verdad. Jamás nadie le vio jurar ni murmurar. Muy honesto en gran manera.

Mi madre también tenía muchas virtudes y pasó la vida con grandes enfermedades. Grandísima honestidad. Con ser de harta hermosura, jamás se entendió que diese ocasión a que ella hacía caso de ella, porque con morir de treinta y tres años, ya su traje era como de persona de mucha edad. Muy apacible y de harto entendimiento. Fueron grandes los trabajos que pasaron el tiempo que vivió. Murió muy cristianamente.[...[

CAPÍTULO 2

Paréceme que comenzó a hacerme mucho daño lo que ahora diré. Considero algunas veces cuán mal lo hacen los padres que no procuran que vean sus hijos siempre cosas de virtud de todas maneras; porque, con serlo tanto mi madre como he dicho (1), de lo bueno no tomé tanto en llegando a uso de razón, ni casi nada, y lo malo me dañó mucho. Era aficionada a libros de caballerías (2) y no tan mal tomaba este pasatiempo como yo le tomé para mí, porque no perdía su labor, sino desenvolvíamonos (3) para leer en ellos, y por ventura lo hacía para no pensar en grandes trabajos que tenía, y ocupar sus hijos, que no anduviesen en otras cosas perdidos. De esto le pesaba tanto a mi padre, que se había de tener aviso a que no lo viese. Yo comencé a quedarme en costumbre de leerlos; y aquella pequeña falta que en ella vi, me comenzó a enfriar los deseos y comenzar a faltar en lo demás; y parecíame no era malo, con gastar muchas horas del día y de la noche en tan vano ejercicio, aunque escondida de mi padre. Era tan en extremo lo que en esto me embebía que, si no tenía libro nuevo, no me parece tenía contento. 2. Comencé a traer galas y a desear contentar en parecer bien, con mucho cuidado de manos y cabello y olores y todas las vanidades que en esto podía tener, que eran hartas, por ser muy curiosa (4). No tenía mala intención, porque no quisiera yo que nadie ofendiera a Dios por mí. Duróme mucha curiosidad de limpieza demasiada y cosas que me parecía a mí no eran ningún pecado, muchos años. Ahora veo cuán malo debía ser.

 

1. Resume el texto.

2. ¿Qué relación tiene Teresa de Jesús con sus padres? ¿Qué opinión tiene de ellos?

3. ¿Cuál es la versión de Santa Teresa ante los libros de caballerías?

 

 

 

 

3. Prosa de ficción

 

En los siglos XVI y XVII el término novela, del italiano novella, sólo se utilizaba para referirse a narraciones breves a la manera de las incluidas en el Decamerón de Boccaccio. Es el caso de las Novelas ejemplares cervantinas. El resto de las narraciones más extensas no tenía un término preciso para designarlas. Los más frecuentes son "tratado", "libro", "vida", "historia", acompañado del nombre o nombres de los protagonistas. El Quijote, por ejemplo, se titula sin más El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Sin embargo, la crítica por lo general aplia a todas éstas también el término de novela.

Los tipos de prosa de ficción que se dan en el siglo XVI son novela sentimental, de caballerías, bizantina, pastoril, morisca y picaresca.

 

3.1. Novela sentimental

 

Aunque proceden de una tradición medieval, tanto por el contenido como por el tipo de prosa, las novelas sentimentales fueron muy leídas hasta mediados de siglo. Habitualmente conocidas como "tratado", relataban un proceso amoroso con final infeliz. Las más interesantes fueron el Tratado de amores de Arnalte y Lucenda, y Cárcel de amor, ambas de Diego de San Pedro. Algunas de ellas se publicaron en versiones trilingües para aprender idiomas. Su sentimentalidad coincide con la de la poesía cancioneril y su prosa es la característica de las artes medievales de escribir cartas, bastante alejada de los ideales renacentistas.

3.2 Novela de caballería

Se denominaron en su tiempo "libros de caballerías", esto es, de hazañas caballerescas- es incorrecto "libros de caballerías"-, y se remontan a una tradición medieval amplísima repercusión. Estos libros proceden de dos grandes cielos franceses y bretones: el ciclo artúrico, que relataba las proezas de los caballeros del rey Arturo y el ciclo carolingio, que lo hacía de los de Carlomagno. Ambos ciclos fueron bien conocidos en España, donde a principios del siglo XIV se debió componer uno de los más importantes libros del género: el Amadís de Gaula. La primera edición conocida de esta  obra es una versión ya refundida por Garci Rodríguez de Montalvo, que data de 1508, pero hay ediciones perdidas anteriores. El éxito de este libro fue tal, que creó un género del que se llegaron a escribir casi un centenar de obras, con más de trescientos mil ejemplares impresos a lo largo de seis décadas. El Quijote es la parodia de estos libros, que todavía se leían con fruición a finales del siglo XVI.

Los libros de caballerías se presentan como relatos históricos compuestos por un historiador que escribe en una lengua exótica y, en ellos, el autor, aparecer como un mero traductor.  Están escritos imitando la lengua medieval, y habitualmente van impresos en letra gótica y en gran formato. Fueron lectura predilecta de la nobleza hasta mediar el siglo y de los estamentos inferiores después. Se leían, además, en público. En estos libros se halla el antecedente dierecto del western.

La publicación de Los cuatro libros de Amadís de Gaula dio lugar a varios ciclos. El más importante es el suyo, con las  hazañas de sus descendientes, pero también lo fue el de los Palmerines, con Palmerón de Inglaterra y Palmerón de Oliva, que fueron muy apreciados, hasta llegar a algunos con nombres casi ridículos, como Don Cirongilio de Tracia.

Cuenta Huarte de San juan, médico famoso de su tiempo la siguiente anécdota.

Desta opìnión de Platón fue un caballero español cuyo entretenimiento era escrebir libros de caballerías, porque tenía cierta diferencia de imaginativa que convida al hombre a ficciones y mentiras. Déste se cuenta que, introduciendo en sus obras un gigante furioso, anduvo muchos días imaginando un nombre que respondiese enteramente a su bravosidad; y jamás lo pudo encontrar hasta que, jugando un día a los naipes en casa de un amigo suyo, oyó decir al señor de la posada: "¡Hola! muchacho, tra quí "trae aquí" tanto a esta mesa". El caballero, como oyó este nombre traquitantos, luego "de inmediato" le hizo buena cosonancia en los oídos y sin aguardar más se levantó diciendo: "Señores, yo no juego más, porque ha muchos días que ando buscando un nombre que cuadrase con un gigante furiosoque introduzco en esos borrones que compongo, y no lo he podido hallar hasta que vine a esta casa donde siempre recibo toda merced".

Cervantes los leyó muy bien y los parodió en El Quijote, cuyos modelos centrales son el Amadis y el poema de Orlando furioso -del ciclo carolingio- de Ariosto. Don Quijote, que tenía en su biblioteca "muy bien encuadernados" casi todos, se vuelve loco, precisamente, al leer los razonamientos de algunos libros, como los de Feliciano de Silva, contiuador de Amadís:

La razón de la sinrazón que mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura.

3.3 Novela pastoril

Hacia 1559 se publicaron Los siete libros de Diana de Jorge de Montemayor, músico que escribía en castellano. Esta obra abrió el género de los llamados "libros de pastores", aunque Cervantes lo denominó "églogas en prosa". Y tenía razón porque se remontan a las bucólicas clásicas que trasplantó a Italia en prosa y versos Jacobo Sannazaro en un libro famosísimo: L'Arcadia (1502). Montemayor convirtió el género en novela al introducir en La Diana varias historias de amor. 

El marco narrativo de esta obra está constituido por los amores del protagonista Sireno y Diana, una pastora que, en la ausencia de aquél, va a contraer matrimonio con otro pastor. De hecho, Diana aparece al final, y apenas interviene. Lo interesante de la obra no es tanto el amor entre estos pastores como los casos de tres bellas jóvenes que relatan la historia de sus amores. La de una de ellas, Felismena, es la más importante, y no se sitúa en el campo, sino en la ciudad, concretamente en Salamanca. Es una historia muy realista, que preludia la novela cervantina. las otras historias se resuelven en los últimos libros, pero la de Sireno y la de Felismena quedan abiertas a continuación.

La obra de Montemayor abrió un género nuevo con numerosos descendientes, entre ellso Diana enamorada de Gil Polo (1563) y La Galatea de Cervantes. En el Quijote, como veremos, el influjo de la novela pastoril es fundamental.

Las novelas pastoriles, que transmitían un concepto del amor más moderno que el de la sentimental y con tintes neoplatónicos, tuvieron un éxito inmenso. entre sus páginas, además, se incluyen auténticas antologías poéticas en variedad de metros. Montemayor fue el principal artífice del trasvase del endecasílabo al octosílabo en la novela pastoril. Su prosa poética, en algunos momentos muy cercana a la lírica con sus epítetos, fue una revolución, aunque a principios del siglo siguiente ya era objeto de parodia. En cambio, los diálogos, las cartas, los razonamientos que Montemayor pone en boca de sus personajes son uno de los principales modelos cervantinos. 

La Diana se tradujo a numerosas lenguas y sólo en castellano tuvo más de treinta ediciones. 

3.4 Novela morisca

Cuando la situación de los moriscos en Granada estaba a punto de estallar en una rebelión, la literatura idealizó la figura del moro y la confraternización y tolerancia entre ambas culturas y religiones. El texto que difundió esa moda fue El Abencerraje, conocido también como Historia de Abindarráez y la hermosa Jarifa. Se había publicado suelto como anónimo, pero en una de las primeras ediciones de La Diana se incluyó como relato puesto en boca de Felismena, y probablemente es obra del propio Montemayor.

El argumento es el siguiente:

Don Rodríguez Narváez, alcalde de Antequera, que ha salido con un grupo de soldados a vigilar la frontera, se encuentra con el joven moro Abindarráez, de la familia de los Abencerrajes, que es hecho prisionero tras defenderse heroicamente. Don Rodrigo se sorprendede que tan valeroso prisionero llore desconsoladamente y le pregunta la causa. Abindarráez responde que su llanto obedece al dolor que le produce el no poder ver a su amada Jarifa a quien iba a visitar. Entonces don Rodrigo le deja en libertad con la condición de que a los tres días vuleva y se entregue como preso. Así lo hace Abindarráez que, además le trae una cajita de madera noble obsequio de Jarifa, don Rodriogo decide dejarlo en libertad para que ambos gocen de tan sublime amor.

La enorme difusión de La Diana puso de moda esta atractica historia, narrada con gusto exquisito, que pasó al romancero. Gracias al éxito de La Diana, los jóvenes poetas que, como Góngora y Lope de Vega, renovaron el viejo romancero, acudieron a los temas pastoriles y moriscos. Lope, por ejemplo, se trasformó en el pastor Belardo o en el moro Zaide, que te aviso" se cantaba en Marruecos. Mateo Alemán incluyó en su novela picaresca Guzmán de Alfarache un relato de tema morisca y Cervantes intercaló en la primera parte del Quijote la historia del capitán cautivo en Argel. En sus obras dramáticas y novelas abunda, además, este tipo de situaciones.

3.5 Novela bizantina

La novela bizantina se suele denominar también novela griega y de aventuras. Como es sabido, en la Antigüedad, la novela era un género poco frecuentado. Sin embargo, en la época griega tardía aparecieron un grupo de narraciones entre las que destacan Historia etiópica o Teágenes y Cariclea, atribuida a un tal Heliodoro, y Los amores de Leucipa y Clitofonte, de Aquiles Tacio. Ambas narraciones sólo se publicaron a mediados del siglo XVI, pero sus traduccions en latín y en italiano, y luego en otras lenguas, enseguida consiguieron un considerable éxito. Se trataba de obras de peregrinación muy bien construidas y escritas, en las que las aventuras -naufragios, incendios, raptos, etc.- se interfieren con la acción amorosa. Los jóvenes y enamorados protagonistas, de altísimo linaje, suelen utilizar nombres falsos y a lo largo de la narración se encuentran y separan con frecuencia. Al final de sus preregrinaciones contraen matrimonio.

Lo más característicos de estas narraciones es la estructura narrativa: comienzan en medio de la acción -in media re o in medias res-y poco a poco se va reconstruyendo el inicio a través de varios personajes que relatan sus historias. Estos relatos se interrumpen constantemente con diversas peripecias, y sólo al final el lector conoce la compleja trama. Fueron novelas muy apreciadas entre el público culto tanto por su prosa como por su estructura y por la delicadeza del tratamiento amoroso, ejemplo de castidad prematrimonial. Cervantes fue el principal seguidor de este género en su última novela. Los trabajos de Persiles y Sigismunda, aunque ya La Galatea y el mismo Quijote están impregnados de él.

 

El Lazarillo

 

 

Obra breve y de pequeño formato editada en 1554. Se trata de un libro breve y de pequeño formato y, sin embargo, con él arranca la novela moderna entendida como un relato verosímil de tono realista en el que el carácter del protagonista es producto en buena parte del mundo que le rodea.

La obra, que presenta escrita por el protagonista en forma autobiográfica como una carta a un personaje desconocido, “vuestra merced”, narra en su parte más extensa la niñez de Lázaro de Tormes. Está dividida en siete tratados, aunque esta partición puede deberse al editor, y un prólogo que empalma con el desenlace de la obra y que sólo se entiende tras la lectura completa del texto.

 

El argumento del Lazarillo es el siguiente:

Lázaro de Tormes, pregonero de Toledo y casado con la criada de un arcipreste, a petición de un desconocido que le ha escrito explica lo que el denomina “el caso”, esto es, la posición desahogada que mantiene costa de permitir las relaciones de su mujer con el arcipreste. Para ello cuenta con los sucesos más destacados de su vida.

Al comienzo del primer tratado se relata su nacimiento en un molino del río Tormes y la suerte de sus padres. En el resto de tratado, muy extenso, se cuentan con mucha gracia las penurias que pasa Lazarillo, a la sazón de unos diez años, al servicio de un ciego.

Tan famoso fue este tratado, que en 1555 un padre firmó en Toledo un contrato con un ciego para que su hijo le sirviera de guía, lo que era normal en su tiempo. Menos frecuente es que el hijo se llamara Lázaro, prueba del éxito que tenía la novela.

En el segundo tratado, Lázaro sirve a un clérigo de Maqueda, personificación de la avaricia, con quien está a punto de morir de hambre.

En el tercero, ya en Toledo, donde residía la corte, entra al servicio de un escudero, tan pobre, que es el propio Lázaro el que tiene que sustentarle.

En el cuarto, muy breve, apenas unas líneas, se relata su rápido paso al servicio de un fraile de la Merced.

En el quinto, relativamente extenso, se relatan las artimañas de su amo, un vendedor de bulas, para conseguir unas ventas más pingues.

En el sexto, muy breve, tras servir a un maestro de pintar panderos para molerle los colores, con el que también sufrió “mil males”, un capellán de Toledo le contrata como aguador. Con los ahorros de cuatro años, Lázaro decide dar el salto a una vida socialmente mejor y se compra ropa usada y una espada vieja: “Desque me vi en hábito de hombre de bien, dije a mi amo que tomase su asno, que no quería servir más en el oficio”.

En el séptimo entra como ayudante de un alguacil, pero ante los peligros que corren, Lázaro, cobarde, lo abandona para tratar de alcanzar “un oficio real, viendo que no hay nada que medre, sino los que le tienen”. Y, en efecto, consigue el de pregonero. El arcipreste de la parroquia de San Salvador decide casarlo con una criada suya y cederles su casita colindante, lo cual origina rumores sobre la fidelidad de su esposa.

La obra se cierra con la datación final, como era de uso en las cartas de la época:

Esto fue el mismo año que vuestro victorioso Emperador en esta insigne ciudad de Toledo entró y tuvo en ella Cortes, y se hicieron grandes regocijos, como vuestra merced habrá oído.

Pues en este tiempo estaba en mi prosperidad y en la cumbre de toda buena fortuna.

 

La ficción realista

 

Un lector normal de la época que comenzara a leer un prólogo y se topara con la primera frase: “Yo por bien tengo que cosas tan señaladas y por ventura nunca oídas ni vistas vengan a noticia de muchos y no se entierren en la sepultura del olvido...”, pensaría que ese “Yo” corresponde al autor de la obra, pero al final del prólogo descubrirá, con asombro, que se trata del propio Lázaro de Tormes que está enviando una carta a ese desconocido “vuestra merced”:

 

Y pues vuestra merced escribe se le escriba y relate el caso muy por extenso, parecióme no tomalles por el medio sino del principio porque se tenga entera noticia de mi persona...

El autor ha querido llevar la ficción narrativa hasta tal límite de verosimilitud, que ha desaparecido sin firmar la obra, cediendo la voz a su personaje. Es Lázaro de Tormes quien escribe su vida y, como corresponde a la calidad social del personaje, en “estilo grosero” o humilde. Sólo al final de la obra sabremos que su oficio es el de pregonero de Toledo y que, además, quiere presentar su vida como ejemplo digno de imitación.

En contraste con los otros tipos novelescos en los que los personajes viven en un mundo idealizado, héroes caballerescos o exquisitos amadores. Lázaro pertenece a los estamentos más bajos de la sociedad. Es un marginado que, desde niño, tiene que vivir solo en una sociedad urbana, dura, y cruel. Por primera vez en una narración ficticia, el proceso educativo de un niño va a marcar el carácter del hombre maduro. Así se relata el momento en que Lázaro, aún niño, se separa de su madre para entrar al servicio del ciego:

Como estuvimos en Salamanca algunos días, pareciéndole a mi amo que. no era la ganancia a mi contento, determinó irse de allí. Y cuando nos hubimos de partir, yo fui a ver a mi madre, y ambos llorando, medio su bendición y dijo:

  • Hijo, ya sé que no te veré más. Procura de ser bueno y Dios te guíe. Criado te he y con buen amo te he puesto. ¡Válete por ti!

El personaje va cambiando ante la realidad. Todos estos rasgos se conocerán más tarde como “novela realista”, características de la burguesía decimonónica.

 

La estructura de la obra

 

Hay una notable diferencia entre Lazarillo y Lázaro. El lector siente simpatía por por el niño, padece con él, pero es difícil que lo haga con el Lázaro hombre, cuya degradación moral es palpable, que sólo está interesado por vivir lo mejor posible dentro de sus posibilidades estamentales. Podría alegarse que sus experiencias infantiles, en las que ha experimentado la soledad del ser humano y lo que es realmente pasar hambre, son suficientes para desembocar en ese comportamiento. Sin embargo, es un tránsito psicológico demasiado brusco el que se produce en los dos últimos tratados. Todo ello afecta a la interpretaión e intencionalidad de la obra.

El grueso deel texto está constituido por las andanzas de Lazarillo -y así lo entendió quien puso el título a la obra, La vida de Lazarillo, que muy probablemente no fue el autor-. En esos tratadeos predomina el arte del relato, en el que el autor es maestro. Convierte una colección de vulgares anécdotas tradicionales en materia novelesca al incorporarlas a la vida de los personajes y al contarlas con una capacidad narrativa, con una precisión lingüística y una ironía sólo comparable a la de nuestro contemporáneo Jorge Luis Borges.

Los tres primero stratados, los más extensos, están compuestos siguiendo las pautas del cuuento folclórico. El tema del hambre, qu es el que une a los tres tratados, se desarrolla de una manera gradual en un esquema folclórico basado en el número tres: hambre (ciego), más hambre (clérigo), hambre infinita (escudero). Con el escudero, a quien tiene que alimentar, se cerraba ese esquema folclórico.

El autor utiliza, a partir del tratado tercero, la estructura narrativa del relato llamado “en sarta” -como un collar-, en el que no importa el orden de los episodios, que pueden proseguirse hasta el infinito, tal y como sucede en los tratados cuarto y quinto. El autor no supo o no quiso continuar el proceso psicológico del tr´nasido entre el niño y el hombre, que se narra velozmente en el tratado sexto, cuando Lázaro decide vestirse de hombre de bien.

 

 

 

 

ACTIVIDADES

Don Quijote determina imitar los libros de pastores

En estas pláticas iban siguiendo su camino, cuando llegaron al mesmo sitio y lugar donde fueron atropellados de los toros. Reconocióle don Quijote; dijo a Sancho:
 
-Éste es el prado donde topamos a las bizarras pastoras y gallardos pastores que en él querían renovar e imitar a la pastoral Arcadia, pensamiento tan nuevo como discreto, a cuya imitación, si es que a ti te parece bien, querría, ¡oh Sancho!, que nos convirtiésemos en pastores, siquiera el tiempo que tengo de estar recogido. Yo compraré algunas ovejas, y todas las demás cosas que al pastoral ejercicio son necesarias, y llamándome yo el pastor Quijotiz, y tú el pastor Pancino, nos andaremos por los montes, por las selvas y por los prados, cantando aquí, endechando allí, bebiendo de los líquidos cristales de las fuentes, o ya de los limpios arroyuelos, o de los caudalosos ríos. Daránnos con abundantísima mano de su dulcísimo fruto las encinas, asiento los troncos de los durísimos alcornoques, sombra los sauces, olor las rosas, alfombras de mil colores matizadas los estendidos prados, aliento el aire claro y puro, luz la luna y las estrellas, a pesar de la escuridad de la noche, gusto el canto, alegría el lloro, Apolo versos, el amor conceptos, con que podremos hacernos eternos y famosos, no sólo en los presentes, sino en los venideros siglos.
 
-Pardiez -dijo Sancho-, que me ha cuadrado, y aun esquinado, tal género de vida; y más, que no la ha de haber aún bien visto el bachiller Sansón Carrasco y maese Nicolás el barbero, cuando la han de querer seguir, y hacerse pastores con nosotros; y aun quiera Dios no le venga en voluntad al cura de entrar también en el aprisco, según es de alegre y amigo de holgarse.
 
-Tú has dicho muy bien -dijo don Quijote-; y podrá llamarse el bachiller Sansón Carrasco, si entra en el pastoral gremio, como entrará sin duda, el pastor Sansonino, o ya el pastor Carrascón; el barbero Nicolás se podrá llamar Miculoso, como ya el antiguo Boscán se llamó Nemoroso; al cura no sé qué nombre le pongamos, si no es algún derivativo de su nombre, llamándole el pastor Curiambro. Las pastoras de quien hemos de ser amantes, como entre peras podremos escoger sus nombres; y, pues el de mi señora cuadra así al de pastora como al de princesa, no hay para qué cansarme en buscar otro que mejor le venga; tú, Sancho, pondrás a la tuya el que quisieres.
 
-No pienso -respondió Sancho- ponerle otro alguno sino el de Teresona, que le vendrá bien con su gordura y con el propio que tiene, pues se llama Teresa; y más, que, celebrándola yo en mis versos, vengo a descubrir mis castos deseos, pues no ando a buscar pan de trastrigo por las casas ajenas. El cura no será bien que tenga pastora, por dar buen ejemplo; y si quisiere el bachiller tenerla, su alma en su palma.

Miguel de Cervantes

El Quijote


  1. Resume el texto.

  2. ¿Qué género de ficción se está parodiando?

  3. ¿Qué nombres de novelas pastoriles conoces?

  4. ¿Por qué crees que menciona a Boscán?

  5. Compara la nueva actitud de don Quijote con la del caballero andante.

  6. Indica los recursos que utiliza Cervantes cuando parodia la novela de caballerías. ¿Son los mismos que con la pastoril?

 

ACTIVIDADES

Los padres de Santa Teresa

 

 

CAPÍTULO 1

En que trata cómo comenzó el Señor a despertar esta alma en su niñez a cosas virtuosas, y la ayuda que es para esto serlo los padres.

El tener padres virtuosos y temerosos de Dios me bastara, si yo no fuera tan ruin, con lo que el Señor me favorecía, para ser buena. Era mi padre aficionado a leer buenos libros y así los tenía de romance para que leyesen sus hijos. Esto, con el cuidado que mi madre tenía de hacernos rezar y ponernos en ser devotos de nuestra Señora y de algunos santos, comenzó a despertarme de edad, a mi parecer, de seis o siete años.

Ayudábame no ver en mis padres favor sino para la virtud. Tenían muchas.

Era mi padre hombre de mucha caridad con los pobres y piedad con los enfermos y aun con los criados; tanta, que jamás se pudo acabar con él tuviese esclavos, porque los había gran piedad, y estando una vez en casa una de un su hermano, la regalaba como a sus hijos. Decía que, de que no era libre, no lo podía sufrir de piedad. Era de gran verdad. Jamás nadie le vio jurar ni murmurar. Muy honesto en gran manera.

Mi madre también tenía muchas virtudes y pasó la vida con grandes enfermedades. Grandísima honestidad. Con ser de harta hermosura, jamás se entendió que diese ocasión a que ella hacía caso de ella, porque con morir de treinta y tres años, ya su traje era como de persona de mucha edad. Muy apacible y de harto entendimiento. Fueron grandes los trabajos que pasaron el tiempo que vivió. Murió muy cristianamente.[...[

CAPÍTULO 2

Paréceme que comenzó a hacerme mucho daño lo que ahora diré. Considero algunas veces cuán mal lo hacen los padres que no procuran que vean sus hijos siempre cosas de virtud de todas maneras; porque, con serlo tanto mi madre como he dicho (1), de lo bueno no tomé tanto en llegando a uso de razón, ni casi nada, y lo malo me dañó mucho. Era aficionada a libros de caballerías (2) y no tan mal tomaba este pasatiempo como yo le tomé para mí, porque no perdía su labor, sino desenvolvíamonos (3) para leer en ellos, y por ventura lo hacía para no pensar en grandes trabajos que tenía, y ocupar sus hijos, que no anduviesen en otras cosas perdidos. De esto le pesaba tanto a mi padre, que se había de tener aviso a que no lo viese. Yo comencé a quedarme en costumbre de leerlos; y aquella pequeña falta que en ella vi, me comenzó a enfriar los deseos y comenzar a faltar en lo demás; y parecíame no era malo, con gastar muchas horas del día y de la noche en tan vano ejercicio, aunque escondida de mi padre. Era tan en extremo lo que en esto me embebía que, si no tenía libro nuevo, no me parece tenía contento. 2. Comencé a traer galas y a desear contentar en parecer bien, con mucho cuidado de manos y cabello y olores y todas las vanidades que en esto podía tener, que eran hartas, por ser muy curiosa (4). No tenía mala intención, porque no quisiera yo que nadie ofendiera a Dios por mí. Duróme mucha curiosidad de limpieza demasiada y cosas que me parecía a mí no eran ningún pecado, muchos años. Ahora veo cuán malo debía ser.

 

 

 

  1. Resume el texto.

  2. ¿Qué relación tiene Teresa de Jesús con sus padres? ¿Qué opinión tiene de ellos?

  3. ¿Cuál es la versión de Santa Teresa ante los libros de caballerías?

  4. Compara el inicio de esta autobiografía con la del Lazarillo y razona las diferencias.

  5. ¿Qué piensas del lenguaje y del estilo? ¿Te sugiere algo acerca de la personalidad y propósito de La vida?

 

 

ACTIVIDADES

Cómo Lázaro se asentó con un alguacil, y de lo que le acaeció con él.

Y pensando en qué modo de vivir haría mi asiento por tener descanso y ganar algo para la vejez, quiso Dios alumbrarme y ponerme en camino y manera provechosa; y con favor que tuve de amigos y señores, todos mis trabajos y fatigas hasta entonces pasados fueron pagados con alcanzar lo que procuré, que fue un oficio real, viendo que no hay nadie que medre sino los que le tienen; en el cual el día de hoy vivo y resido a servicio de Dios y de vuestra merced.

Y es que tengo cargo de pregonar los vinos que en esta ciudad se venden, y en almonedas y cosas perdidas, acompañar los que padecen persecuciones por justicia y declarar a voces sus delitos: pregonero, hablando en buen romance, en el cual oficio un día que ahorcábamos un apañador en Toledo y llevaba una buena soga de esparto, conocí y caí en la cuenta de la sentencia que aquel mi ciego amo había dicho en Escalona, y me arrepentí del mal pago que le di por lo mucho que me enseñó, que, después de Dios, él me dio industria para llegar al estado que ahora estoy.

Hame sucedido tan bien, yo le he usado tan fácilmente, que casi todas las cosas al oficio tocantes pasan por mi mano: tanto que en toda la ciudad el que ha de echar vino a vender o algo, si Lázaro de Tormes no entiende en ello, hacen cuenta de no sacar provecho.

En este tiempo, viendo mi habilidad y buen vivir, teniendo noticia de mi persona el señor arcipreste de Sant Salvador, mi señor, y servidor y amigo de vuestra merced, porque le pregonaba sus vinos, procuró casarme con una criada suya; y visto por mí que de tal persona no podía venir sino bien y favor, acordé de lo hacer.

Y así me casé con ella, y hasta agora no estoy arrepentido; porque, allende de ser buena hija y diligente, servicial, tengo en mi señor acipreste todo favor y ayuda. Y siempre en el año le da en veces al pie de una carga de trigo, por las Pascuas su carne, y cuando el par de los bodigos, las calzas viejas que deja; e hízonos alquilar una casilla par de la suya. Los domingos y fiestas casi todas las comíamos en su casa. Mas malas lenguas, que nunca faltaron ni faltarán, no nos dejan vivir, diciendo no sé qué, y sí sé qué, de que veen a mi mujer irle a hacer la cama y guisalle de comer. Y mejor les ayude Dios que ellos dicen la verdad; aunque en este tiempo siempre he tenido alguna sospechuela y habido algunas malas cenas por esperalla algunas noches hasta las laudes y aún más, y se me ha venido a la memoria lo que mi amo el ciego me dijo en Escalona estando asido del cuerno; aunque de verdad siempre pienso que el diablo me lo trae a la memoria por hacerme malcasado, y no le aprovechaporque, allende de no ser ella mujer que se pague destas burlas, mi señor me ha prometido lo que pienso cumplirá. Que él me habló un día muy largo delante della, y me dijo:

"Lázaro de Tormes, quien ha de mirar a dichos de malas lenguas, nunca medrará. Digo esto porque no me maravillaría alguno, viendo entrar en mi casa a tu mujer y salir della. Ella entra muy a tu honra y suya, y esto te lo prometo. Por tanto, no mires a lo que pueden decir, sino a lo que te toca, digo a tu provecho."

"Señor -le dije-, yo determiné de arrimarme a los buenos. Verdad es que algunos de mis amigos me han dicho algo deso, y aun, por más de tres veces me han certificado que, antes que comigo casase, había parido tres veces, hablando con reverencia de V.M., porque está ella delante."

Entonces mi mujer echó juramentos sobre sí, que yo pensé la casa se hundiera con nosotros, y después tomóse a llorar y a echar maldiciones sobre quien comigo la había casado, en tal manera que quisiera ser muerto antes que se me hobiera soltado aquella palabra de la boca. Mas yo de un cabo y mi señor de otro, tanto le dijimos y otorgamos que cesó su llanto, con juramento que le hice de nunca más en mi vida mentalle nada de aquello, y que yo holgaba y había por bien de que ella entrase y saliese, de noche y de día, pues estaba bien seguro de su bondad. Y así quedamos todos tres bien conformes.

Lazarillo de Tormes

servicial: sirvienta, como sustantivo

Probablemente alude a una festividad en que entregaban pantes (`bodigos´) al cura.

Alguno: algún dicho

 

  1. Resume el texto.

  2. ¿Qué idea del matrimonio tiene Lázaro?

  3. ¿Qué insinúan las malas lenguas sobre la mujer de Lázaro?

  4. ¿Consideras que Lázaro ha tenido éxito en la vida?

  5. ¿A quiénes crees que Lázaro llama “los buenos” y a quiénes los opone?

  6. Comenta este capítulo en relación con el prólogo y el sentido del libro.

Miguel de Cervantes

Miguel de Cervantes
Miguel de Cervantes

VIDA

 

Miguel de Cervantes Saavedra nació en Alcalá de Henares en 1547. Era el cuarto hijo de los siete que tuvieron el cirujano Rodrigo de Cervantes y Leonor de Cortinas. Contaba cinco años cuando su padre fue encarcelado por deudas en Valladolid y se trasladó con su familia primero a Córdoba y después a Sevilla, donde residió hasta 1566 año en que se estableció en Madrid. Se desconocen los estudios que realizó Cervantes.

Es posible que estudiara con los jesuitas, pero no parece que siguiera cursos universitarios. En 1569, el licenciado López Hoyos, al publicar una canción de Cervantes dedicada a la muerte de la reina Isabel de Valois, se refiere a él como “mi caro y amado discípulo”, aunque no sabemos en qué fecha y lugar fue su maestro.

En 1571 se encuentra como soldado en Italia y participa en la batalla de Lepanto, gesta que recordará en numerosas ocasiones con gran orgullo. En ella fue herido en el pecho y quedó imposibilitado de la mano izquierda, aunque no la perdió ni fue obstáculo para que siguiera como soldado en diversos lugares de Italia y África. Al volver de Nápoles en 1575, frente a Palamós- Costa Brava-, su galera fue atacada por el corsario Arnauti Mamí, un renegado albanés, que hizo prisioneros al escritor y a su hermano Rodrigo, llevándolos a Argel. Allí pasó cautivo cinco años “donde aprendí a tener paciencia en las adversidades”. Tas tres intentos de fuga, que le costaron azotes y encarcelamientos, pero no la muerte como era lo normal, en 1580 la familia y los trinitarios consiguieron reunir el dinero del rescate. Como en el caso de Lepanto, el recuerdo del cautiverio aparece en numerosas obras.

Vuelto a Madrid, en 1582 solicitó, sin éxito, un puesto en America, y por esos años tuvo una hija natural, Isabel Saavedra, con una mujer casada. Contrajo matrimonio en 1584 con Catalina de Salazar y Palacios, de diecinueve años, natural de Esquivias, donde el matrimonio vivió hasta 1587. Ese año, Cervantes se establece en Sevilla con el puesto de comisario real de abastos –recaudador de tributos-oficio que cumplió con extraordinario celo hasta el punto de ser excomulgado en dos ocasiones y sufrir un breve encarcelamiento en 1592. Más importante –recuérdese que el Quijote “se engendró en una cárcel”- fue, su estancia por tres meses en la cárcel de Sevilla, motivada por la quiebra del banco en el que Cervantes había depositado el dinero de las recaudaciones. No es seguro que Cervantes sufriera un tercer encarcelamiento –hacia 1602 o 1603- que sospechan algunos biógrafos.

Por estas fechas ya vivía en Valladolid en compañía de su mujer, su hija, sus dos hermanas y una hija natural de una de ellas. Las hermanas no tenían buena reputación y eran conocidas despectivamente como “las Cervantes”. En 1606, con el traslado de la corte a Madrid, donde Cervantes vivió gracias a algunos mecenas, como el conde de Lemos, y a la publicación de sus obras. Murió en Madrid el 23 de abril de 1616.

El propio Cervantes, que alude con frecuencia a su vida y a su obra, nos dejó un autorretrato muy interesante en el prólogo de las Novelas ejemplares que comienza así:

Éste que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande, ni pequeño, la color viva, antes blanca que morena, algo cargado de espaldas y no muy ligero de pies. Éste, digo que es el rostro del autor de La Galatea y de Don Quijote de la Mancha, y del que hizo el Viaje del Parnaso, a imitación del de César Caporal Perusino, yo otra obras que andan por ahí descarriadas, y quizá sin el nombre de su dueño, llamase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra.

De este pasaje proceden todos los retratos de Cervantes conocidos, pues no se conserva ninguno autentico. Obsérvese que, a pesar del todo jocoso, la imagen que da Cervantes de si mismo correspondería en su juventud a un hombre perfecto según la tradición aristotélica: inteligente (frente), agudo (nariz), estatura proporcionada (ni grande ni pequeño), carácter templado (cabellos, color de tez). El detalle mas interesante es el de la mirada alegre, poco frecuente en un hombre de sesenta y seis años, que ha vivido con estrecheces, que ha sufrido cautiverio y encarcelamientos, que ha desempeñado oficio poco agradable y que vive rodeado de mujeres de dudosa reputación. Es el Cervantes que tres días antes de morir escribe en las últimas líneas del Persiles: “¡Adiós gracias, adiós donaires, adiós regocijados amigos, que yo me voy muriendo y esperándoos veros presto contentos en la otra vida!”.

2. CERVANTES AUTOR TEATRAL

En fechas tardías, en 1615, Cervantes publicó una colección dramática titulada Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representados.

En el prólogo, muy interesantes por trazar la historia del teatro español, dice haber compuesto por la década de 1580 “veinte comedias o treinta, que todas se recitaron sin que se les ofrecieses ofrenda de repise recitaron sin que se les ofreciese ofrenda de pepinos ni de otra cosa arrojadiza”. En distintos lugares menciona algunos títulos de estas obras primitivas: La confusa, La Jerusalén, La Amaranta, La Numancia, Los tratos de Argel, etc., en su mayoría probablemente rehechas para la publicación de 1615. En manuscritos se han conservado La Numancia, Los tratos de Argel, en fechas recientes, ha aparecido La Jerusalén, basada en el célebre poema de Tasso.

2.1 Comedias

Se suelen clasificar las comedias, según el tema, en comedias de cautivos, de santos, caballerescas y de costumbre y enredo.

-       Comedias de cautivos. Se trata de obras basadas en buena parte en su experiencia argelina con una tenue acción amorosa en Los tratos de Argel y Los baños de Argel, y más importante en La gran sultana. Aunque no es de cautivos, El gallardo español transcurre en Orán en un ambiente muy similar.

-       Comedias de santos. Cervantes compuso una curiosa comedia de este género: El rufián dichoso, sobre la vida de Cristóbal de la Cruz, en la que se mezclan la hagiografía y el mundo del hampa sevillana.

-       Comedias caballerescas. Sus argumentos proceden, en general, de los Orlandos de Boiardo (siglo XV) y Arioso (siglo XVI), con abundancia de elementos mágicos y caballerescos. Son La casa de los celos y El laberinto de amor.

-       Comedias de costumbres y enredo. A este género pertenecen Pedro de Urdemalas, basada en el personaje folclórico de este nombre que pasa por diferentes oficios y La entretenida, que es la más parecida a la comedia nueva, cuyos rasgos parece parodiar.

2.2 Tragedias

La obra dramática mas famosa de Cervantes es la tragedia de La Numancia, compuesta hacia 1585, en la que se dramatiza el cerco que lleva a cabo Escipión para la toma de la ciudad y la defensa heroica de sus habitantes, que deciden matarse entre sí y suicidarse. Es obra de protagonistas colectivos y ejemplar en el sentido de presentar a sitiadores y sitiados como modelos de comportamiento militar –Escipión, el perfecto capitán; el heroico pueblo numantino-. Hay que señalar que las comedias y tragedias de cerco estaban de moda en aquellos años.

2.3 Entremeses

En la tradición de Lope de Rueda, que tan bien conocía. Cervantes compuso ocho entremeses –en las comedias y novelas hay numerosas situaciones y tipos entremesiles- en prosa y en verso. Probablemente los primeros son más tempranos, pues el verso es forma más tardía del entremés (aparece en 1605).

Cervantes acudió a los tipos y géneros del entremés anterior, pero dando a los personajes un toque de humanidad que el género había desterrado.

Las situaciones que se plantean en los entremeses son muy variadas:

-       En La elección de los alcaldes de Daganzo se sirvió del tipo de alcalde de pueblo que fue muy frecuente en el género y que aflora en los episodios de Sancho, gobernador de la Insula Barataria.

-       El célebre Retablo de las maravillas está muy relacionado con el tipo anterior; en él se utiliza el cuento de los embaucadores que presentan un objeto que sólo pueden ver los escogidos, en este caso, los cristianos viejos.

 

 

 

 

- En el juez de los divorcios varios matrimonios se presentan ante un juez alegando las causas de su petición de divorcio.

- El rufián viudo es similar en situaciones al desenlace de Rinconete y Cortadillo. Trata con ironía y en tono cómico la muerte de la esposa de un personaje del hampa. La obra se cierra con la elección de la sucesora de la difunta y un baile final.

- En El viejo celoso y La cueva de Salamanca, Cervantes acude a la tradición de las novelas italianas o cuentos folclóricos para presentar con gran libertad moral dos casos de maridos engañados.

- Finalmente, en La guarda cuidadosa se acoge a la antiquísima disputa de las armas y letras –aquí un soldado y un ayudante de sacristán que pretenden a una criada- y en El vizcaíno fingido la acción se centra en un timo de joyas que un caballero, que se finge vizcaíno, hace a una dama.

 

2.4 La técnica dramática

 

El teatro de Cervantes se enmarca, en las técnicas dramáticas de hacia 1580. Todavía La Numancia y Los tratos de Argel, que no incluyó en su colección, están escritas en cuatro actos, y es posible que bastantes de las impresas estén refundidas en tres actos.

Cervantes concede especial interés al conjunto de personajes, en detrimento del carácter de los protagonistas. Tiende a los grandes cuadros escénicos, al uso de la tramoya- sobre todo, en las obras inspiradas en la épica- y a utilizar, en vez del gracioso, personajes procedentes del mundo del entremés y tipos populares. Son notables las acotaciones, donde cuida los menores detalles. Véase este ejemplo de El gallardo español:

Entra a esta sazón Buitrago, un soldado, con la espada sin vaina…muy malparado (mal arreglado). Trae una tablilla con demanda de las ánimas del purgatorio, y pide para ellas. Y esto de pedir para las ánimas es cuento verdadero, que yo lo vi, y la razón por que pedía se dice más adelante.

En general, salvo los entremeses, el teatro de Cervantes era un teatro arcaico, pero de gran interés por su coherencia con el resto de su obra.

 

3. Cervantes, novelista

Cervantes ensayó la mayoría de los géneros literarios de su tiempo, per es en los narrativos donde se encontraba más a gusto y donde intentó, y consiguió, superar los modelos más notables, como la novela pastoril, la bizantina, la novela corta y los libros de caballerías. Cervantes abre caminos nuevos en terrenos desconocidos y que, en general, parecían ya agotados.

 

3.1 El género pastoril. La Galatea

 

La materia pastoril atrajo siempre a Cervantes y se acercó a ella desde diferentes perspectivas y géneros. Su primera novela, La Galatea, fue una novela pastoril. En el Quijote encontramos las siguientes palabras referidas a ella:

-       Pero ¿qué libro es ése que está junto a él?

-       La Galatea, de Miguel de Cervantes- dijo el barbero.

-       Muchos años ha que es grande amigo mío ese Cervantes, y sé que es más versado en desdichas que en versos. Su libro tiene algo de buena invención; propone algo, y no concluye nada: es menester esperar la segunda parte que promete, quizá con la emienda alcanzará del todo la misericordia que agora se le niega; y entre tanto que este se ve, tenedle recluso en vuestra posada.

 

La primera parte de La Galatea se publicó en Alcalá en 1585. La había compuesto Cervantes a raíz de su vuelta del cautiverio, e unos años en que Alcalá era un importante centro literario. Se trata de una novela pastoril, una “égloga en prosa”, como denominaba al género su autor, en la tradición que había abierto la Diana de Jorge de Montemayor y de sus imitadores, como Gil Polo y Gálvez de Montalvo, este último del grupo alcalaíno y amigo de Cervantes.

La Galatea, dividida en seis libros, cuya acción se inicia al amanecer y se cierra al ponerse el sol, como en las églogas tradicionales, contiene ingredientes diversos de acuerdo con el género: una narración amorosa; disquisiciones teóricas sobre esta pasión; una extensa antología poética; discusiones teóricas sobre poesía; crítica literaria…

-       La narración amorosa. El marco narrativo está constituido por los amores de Elicio y Galatea. Esa acción amorosa se interrumpe constantemente para la relación de numerosos casos, casi hasta una veintena, de muy diversas situaciones y edades, incluso de un anciano con una adolescente. La estructura narrativa, con constantes interrupciones de la acción, procede de la novela llamada “bizantina”, que Cervantes domina con notable maestría.

-       La teoría amorosa. En bastantes pasajes de la obra sobre todo al final de cada libro, cuando los personajes se hallan reunidos, se dialoga sobre el amor. Dos pastores poetas, Tirsi y Damón –en realidad Francisco Figueroa y Pedro Laínez-, que han estudiado es la Universidad de Alcalá, serán los encargados, de dirigir estas cuestiones de amor, como por ejemplo, ¿qué es peor; la muerte de la amada, la ausencia, el desamor o los celos?

-       La antología poética. Cervantes siguió la tradición del género e incluyó una extensa antología poética, de tema pastoril, en prácticamente todas las clases de estrofas, castellanas o italianas (hasta la ya desaparecida copla de arte mayor). Alguna composición no es suya, sino de Francisco de Figueroa, incluida en el texto como homenaje.

-       La teoría poética. También son Tirsi y Damón, como corresponde a quienes “eran pastores sólo en el habito” los que tratan de la poesía de la poética como expertos del tema.

-       La crítica literaria. En el entierro del pastor Meliso –la única escena inverosímil de la obra- la musa Calíope hará un elogio de los poetas de su tiempo, imitando al canto de Apolo de La Diana, en el que se elogiaba a las damas valencianas. Aparecen en este elogio todos los poetas vivos de su tiempo de toda España, hoy algunos conocidos, pero en su mayoría olvidados. Con grandes alabanzas se mencionan ya los jóvenes Góngora y Lope de Vega. En el Viaje del Parnaso volverá sobre el asunto, pero esta vez enfrentado en dos bandos a los buenos y malos escritores.

La Galatea es, en resumen, un libro en el que puso Cervantes gran empeño literario para superar a los autores del género. Muy bien construida, se halla en el ya el maduro narrador de casos amorosos. La primera parte del Quijote no puede explicarse sin esta incursión primeriza en la narrativa pastoril. A pesar de que al final volvió a abrir casi todos los casos de los que se presumía un final feliz para continuarlos en una segunda parte, esta no vio la luz pública. Pero su atracción por lo obra es tal que todavía pocos días antes de morir promete su próximo publicación.

 

3.2 Novela de aventuras o bizantina

 

La novela en que Cervantes puso más empeño fue Los trabajos de Persiles y Sigismunda, en la que quería “competir con Heliodoro”, el admirado narrador griego autor de Teágenes y Clariquea, modelo del género.

Cervantes firmó la dedicatoria de la obra al conde de Lemos tres días antes de morir y se publicó póstuma en 1617.

En el Persiles y Sigismunda Cervantes siguió paso a paso el modelo griego en la compleja estructura narrativa, en el comienzo in medias res y en la interrupción de los relatos de los numerosos personajes que en ella aparecen. También se deben a ese modelo hasta los continuos cambios de fortuna y lugar de los protagonistas y sus compañeros, motivados por naufragios, guerras, raptos, piraterías, incendios, etc.

La obra está dividida en cuatro libros; en los dos primeros, la acción transcurre en el norte de Europa, en las tierras septentrionales, que Cervantes conocía a través de lecturas muy detalladas; en los dos siguientes, en España, Francia e Italia.

El motivo de la salida de los dos protagonistas –que son los príncipes de Tule y Frislandia, y que se ocultan bajo los nombres de Periandro y Auristela – es una peregrinación a Roma, que se verá interrumpida, como se ha indicado, por continuas separaciones y reencuentros. Los dos jóvenes, modelos de castidad amorosa, contraerán por fin matrimonio, tras esa serie de “trabajos” que han padecido a lo largo de la peregrinación.

Es probable que los dos primeros libros estuvieran escritos en fechas próximas a 1605, cuando se publica la primera pare del Quijote. Lo cierto es que los dos últimos, que transcurren en tierras conocidas y en la realidad cotidiana de caminos y ventas, se asemejan en sus episodios y personajes a los de esta obra.

Véase, por ejemplo, la conclusión de un determinado episodio amoroso, más propio de un entremés que de una novela bizantina.

A esto respondió por Tozuelo una doncella labradora, de muchas que se pararon a oír la plática:

-       Si va a decir la verdad, señores alcaldes, tan marida es Mari Cobeña de Tozuelo y él marido Della, como lo es mi madre de mi padre y mi padre de mi madre. Ella está encinta, y no está para danzar ni bailar, cásenlos y váyase el diablo para malo, y a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.

-       Por Dios, hija-respondió Tozuelo-, vos decís muy bien; entrambos son iguales, no es más cristiano viejo el uno que el otro; las riquezas se pueden medir con una misma vara.

-       Agora bien-replicó Cobeño-, llamen aquí a mi hija, que ella lo deslindará todo, que en nada muda.

Vino Cobeña y lo primero que dijo fue:

-       Ni he sido yo la primera ni seré la postrera que haya tropezado y caído en estos barrancos. Tozuelo es mi esposo y yo su esposa, y perdónenos Dios a entrambos cuando nuestros padres no quisieren.

-       Eso sí, hija –dijo su padre-, la vergüenza por los cerros de Úbeda antes que en la cara; pero pues esto está ya hecho, bien será que el alcalde se sirva de que este caso siga adelante, pues vosotros no loa habéis querido dejar atrás.

 

 

 

3.3 Las Novelas ejemplares

 

Las Novelas ejemplares de honestísimo entretenimiento, como era el título completo del libro, se publicaron en 1613. Consta esta colección de doce “novelas” –esto es, novelas cortas, como se ha indicado-. Son las siguientes por orden de aparición: La gitanilla, El amante liberal, Rinconete y cortadillo, La española inglesa, El licenciado Vidriera, La fuerza de la sangre, El celoso extemeño, La ilustre fregona, Las dos doncellas, La señora Cornelia, El Casamiento engañoso y El coloquio de los perros (estas dos últimas en realidad forman una sola novela).

 

-       La gitanilla relata los amores de un noble con una joven gitana, con la que acaba casándose tras una serie de peripecias; al final, se descubre que ella es también de alto linaje y que había sido raptada por una gitana al poco de nacer.

-       El amante liberal narra una historia de cautivos y amores, que también acaba felizmente gracias a la generosidad del protagonista, capaz de entregar toda su fortuna por la libertad de su amada, enamorada, además, e un amigo suyo.

-       Rinconete y Cortadillo relata las andanazas de dos muchachos en el mundo del hampa sevillana, controlada por una cofradía de ladrones, presidida por Monipodio.

-       La española inglesa desarrolla el proceso amoroso entre una joven española que había sido raptada en el sitio de Cádiz y el hijo de sus padres adoptivos, católicos ocultos. La novela concluye felizmente tras una serie de peripecias como la enfermedad de ella o el cautiverio de el a manos de unos corsarios.

-       El licenciado Vidriera ensarta una colección de dichos agudos de un joven estudiante que se vuelve loco por haber bebido un filtro amoroso y cree que es de cristal.

-       La fuerza de la sangre se relata la violación de una joven por un noble toledano y cómo, pasado el tiempo y después de haber tenido un hijo fruto de esa situación, la joven termina casándose con el violador.

-       El celoso extremeño cuenta el desengaño de un viejo indiano que se casa en Sevilla con una joven de catorce años, a pesar de que el marido intenta guardarla por todos los medios, la esposa acaba siendo seducida por un muchacho.

-       En la ilustre fregona se narra el proceso amoroso con desenlace feliz entre un joven noble y la supuesta hija de un mesonero de Toledo, que es, en realidad, de noble cuna.

-       Las dos doncellas, se relatan las aventuras de dos doncellas que, bajo disfraz varonil, van tras sus amores hasta que consiguen contraer matrimonio con ellos.

-       La señora Cornelia cuenta las peripecias de dos nobles vizcaínos en Italia al hacerse cargo de una joven madre soltera, la muchacha acaba casándose con su amado, que resulta ser el duque de Milán.

-       El casamiento engañoso relata la historia de un alférez pobre que intenta engañar a una mujer, después de que ésta le ha contagiado una enfermedad venérea. En el hospital, desde la cama, oye hablar durante dos noches a los dos perros que custodian el edificio, Cipión y Berganza. El coloquio de los perros no es más que la transcripción que el alférez ha hecho de la conversación de la primera noche, en la que Berganza relata su vida a Cipión. El alférez da a leer el manuscrito al licenciado que ha encontrado a la salida del hospital y al que ha relatado la historia de su casamiento engañoso. En este coloquio, que nosotros leemos a la vez que el licenciado, Berganza narra la vida que ha llevado con los diferentes amos hasta llegar al hospital.

 

 

Datación

Las fechas de composición de las Novelas ejemplares nos son, en general, desconocidas. Rinconete y Cortadillo debía de estar compuesta antes de 1605 porque esta obra se menciona en el quijote, y de hecho, la cadena de presos que deja en libertad don Quijote está constituida por la mayoría de los tipos que aparecen en la novela. La gitanilla parece posterior a 1610; El licenciado Vidriera y El coloquio de los perros podrían ser de 1604 o 1605; La española inglesa, posterior a 1605. Las restantes son de datación incierta.

 

 

 

EL QUIJOTE

 

http://quijote.bne.es/libro.html?pagina=2-000

 

Se publicó en dos partes. La primera en 1605, con el título del ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha y la segunda en 1615, con el de Segunda parte del ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha.

 

La acción de la primera parte

Alonso Quijano-inicialmente denominado Quijada, Quesada y Quejana-, hidalgo de buen pasar y que anda por los cincuenta años, pierde el juicio leyendo libros de caballerías. Confunde, pues, la realidad con la ficción. En una primera salida en solitario, don Quijote es armado caballero por un ventero. En la segunda salida, acompañado de un labrador de su pueblo, Sancho Panza, se suceden numerosos episodios en los que se parodian los de los libros de caballerías.

Don Quijote y Sancho salen sin más fin concreto que el de vivir aventuras, pero al dejar en libertad a unos cautivos, Sancho decide que deben ocultarse en Sierra Morena para huir de la justicia. Allí, don Quijote determina hacer penitencia imitando a Amadís.

Sancho parte entonces a llevar una carta a Dulcinea –carta que, por cierto, se olvida de recoger- y en la venta donde ha estado con anterioridad, se encuentra al cura y al barbero de su lugar. Al tener noticia por Sancho de lo ocurrido hasta ese momento, deciden ambos disfrazarse respectivamente de princesa Micomicona y de su escudero para intentar engañar a don Quijote y devolverlo a casa. Sin embargo, ya en Sierra Morena, se encuentran con una hermosa joven, la rica labradora Dorotea, que hará a la perfección el papel de princesa hasta conseguir que don Quijote, creyéndose encantado, vuelva enjaulado a su pueblo.

Desde la llegada a Sierra Morena se incluyen numerosos episodios amorosos –entre ellos, la novela de El curioso impertinente-y los dos protagonistas se convierten en meros espectadores.

 

La acción de la segunda parte

 

En la segunda parte, ante las críticas recibidas por la inserción de esos episodios ajenos a la acción principal, Cervantes apenas incluye algún episodio extraño, como el de las bodas de Camacho, por ejemplo. Esto obligó al autor a que los protagonistas dialogaran continuamente, lo que enriquece el carácter de don Quijote y Sancho. El primero es un loco “con lúcidos intervalos”, bastante más frecuentes que en la primera parte, y el segundo, un hombre sin letras pero de gran inteligencia natural. Por primera vez en la historia de la novela conocemos todo lo que hablan dos personajes en unos pocos días de un verano a través de un relato de más de mil páginas. De esta manera los caracteres de los personajes se hacen más complejos, se humanizan, al modularse de acuerdo con sus experiencias.

La tercera salida tiene por objeto la participación de don quijote en las justas que para la festividad de San Jorge se iban a celebrar en Zaragoza, como se había anticipado al final de la primera parte. Poco antes de llegar, unos duques acogen en su palacio a los protagonistas. Durante su dilatada estancia, Sancho escombrado gobernador de la Ínsula Barataria, cargo que llevará a cabo con sabiduría y prudencia. Aquí la acción se bifurca: los sucesos de don Quijote y los de Sancho. Después, los dos juntos de nuevo, se dirigen a Zaragoza, pero en una venta cercana descubren que ha sido publicada la segunda parte apócrifa de Avellaneda – que se publicó en 1614- y deciden desmentir al falso historiador y no pasar por esa ciudad. Parten hacia Barcelona, donde son tratados con gran afecto, y en su playa don Quijote será vencido por el bachiller Sansón Carrasco, quien como “Caballero de la blanca Luna” le exige volver a su pueblo y no salir a vivir nuevas aventuras hasta dentro de un tiempo. Nada más llegar, don Quijote cae enfermo y muere a los pocos días.

El narrador

El Quijote se presenta inicialmente como una historia espigada en los Anales de la Mancha por el propio autor. Esta fuente histórica se interrumpe en el capítulo 8, pero la buena fortuna del Cervantes hace que pueda adquirir en el mercado de Toledo un manuscrito en árabe que contiene la continuación de la historia.

El autor arábigo es Cide Hamete Benengeli, fiel cronista no sólo de las andanzas de los protagonistas, sino de sus más mínimas conversaciones e incluso de sus pensamientos. Cervantes contrata a un morisco para que la traduzca al castellano, tarea que lleva a cabo en mes y medio. El texto, pues, que leemos, es esta traducción. Cervantes se limita a darla a la imprenta y a introducir algunas observaciones.

El recurso de acudir a un falso autor en una lengua extraña era normal en numerosos apócrifos clásicos y en los libros de caballerías. El autor auténtico se limitaba a traducirla o a utilizar una traducción en una lengua más asequible. Cervantes, que parodia estos motivos y el de los descubrimientos de manuscritos por los humanistas, lleva al limite el recurso y cede la voz al traductor de Cide Hamete.

En la primera parte, las reflexiones personales de Cide Hamete son escasas, lo que demostraría que su existencia fue un recurso de incorporación tardía. En la segunda parte, en cambio, son numerosas y de gran interés para la importante discusión de la época sobre la relación y diferencia entre la historia –la verdad- y la poesía –lo verosímil-. Cervantes, ante este capital problema de “verosimilitud”, llega a grados insólitos al hacer que los personajes de ficción, tenga en sus manos y comente el Quijote de Avellaneda, o que el cura conozca a Cervantes y haya leído La Galatea.

Fama e interpretación

El éxito de la obra fue inmediato –a los tres meses ya había una segunda edición-y duradero. Se tradujo enseguida a varias lenguas y, sobre todo, a partir de finales del siglo XVIII su éxito fue inmenso. Cada época lo ha leído de forma distinta. En su tiempo fue un libro esencialmente cómico, pero con el Romanticismo la obra se convierte en la novela por excelencia que plantea el enfrentamiento entre el ideal y lo real, entre la libertad del ser humano y las trabas sociales, el mundo del espíritu y la materia, la utopía y el orden establecido. Ésta es la interpretación todavía hoy más generalizada.

 

El Quijote

Actividades del capítulo I, Iª parte

Lee el siguiente capítulo y responde las preguntas que tienes a continuación.


http://cvc.cervantes.es/obref/quijote/edicion/parte1/parte01/cap01/default.htm


1. Indica la clase social a la que pertenece el protagonista.

2. ¿Con quién vive el protagonista?

3. Escribe la descripción física del protagonista.

4. ¿Qué afición tiene el Quijote?

5. ¿Quién era Aristóteles?

6. ¿Quién es Amadís de Gaula?

7. ¿Cómo llega a estar loco el Quijote?

8. ¿A qué obras literarias se refiere en el 4º párrafo?

9. ¿Qué es un caballero andante?

10. ¿Qué orden de acciones hace para ser caballero?

11. ¿Cómo se llaman los caballos de: Alejandro, el Cid y el Quijote?

12. ¿Cómo se llama la dama de el Quijote? ¿Qué nombre le designa él?

 

Actividades del  capítulo III, Iªparte

 

http://cvc.cervantes.es/obref/quijote/edicion/parte1/parte01/cap03/

 

a) ¿Qué ocurre en este episodio?

b) ¿Cuáles son los pasos que sigue el protagonista?

c) ¿Qué es un caballero andante? ¿A quién tiene como modelo  el Quijote?

 

Don Quijote lee el Quijote de Avellaneda

Llegóse la hora del cenar; recogiéronse a su estancia; preguntó Sancho al huésped que qué tenía para darles de cenar. A lo que el huésped respondió que su boca sería medida; y así, que pidiese lo que quisiese: que de las pajaricas del aire, de las aves de la tierra y de los pescados del mar estaba proveída aquella venta.
 
-No es menester tanto -respondió Sancho-, que con un par de pollos que nos asen tendremos lo suficiente, porque mi señor es delicado y come poco, y yo no soy tragantón en demasía.
 
Respondióle el huésped que no tenía pollos, porque los milanos los tenían asolados.
 
-Pues mande el señor huésped -dijo Sancho- asar una polla que sea tierna.
 
-¿Polla? ¡Mi padre! -respondió el huésped-. En verdad en verdad que envié ayer a la ciudad a vender más de cincuenta; pero, fuera de pollas, pida vuestra merced lo que quisiere.
 
-Desa manera -dijo Sancho-, no faltará ternera o cabrito.
 
-En casa, por ahora -respondió el huésped-, no lo hay, porque se ha acabado; pero la semana que viene lo habrá de sobra.
 
-¡Medrados estamos con eso! -respondió Sancho-. Yo pondré que se vienen a resumirse todas estas faltas en las sobras que debe de haber de tocino y huevos.
 
-¡Por Dios -respondió el huésped-, que es gentil relente el que mi huésped tiene!, pues hele dicho que ni tengo pollas ni gallinas, y ¿quiere que tenga huevos? Discurra, si quisiere, por otras delicadezas, y déjese de pedir gallinas.
 
-Resolvámonos, cuerpo de mí -dijo Sancho-, y dígame finalmente lo que tiene, y déjese de discurrimientos, señor huésped.
 
Dijo el ventero:
 
-Lo que real y verdaderamente tengo son dos uñas de vaca que parecen manos de ternera, o dos manos de ternera que parecen uñas de vaca; están cocidas con sus garbanzos, cebollas y tocino, y la hora de ahora están diciendo: ''¡Coméme! ¡Coméme!''
 
-Por mías las marco desde aquí -dijo Sancho-; y nadie las toque, que yo las pagaré mejor que otro, porque para mí ninguna otra cosa pudiera esperar de más gusto, y no se me daría nada que fuesen manos, como fuesen uñas.
 
-Nadie las tocará -dijo el ventero-, porque otros huéspedes que tengo, de puro principales, traen consigo cocinero, despensero y repostería.
 
-Si por principales va -dijo Sancho-, ninguno más que mi amo; pero el oficio que él trae no permite despensas ni botillerías: ahí nos tendemos en mitad de un prado y nos hartamos de bellotas o de nísperos.
 
Esta fue la plática que Sancho tuvo con el ventero, sin querer Sancho pasar adelante en responderle; que ya le había preguntado qué oficio o qué ejercicio era el de su amo.
 
Llegóse, pues, la hora del cenar, recogióse a su estancia don Quijote, trujo el huésped la olla, así como estaba, y sentóse a cenar muy de propósito. Parece ser que en otro aposento que junto al de don Quijote estaba, que no le dividía más que un sutil tabique, oyó decir don Quijote:
 
-Por vida de vuestra merced, señor don Jerónimo, que en tanto que trae la cena leamos otro capítulo de la segunda parte de Don Quijote de la Mancha.
 
Apenas oyó su nombre don Quijote, cuando se puso en pie, y con oído alerto escuchó lo que dél trataban, y oyó que el tal don Jerónimo referido respondió:
 
-¿Para qué quiere vuestra merced, señor don Juan, que leamos estos disparates? Y el que hubiere leído la primera parte de la historia de don Quijote de la Mancha no es posible que pueda tener gusto en leer esta segunda.
 
-Con todo eso -dijo el don Juan-, será bien leerla, pues no hay libro tan malo que no tenga alguna cosa buena. Lo que a mí en éste más desplace es que pinta a don Quijote ya desenamorado de Dulcinea del Toboso.
 
Oyendo lo cual don Quijote, lleno de ira y de despecho, alzó la voz y dijo:
 
-Quienquiera que dijere que don Quijote de la Mancha ha olvidado, ni puede olvidar, a Dulcinea del Toboso, yo le haré entender con armas iguales que va muy lejos de la verdad; porque la sin par Dulcinea del Toboso ni puede ser olvidada, ni en don Quijote puede caber olvido: su blasón es la firmeza, y su profesión, el guardarla con suavidad y sin hacerse fuerza alguna.
 
-¿Quién es el que nos responde? -respondieron del otro aposento.
 
-¿Quién ha de ser -respondió Sancho- sino el mismo don Quijote de la Mancha, que hará bueno cuanto ha dicho, y aun cuanto dijere?; que al buen pagador no le duelen prendas.
 
Apenas hubo dicho esto Sancho, cuando entraron por la puerta de su aposento dos caballeros, que tales lo parecían, y uno dellos echando los brazos al cuello de don Quijote, le dijo:
 
-Ni vuestra presencia puede desmentir vuestro nombre, ni vuestro nombre puede no acreditar vuestra presencia: sin duda, vos, señor, sois el verdadero don Quijote de la Mancha, norte y lucero de la andante caballería, a despecho y pesar del que ha querido usurpar vuestro nombre y aniquilar vuestras hazañas, como lo ha hecho el autor deste libro que aquí os entrego.
 
Y, poniéndole un libro en las manos, que traía su compañero, le tomó don Quijote, y, sin responder palabra, comenzó a hojearle, y de allí a un poco se le volvió, diciendo:
 
-En esto poco que he visto he hallado tres cosas en este autor dignas de reprehensión. La primera es algunas palabras que he leído en el prólogo; la otra, que el lenguaje es aragonés, porque tal vez escribe sin artículos, y la tercera, que más le confirma por ignorante, es que yerra y se desvía de la verdad en lo más principal de la historia; porque aquí dice que la mujer de Sancho Panza mi escudero se llama Mari Gutiérrez, y no llama tal, sino Teresa Panza; y quien en esta parte tan principal yerra, bien se podrá temer que yerra en todas las demás de la historia.
 
A esto dijo Sancho:
 
-¡Donosa cosa de historiador! ¡Por cierto, bien debe de estar en el cuento de nuestros sucesos, pues llama a Teresa Panza, mi mujer, Mari Gutiérrez! Torne a tomar el libro, señor, y mire si ando yo por ahí y si me ha mudado el nombre.
 
-Por lo que he oído hablar, amigo -dijo don Jerónimo-, sin duda debéis de ser Sancho Panza, el escudero del señor don Quijote.
 
-Sí soy -respondió Sancho-, y me precio dello.
 
-Pues a fe -dijo el caballero- que no os trata este autor moderno con la limpieza que en vuestra persona se muestra: píntaos comedor, y simple, y no nada gracioso, y muy otro del Sancho que en la primera parte de la historia de vuestro amo se describe.
 
-Dios se lo perdone -dijo Sancho-. Dejárame en mi rincón, sin acordarse de mí, porque quien las sabe las tañe, y bien se está San Pedro en Roma caballeros.

 

 

Coméme: comedme. Alternaban ambas formas.

El que trae la cena es el propio servicio de ambos caballeros.

Es la parte apócrifa de Avellaneda (Tarragona, 1614)
Llama Cervantes viejo y envidioso.

Tal vez. Alguna vez

Artículos: partículas, en general.

Es un error del propio Cervantes, que le da ambos nombres. 

 


ACTIVIDAD

1. ¿En cuántas partes puede dividirse el texto?

 

 

2.  Resume brevemente las partes principales.

3.  ¿Qué opinión le merece a don Quijote el apócrifo? ¿En qué se opone a la suya? ¿Y a Sancho?

4.  ¿Qué sensación produce que don Quijote lea una obra que acaba de publicarse?

5.  ¿Por qué provoca risa el coloquio entre Sancho y el ventero? ¿Qué recursos retóricos utiliza Cervantes para este fin?

6.  Señala los distintos niveles lingüísticos, razonando la respuesta.

7. Lee los prólogos de Avellaneda y de la segunda parte auténtica y escribe un breve trabajo sobre ellos o compara la escena de la venta con la de alguna pintura costumbrista de la época

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Actividades relacionadas con El Quijote en Barcelona

Cap. I, LX, LXI, LXII

 

http://www.edu365.cat/eso/muds/castella/lectures/quijote/index.htm

Actividades del Lazarillo de Tormes

http://www.edu365.cat/eso/muds/castella/lectures/lazarillo/

La prosa del siglo XVII. Quevedo y Gracián

Francisco de Quevedo
Francisco de Quevedo

 

1. Tendencias de la prosa

Cervantes es uno de los últimos exponentes de la poética renacentista. A pesar de abrir géneros nuevos con el Quijote, las Novelas ejemplares y el Persiles, sus ideales estilísticos son los del siglo XVI. La prosa del siglo XVII se bifurca en dos tendencias: una que se dirige hacia una prosa adornada, de largos períodos, y otra que intenta imitar el estilo conciso conocido en retórica como “ático”, que consistía en decir mucho en pocas palabras. A la primera, denominada por los clásicos “asiana”, que en parte derivaba de la novela pastoril y bizantina y en parte de la poesía de Góngora, se acogieron numerosos novelistas y bastantes predicadores, como el célebre Paravicino. A la segunda, que derivaba de Tácito, Séneca y Plinio el Joven, se sumaron numerosos historiadores y moralistas. Uno de los más eximios representantes de esta segunda tendencia es Quevedo y, en general, los autores de libros de aforismos, como Gracián.

 

2. Los géneros

 

La novela de caballerías y la novela pastoril desaparecen, aunque la materia caballeresca se refugia en la épica, aunque la materia caballeresca se refugia en la épica, muy abundante, y lo pastoril en la lírica y en el teatro. Los diálogos, tan apreciados en la época anterior, apenas suscitan interés y son sustituidos por discursos sobre una determinada materia, aunque en el teatro se mantuvieron los temas y las discusiones de los diálogos renacentistas, sobre todo los de amor. En cambio, la picaresca y su materia impregnaron toda la literatura. La novela corta y la bizantina, gracias a Cervantes, como se ha indicado, fueron muy apreciadas e imitadas. Con Quevedo, adquiere todo su esplendor la sátira menipea, también de gran éxito para la crítica social y literaria. Y, en fin, la em blemática, de la que trataremos más adelante, fue uno de los géneros menores que más atrajo a ciertos escritores que querían enseñar deleitando.

 

2.1 La picaresca

 

Mateo Alemán (1547-1616?) publica en, 1599 a la Primera Parte del Pícaro Guzmán de Alfarache, atalaya de la vida humana, que se concluyó con la Segunda Parte (1604).

Del lazarillo tomó Alemán la fórmula autobiográfica desde el punto de vista de la experiencia vital de progatonista, marginado en una sociedad dura. Pero el Guzmán es una novela muy distinta, comenzando por su extensión, similar a la del Quijote.

Guzmán, hijo de un mercader que ha sido capaz de renegar y de una cortesana, a los doce años decide abandonar a su madre y comienza una dilatada experiencia de pícaro por Italia y España, llegando a ser famosísimo ladrón sin escrúpulos, hasta que es detenido tras una estafa en Sevilla, su ciudad natal, y condenando a remar en las galeras durante el resto de sus días. Allí, una noche se arrepiente de su pasado y decide escribir su vida para que sirva de ejemplo de lo que no se debe hacer.

Como Guzmán, persona inteligente, ha estudiado latín, griego y hebreo en Roma en casa de un cardenal, y más tarde cinco años de Teología en Alcalá, su relato es el producto de sus experiencias como pícaro, su conocimiento del mundo -atalaya (observador) de la vida humana- y su excelente formación intelectual. De hecho la autobiografía es un marco para introducir constantes excursos sobre los más variados temas, desde la crítica social a la salvación del alma. La excelente prosa de Alemán en muy distintos tonos se acerca mucho más a la retórica barroca que la de su coetáneo Cervantes. Él fue uno de los grandes modelos prosísticos.

La obra tuvo un éxito asombroso hasta el punto de traducirse al latín. Muy leída en Francia y el Inglaterra durante los siglos XVII y XVIII, es con el Quijote el modelo que conduce a la novela realista.

Con el Guzmán entra en todos los órdenes literarios la materia picaresca. Hubo narraciones del tema para todos los gustos, comenzando por El Buscón de Quevedo y siguiendo con la anónima La pícara Justina, La hija de Celestina de Salas Barbadillo, la Vida del escudero Marcos de Obregón de Vicente Espinel y numerosas obras más. Incluso Cervantes, que era refractario al género, se asomó a él en el Coloquio de los perros para atacar, entre otras cosas, la narración de Alemán. Recuérdese que en el Quijote Ginés de Pasamonte, el cautivo que deja en libertad al protagonista, roba el rucio a Sancho y aparece como Maese Pedro en la Segunda Parte, también ha dejado en prenda su autobiografía escrita como preso en las galeras. En un momento de su relato comenta Ginés: “Mal año para Lázaro de Tormes y cuantos son de su género”

 

2.2 Novela corta

 

La publicación de las Novelas ejemplares cervantinas inició la moda de este tipo de colecciones. Muy pronto, a imitación de Boccaccio que situaba el Decamerón en un palacio donde una serie de damas y caballeros relataban las historias, aparecieron las colecciones con un marco narrativo más o menos tenue. Hubo hasta el siglo XVIII numerosas colecciones, que podían incluir obras de teatro y composiciones líricas, como si se tratara de reuniones académicas. Los autores más conocidos fueron Salas Barbadillo, Tirso de Molina, Castillo Solórzano, Pérez de Montalbán y María de Zayas. También Lope de Vega tocó el género en las Novelas a Marcia Leonarda, muy originales.

 

2.3 Novela bizantina

 

Aunque había ejemplos anteriores, como El peregrino en su patria de Lope de Vega, fueron los trabajos de Persiles y Sigismunda (1617) de Cervantes los que iniciaron en España y en Europa el gusto por un tipo de narraciones de aventuras, viajes, cambios de fortuna y amor, que aparecen también con frecuencia en las novelas cortas, e incluso en el teatro, como es el caso de La vida es sueño. La más importante de ese tipo de novelas bizantinas es, sin duda, El Criticón de Gracián.

 

2.4 Sátira menipea

 

Este género, que está de moda en Europa, habitualmente en latín, llega a su plenitud con Los sueños y La hora de todos de Quevedo, y la República literaria atribuida a Saavedra Fajardo.

 

2.5 Literatura emblemática

 

La literatura emblemática fue muy grata a la pedagogía barroca que consideraba que la imagen era más apta que las palabras para la enseñanza. El emblema consiste en un dibujo y una frase que lo rodea. Por ejemplo, una flecha en el aire con la leyenda O sube o baja. Por lo general, los autores de libros y emblemas inventaba el dibujo y la frase y luego desarrollaban en un breve ensayo lo que querían expresar. La colección más interesante y difundida, también traducida al latín, fueron las Empresas políticas (1640) del diplomático español Diego Saavedra Fajardo, el citado posible autor de la república literaria. Su título original ya indica el contenido: Idea de un príncipe político cristiano representada en cien empresas. Saavedra presenta un príncipe ideal que no existe en la práctica, que reúne nacimiento hasta la muerte.

 

 

 

3. Francisco de Quevedo

 

Francisco Gómez de Quevedo y Villegas había nacido en Madrid en 1580, hijo de un escribano real y de una camarera de la reina. Hizo los primeros estudios con los jesuitas y estudió Artes, Matemáticas y Metafísica en Alcalá y Teología en Valladolid.

Escritor ya muy famoso a pesar de su juventud, parecía entonces inclinarse hacia las Humanidades, los estudios bíblicos y la Filosofía. Pero en 1613 emprende una carrera como político, que le ocasionará dos encarcelamientos y bastantes sinsabores. Preparó desde Italia, con sobornos y dádivas, el nombramiento del duque de Osuna como virrey de Nápoles. Como secretario, estuvo fielmente al servicio del duque hasta su caída en 1621, que concluyó con el encarcelamiento de ambos. El duque de Osuna murió en prisión y Quevedo sufrió por unos meses un encierro en Uclés (Cuenca); posteriormente vivió un destierro en Villanueva de los Infantes (Ciudad Real), donde poseía la cercana Torre de Juan Abad.

Con la subida del conde-duque de Olivares, la situación política de Quevedo es inicialmente buena, pues el escritor pone su pluma al servicio de las ideas reformistas que el privado pretendía introducir. Pronto comienza con las sátiras y en 1639, con sumo secreto, es detenido en casa del duque de Medinaceli a altas horas del la noche y llevado preso a San Marcos de León. No se saben los motivos, pero debieron ser muy graves porque el conde-duque y el rey se mantuvieron inflexibles. De allí salió, ya muy enfermo, en 1643, con la caída de Olivares, y murió en Villanueva de los Infantes en 1645.

En su obra se aprecian aparentes y reales contradicciones, en buena parte debidas a que aspiraba a ser escritor en todos los géneros, incluso dramaturgo (compuso entremeses y una comedia), filósofo, filólogo, teólogo, político, etc. Fue esencialmente un extraordinario manipulador de la lengua, genial escritor, que además tuvo el mérito no frecuente e utilizar esos dones verbales para intentar expresar quién era e intentar renovar la sociedad de su tiempo. Como todo escritor satírico, pretendió cambiar la sociedad a través del humor. En el fondo, él se sentía descendiente de los grandes humanistas del siglo XVI. De ahí algunas incoherencias: tan pronto ataca a los conversos como defiende la virtud personal, manifestación tan humanista. En política fue maquiavélico, aunque en la realidad practicó el método pragmático del autor del Príncipe. Era amigo de Cervantes y Lope de Vega y enemigo mortal de Góngora. En filosofía fue muy moderno, partidario de los estoicos, siguiendo a Justo Lipsio, el gran intelectual belga, que representa para su tiempo lo que Erasmo o Vives representaron para el suyo. Quizá sean el neoestoicismo y sus autores clásicos, Epicuro y Séneca, el hilo ético que une todos los escritos de Quevedo.

La obra de Quevedo es muy dilatada y a la vez de gran diversidad genérica, pues tanto en veros como en pros procuró la variedad de formas y de géneros de su época. El único género que le era ajeno fue la novel aporque no correspondía a su estilo ni a su mentalidad. El Buscón es, en este sentido, una obra excepcional, aunque se adaptaba más a sus gustos realistas y sociales que los otros géneros novelescos distintos de la novela picaresca.

3.1 Poesía

Las poesías de Quevedo se publicaron póstumas con el título de Parnaso español, monte en dos cumbres dividido con las nueve musas, al cuidado de un amigo, González de Salas, y Las tres musas últimas castellanas, al cuidado de su sobrino Aldrete. Era muy frecuente en la época este escaso interés por la publicación de los versos. No hacía falta, pues los versos de los grandes poetas, como es el caso de Quevedo, circularon desde fechas muy tempranas en manuscritos, y algunos, como los romances y letrillas, cantados.

Quevedo ya era escritor muy conocido a los veinte años, pues en 1603 un poeta de renombre, Pedro Espinosa, quiso hacer una antología de los mejores poetas de su tiempo, que publicó dos años después con el título de Flores de poetas ilustres. El joven Quevedo figura allí con dieciocho composiciones, codeándose con los famosísimo Góngora y Lope de Vega.

Se suele clasificar la obra poética de Quevedo por los temas en poemas metafísicos, morales, religiosos, de circunstancias, amorosos y satíricos.

Poemas metafísicos

Se denomina así a un tipo de poesía frecuente en la época, en la que se medita sobre la existencia de la época, en la que se medita sobre la existencia. Deriva en buena parte de los libros ascéticos, como los de Fray Luis de Granada, pero desde una perspectiva neoestoica. La brevedad de la vida, la fugacidad del tiempo, la aceptación de la muerte son los temas más habituales. El soneto es la forma más común. Estilísticamente se busca la sorpresa con comparaciones o metáforas de la vida cotidiana. Véase un ejemplo:

 

Huye sin percibirse lento el día

y la hora secreta y recatada

con silencio se acerca y despreciada

lleva tras sí la edad lozana mía.

La vida nueva, que en niñez ardía,

la juventud robusta y engañada,

en el postrer invierno sepultada

yace entre negra sombra y nieve fría.

No sentí resbalar mudos los años;

hoy los lloro pasados y los veo

riendo de mis lágrimas y daños.

Mi penitencia deba a mi deseo

pues me deben la vida mis engaños

y espero el mal que paso y no le creo.

 

Poemas morales

En este extenso grupo. En su mayoría sonetos, el poeta, en tono conminatorio por lo general, reflexiona sobre las virtudes, los vicios, la riqueza, los cambios de fortuna, el poder, etc. También en este caso es la filosofía neoestoica al que sustenta su visión ética.

Poemas religiosos

Es un grupo de poemas, en general también sonetos, dedicado a pasajes o a personajes tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. En él se incluye un breve poema heroico en octavas –el único que compuso Quevedo en tono grave-dedicado a la Resurrección.

En este tema puede incluirse también la colección de una treintena de Salmos que compuso Quevedo a los 33 años –el paso a la edad viril-con el título de Heráclito cristiano. Se trata de una confesión de su vida anterior. Casi toda esta serie está compuesta en estrofas libres de endecasílabos y heptasílabos

SALMO IX

Cuando me vuelvo atrás a ver los años
que han nevado la edad florida mía;
cuando miro las redes, los engaños
donde me vi algún día,
más me alegro de verme fuera dellos
que un tiempo me pesó de padecellos.

Poemas de circunstancias

Se trata de una serie, muy habitual en la poesía de la época, dedicada a elogios, túmulos y epitafios, de personajes del pasado y del presente. El género funerario se prestaba como pocos a la reflexión filosófica y moral. Son muy interesantes las silvas (tiradas de artillería, al descubrimiento de los restos de un rey, al reloj de arena, al de campanilla, etc.)

Poemas amorosos

Quevedo compuso numerosos poemas de amor entre los que se incluye un ciclo, a la manera de Petrarca, dedicado a una desconocida dama con el título de Canta sola a Lisi. Intentó Quevedo renovar la lírica amorosa renacentista por tres caminos distintos:

-          A través de una imaginería petrarquista-fuego, hielo, descripción de la dama, etc.- por medio de las hipérboles.

-          A través del neoplatonismo.

-          A través de una vuelta a la violencia afectiva del llamado amor cortés.

En todo caso, es el tratamiento hiperbólico de los motivos amorosos renacentistas y las metáforas personificadoras o cosificadoras lo característicos de su lírica. Véase, por ejemplo, el siguiente soneto:

Amor constante más allá de la muerte

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera:

mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.


Alma a quien todo un dios prisión ha

sido, venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.

Poemas satíricos

Quevedo sintió, en prosa y en verso, especial gusto pro la sátira, donde podía desplegar con mayor libertad todos sus experimentos verbales y, a la vez, poner de manifiesto por medio de la risa los defectos de una sociedad. Cualquier ser animado –persona o mosquito, por ejemplo-, cualquier oficio, cualquier actitud, cualquier situación puede ser objeto de su sátira, habitualmente compuesta en sonetos, letrillas y romances.

Los temas son muy variados: las modas, las viejas y los viejos verdes, los calvos, los narigudos, los maridos engañados, los sastres, los médicos, los alguaciles, los abogados, los jueces, la tradición clásica –historias, fábulas mitológicas-, los herejes, los viciosos, etcétera. Y, desde luego, personas concretas, como por ejemplo, Góngora.

Véanse unas muestras fragmentarias de poemas satíricos.

-           Contra Góngora:

Vivió en la ley del juego,

y murió en la del naipe, loco y ciego;

y porque su talento conocieses,

en lugar de mandar que se dijesen

por él misas rezadas,

mandó que le dijesen las trocadas [`envite´].

-           Al dinero:

¿Quién la montaña derriba
al valle, la hermosa al feo?
¿Quién podrá cuanto el deseo,
aunque imposible, conciba?
¿Y quién lo de abajo arriba
vuelve en el mundo ligero?
El dinero.

-           Al filósofo Diógenes que vivía en un tonel:

En el retrete del mosto,
vecino de una tinaja,
filósofo vendimiado,
que para vivir te envasas,

galápago de Alcorcón,
porque el sol te dé en la cara,
campando de caracol,
traes a cuestas tu posada.

 

https://www.youtube.com/watch?v=P0VmpRiN0Z0

3.2 Prosa

Las obras en prosa de Quevedo, muy numerosas y variadas, se suelen clasificar en festivas, novela, satírico-morales, políticas, ascéticas, filosóficas, filológicas y traducciones en prosa. Se conserva también un epistolario, material precioso para conocer ciertos aspectos íntimos del autor.

Obras festivas

A este género pertenecen ya algunas de sus primeras composiciones; en ellas trata de remedar burlescamente informes, pragmáticas, ordenanzas, memoriales, epístolas, etc.

Las obras festivas de Quevedo tuvieron amplísima difusión manuscrita. Las más conocidas son La vida de Corte, Cartas del caballero de la Tenaza, Premática y aranceles generales, Premática de los poetas hueros, etc.

Novela

Hacia 1605, no posiblemente antes, compuso Quevedo la más célebre de sus obras: La vida del buscón llamado Pablos. Se trata de una novela picaresca, inspirada más en el Lazarillo que en el Guzmán de Alfarache, que circuló manuscrita y se publicó en Zaragoza en 1626.

En El Buscón se relata la autobiografía de un pícaro, Pablos, hijos de un barbero ladrón y de una bruja celestina. Pablos entra al servicio de un joven estudiante, amigo de la niñez, don Alonso Coronel, con quien padece el pupilaje en casa de un licenciado, Cabra, que le hará sufrir “hambre imperial”. Estudia más tarde en Alcalá y de esa época se relatan en la novela las crueles y sucias novatadas de los estudiantes. Tras recoger la herencia que ha recibido de su tío, el verdugo de Segovia, que ha ajusticiado al propio padre de Pablos, y saber que su madre ha sido emplumada por bruja, decide cambiar el nombre, ir a la Corte e intentar ser aceptado como caballero. Después de una serie de aventuras con caballeros arruinados, clérigos, poetas, comediantes y monjas, determina pasar a Indias para cambiar de fortuna. Pero la frase, de origen clásico, que cierra la obra ya delata que no será posible pues “fueme peor, como v. m. verá en la segunda parte, pues nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar y no de vida y costumbres”.

Aunque haya en la obra una intención social, no siempre coherente y clara, el valor de esta novela reside esencialmente en el uso que el autor hace de la palabra. No existe, como en el Lazarillo o en el Guzmán, una intención de crear un personaje verosímil, con voz propia, que dé una visión del mundo desde sus experiencias. Es cierto que, a veces, la voz del personaje se deja oír, pero lo normal es que se identifiquen autor y narrador y sea la voz literaria de Quevedo la que domine.

Sátiras morales y alegóricas

Son, sin duda, las piezas narrativas más interesantes. Los Sueños y La hora de todos pertenecen a este género que suele conocer como sátira menipea, procedente del griego Luciano.

-          Los Sueños. Escritos en diferentes fechas, los Sueños y discursos se publicaron en 1627. Son los siguientes: El sueño del Juicio Final, El alguacil alguacilado, El sueño del Infierno, El mundo por de dentro y el Sueño de la Muerte. Se trata de piezas breves en las que el autor sueña que se encuentra en el infierno o en el día del juicio final o con la Muerte o con un anciano, o bien oye a un demonio que está metido en un alguacil. El artificio narrativo permite al autor presentar un divertido y caricaturesco desfile de personajes-“figuras”- de todas las épocas y profesiones y descubrir cómo es realmente el mundo por dentro. Tras el velo de la risa, se encuentra la visión ética y filosófica de Quevedo.

-          La hora de todos. En esta obra la Fortuna, enviada por Júpiter, va a hacer que en una hora determinada todo y todos se manifiesten como verdaderamente son. Es una estupenda sátira de la sociedad y de la política. Se incluye también un feroz ataque al conde-duque y a sus colaboradores, que sólo se preocupan del dinero.

Obras políticas

Es el grupo más extenso. Las más importantes son Política de Dios y Marco Bruto se glosa el texto de Plutarco. Aparte de su interés político –una reflexión sobre la tiranía-, Marco Bruto está escrito con el estilo que se conocía como “ático”, que consiste en decir mucho con pocas palabras. Quevedo siempre lo había utilizado, pero aquí lo lleva al límite.

Obras ascéticas y filosóficas

Entres sus obras ascéticas destacan La cuna y la sepultura, Virtud militante y Providencia de Dios. Escribió también biografías de santos, como la de San Pablo.

La principal obra filosófica es Defensa de Epicureo, donde trata del origen y contenido del estoicismo.

Obras filológicas

Quevedo, que conocía bien el latín, medianamente el griego y regular el hebreo, tradujo en verso y comentó al profeta Jeremías y la colección de poemas que se atribuía al poeta griego Anacreonte. Comentó y glosó el Libro de Job y trató de los orígenes de la lengua en España defendida. Su mayor mérito en estas empresas fue editar la poesía de Fray Luis de León y la de Francisco de la Torre. No llegó a publicar la anunciada de Francisco de Aldana, poeta a quien tanto debe.

Traducciones

Además de las ya mencionadas en las obras filológicas, tradujo del latín epístolas de Séneca; del italiano El Rómulo, obra política; y del francés Introducción a la vida devota de San Francisco de Sales.

3.3 Estilo

Desde muy joven Quevedo se enfrentó violentamente a Góngora y, con mayor virulencia, a raíz de la difusión de Polifemo y de las Soledades. Fue, en gran parte, una cuestión personal, motivada probablemente por el deseo de superación, pues ambos partían de unos mismos principios lingüísticos: conseguir, por medio de juegos de palabras conceptos nuevos. Pero detrás estaba también la ideología: Quevedo veía en el culteranismo un ataque a la lengua transmitida, una “hipocresía” lingüística que ocultaba, como las nuevas costumbres –modas, cosméticos, pelucas, dentaduras postizas, lujos-, la realidad. La poesía gongorina, como la sociedad de su tiempo, estaba corrompida.

Quevedo utilizó en numerosas ocasiones las metáforas a la manera cultista (“relámpagos de risa carmesíes”), pero en general, prefirió otras fórmulas más económicas para provocar conceptos. Si en prosa tendió a la llamada prosa ática, decir mucho con pocas palabas, en poesía ese es el estilo habitual. De ahí que prefiriera recursos como los siguientes:

-          La metáfora que tenía a la personificación o a la cosificación: “En los claustros del alma, la herida yace callada”, “un orejón con tocas”-o los juegos de palabras basados en paronomasias –“Una incrédula de años/ de las que esconden el fue”-, en lugar de “incrédula de la fe”.

-          La polisemia: “largo sólo en el talle”, donde “largo” tiene un doble significado, “largo” y “generoso”.

La originalidad no radica en el uso de estos recursos, sino en la novedad de las relaciones conceptuales, en la “agudeza verbal”.

4. Baltasar Gracián

Baltasar Gracián Morales nació en 1601 en Belmonte (Zaragoza), una aldea próxima a Calatayud. Era hijo de médico y, desde muy joven, estudió con los jesuitas, en cuya orden fue sacerdote. Su vida transcurrió como profesor de Gramática y de Teología en los colegios del reino de Aragón, como Zaragoza, Tarragona, Valencia, Huesca y Lérida. Su estancia en Huesca tuvo especial relevancia al mantener estrecho contacto con las tertulias del célebre anticuario y bibliófilo, don Juan de Lastanosa. Muy independiente, tuvo numerosos problemas con la orden jesuística hasta el punto de que en sus últimos años pretendió irse a otra orden mendicante. Publicó casi toda su obra sin el permiso de sus superiores con los seudónimos de Lorenzo Gracián, el nombre de su hermano, y de Baltasar de Morlanes, anagrama incompleto. Participó, al parecer heroicamente, en el sitio de Lérida, y murió en Tarazona (Zaragoza) el aso 1659.

Gracián, como se usaba en su tiempo y más siendo jesuita, puso su pluma al servicio de la moral y de la política. Todas sus obras están dedicadas a formar seres humanos capaces de defenderse en la difícil tarea de saber vivir y moverse con cautela en la sociedad de su tiempo. Salvo El Comulgatorio, obra en la tradición de los manuales de meditación, Gracián escribió obras esencialmente mundanas, lo que no gustó demasiado, o nada, a los superiores de su orden.

Tratados aforísticos y políticos

Una parte importante de sus escritos está constituida por una serie de libritos, de tamaña diminuto, pues “los libros no se escriben para ejercitar los brazos sin los ingenios”, de tipo aforístico sentencioso. Son El Héroe, El político don Fernando, el Oráculo manual y El Discreto.

-          El Héroe es una colección de aforismos glosados –“primores”, los denomina- para formar un perfecto hombre de Estado.

-          El Político don Fernando es un panegírico, imitando a Plinio el Joven, de la figura de Fernando el Católico, cuyos hechos y dichos se generalizan para presentar la idea del perfecto gobernante.

-          Oráculo manual y arte de prudencia y El discreto son dos tratados en los que da una amplia serie de consejos para saber moverse en palabras y obras en el mundo de su tiempo, que, en realidad, se generaliza para cualquier época, pretérita, presente o futura. Hasta tal punto ocurre lo que presuponía el escritor, que Oráculo manual, uno de los libros más leídos, se vende hoy como best-seller en los supermercados norteamericanos.

Estas obras, escritas en una prosa ática y cortada –“lo bueno si breve dos veces bueno”- son “artes de prudencia”, que enseñan a bandearse con éxito en la compleja sociedad barroca.

Agudeza y arte de ingenio

Gracián quiso también componer un arte del “concepto”, de la “agudeza”. Es Agudeza y arte de ingenio –publicada en 1642 y ampliada en 1648- el intento más interesante y lúcido que nunca se ha hecho para organizar el “concepto” o “la relación que se establece entre dos objetos”. En realidad, se trata de una clasificación aristotélica que parte de los Tópicos y de la Retórica. La “agudeza simple” se clasifica por los tópicos “intrínsecos” y “extrínsecos”- causas, fines, efectos, medios, comparaciones, etc.- y la “agudeza compleja” se refiere a la composición de una obra, por ejemplo una novela. El Criticón es como agudeza compleja una “epopeya”, tal como Gracián la define.

Agudeza y arte de ingenio es, además, una amplia antología de textos del Cancionero General, de Góngora, de Antonio Hurtado de Mendoza, de Paravicino, de Alemán y de numerosos autores antiguos y modernos.

El Criticón

La obra, sin duda, más importante de Gracián es El Criticón, que se publicó en tres partes bajo seudónimo de Lorenzo de García Morales, anagrama del autor con el nombre de su hermano y sus apellidos. Se trata de una novela “crítica”, no en vano va dividida en “crisis” o “vituperaciones”, ejercicios retóricos opuestos a las “alabanzas”.

Gracián quiso exponer en esta novela bizantina alegórica los problemas que plantea la vida humana, desde el nacimiento hasta la muerte, siguiendo en sus partes las cuatro estaciones como se indica en los títulos (“En el Invierno de la Vejez, por ejemplo, es el último). Naturlmente, toda la obra va dirigida a la salvación del alma.

El argumento que en su germen deriva de tradiciones árabes, como el Filósofo autodidáctico de Aben Tofail, es a grandes trazos el siguiente:

El náufrago Critilo llega a la isla de Santa Elena donde se encuentra a Andrenio, víctima también de otro naufragio anterior. Andrenio, que tiene perfecto uso de razón a pesar de haberse criado desde niño con las fieras, aprende a hablar y, tas contarle a Critilo quién es, descubre que es su hijo. Llega una nave, se embarcan en busca de la madre y esposa y se dirigen al mundo. Tras numerosos episodios por Europa y España, en los que en un viaje iniciático, Andrenio y Critilo, gracias a numerosos y extraños guías –como El Descifrador o El Adivino – van aprendiendo lo que es la vida, acaban en la isla de la Inmortalidad.

En la obra -que tiene numerosísimas fuentes, como la novela bizantina, la sátira menipea, los tratados políticos y morales, los libros de aforismos y apotegmasy, en general, la literatura clásica y la realidad cortesana del momento- Gracián traza una admirable alegoría del hombre y de las creencias de su tiempo.

En El Criticón se novelizan los tratados anteriores y en su prosa, muy rica de matices, todo cabe: desde el estilo descriptivo “asiano” hasta la lengua coloquial, con aragonesismos incluidos, pasando por la tradición sentenciosa clásica y el refranero. Gracián es “ático” y “asiano”, síntesis de la prosa de la época. Como creación literaria es lo mejor que se escribió en la segunda mitad del siglo, y como documento social, es imprescindible. Se comprende que Gracián fuera muy admirado en Europa y que para Nietzche y Shopenhauer fuera uno de sus autores predilectos.

 

 

 ACTIVIDADES

1. Escucha el siguiente poema de Quevedo y relaci'onalo con la cancion Todo por la napia de Siniestro total.

 

http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/a-un-hombre-de-gran-nariz-soneto--0/audio/

 

   La muerte acompaña a Quevedo a visitar a los muertos

Luego, tras ellos, empezó a entrar un gran golpe de gente. Eran los primeros habladores, y parecían azudas en conversación. Unos hablaban de hilván, otros a borbotones, otros a chorretadas, y otros a cántaros. Estos me dijeron eran habladores diluvios, sin escampar de día ni de noche, gente que hablaba entresueños y que madrugaba a hablar. Había también habladores secos y habladores que llamaban del rocío y de la espuma, perso­nas que granizaban de perdigones, otros, tarabillas; hombres que se iban de palabra como de cámara, y que ha­blaban a toda furia. Otros habladores había nadadores, que hablaban nadando con los brazos hacia todas partes y tirando manotadas y coces. Otros, simios, haciendo gestos y visajes. Venían los unos consumiendo a los otros.

Síguense a éstos los chismosos, muy solícitos de orejas, muy atentos de ojos y muy encarnizados de malicia. Y andaban hechos uñas de las vidas ajenas, espulgándolas a todas. Tras ellos venían los mentirosos, muy gordos, contentos, risueños, bien vestidos y medrados, con un gran auditorio de mentecatos y ruines. Detrás de éstos ocupaban el último lugar los entremetidos, muy soberbios, satisfechos y presumidos, que son las tres lepras de la honra del mundo. Venían injiriéndose en los otros y penetrándose en lodo, tejidos y enmarañados en cual­quier negocio. Eran las lapas de la ambición y los pulpos de la prosperidad. Como los vi los postreros, pregunté la causa, y cómo venían tan apartados de los demás, y respondiéronme unos habladores, sin preguntárselo yo a ellos:

Estos entremetidos son la quintaesencia de los enfadosos, y por eso no hay otra cosa peor que ellos.

En esto estaba yo considerando la diferencia grande del acompañamiento y no sabiendo imaginar quién pudiese venir tras tanta máquina de gente tan diversa en oficios y humores. Entró una que parecía mujer, muy galana, llena de coronas, cetros, hoces, abarcas, chapines, tiaras, caperuzas, mitras, monteras, brocados, pellejos, seda, oro, vidrios, diamantes, mármoles, terrones, perlas y guijarros. Con un ojo abierto y otro cerrado, vestida y des­nuda y de todos colores. Por un lado era moza, por otro vieja. Unas veces venía despacio y otras aprisa. Y parecía que estaba cerca. Y así, cuando pensé que empezaba a entrar, estaba ya a mi cabecera. Yo, viendo tan extraño ajuar y tan disparatada compostura, me quedé como hombre que le preguntan qué es cosa y cosa. No me espantó, pero suspendiose, aunque no sin risa, porque, bien mirada, era figura donosa. Pregunte quién era, y dijome, sin más ni más, con una voz muy seca y delgada:

La muerte.

¡La muerte! Quedé pasmado y apenas abrigué en el corazón algún aliento para respirar, cuando muy torpe de lengua, dando con las razones, la dije:

Pues ¿a qué vienes?

Por ti —dijo.

¡Jesús mil veces! Muérome según eso.

No, no te mueres —dijo ella—. Vivo has de venir conmigo a hacer una visita a los difuntos, que pues han ve­nido tantos muertos a los vivos, razón será vaya un vivo a los muertos y que estos sean oídos. ¿Has oído decir que yo ejecuto sin embargo? Alto, ven conmigo.

Perdido de miedo, y casi fuera de mí, la dije entonces:

Pues ¿cómo? ¿No me dejarás vestir?

Vestir —respondió ella— no es menester, que conmigo nadie va vestido, ni soy embarazosa. Yo traigo los tras­tes de todos, porque vayan más ligeros.

Fui con ella donde me guiaba, si bien iba tan poseído del espanto, que no sabré decir por dónde. En el camino la dije:

Yo no veo señas de la muerte, porque allá nos la pintan con unos huesos descarnados, con su guadaña.

ACTIVIDADES

 

  1. Explica las características propias del estilo conceptista a partir de este texto de Quevedo y pon ejemplos concretos tomados del mismo.

  2. ¿Qué elementos descriptivos se utilizan para caracterizar a la muerte? ¿Corresponden a la tradición?

  3. En este texto, el autor aparece como un personaje más. Explica cómo se presenta Quevedo a sí mismo como personaje?

  4. Explica la actitud que tiene Quevedo ante la sociedad de su época. Apoya tus afirmaciones con ejemplos tomados de este texto.

5. Quevedo tiene una filosofía sobre la muerte que aparece reflejada en este texto. Busca algunos versos de diferentes poemas suyos en los que se pueda apreciar esa misma concepción sobre la vida y la muerte.

 

El criticón, Baltasar Gracián

 

Cauta, si no engañosa, procedió la naturaleza con el hombre al introducirle en este mundo, pues trazó que entrase sin género alguno de conocimiento para deslumbrar todo reparo: a oscuras llega, y aún a ciegas, quien comienza a vivir, sin advertir que vive y sin saber qué es vivir. Críase niño, y tan rapaz, cuando llora, con cualquier niñería le acalla y con cualquier juguete le contenta.

Parece que le introduce a un reino de felicidades y no es sino un cautiverio de desdichas; que cuando llega a abrir los ojos del alma, dando en la cuenta de su desengaño, háyase empeñado sin remedio; vese metido en el lodo del que fue formado, y ya qué puede hacer sino pisarlo, procurando salir de él como mejor pudiere? Persuádome que, si no fuera con este universal ardid, ninguno quisiera entrar en tan engañoso mundo y que pocos aceptaran la vida después si tuvieran estas noticias antes. Porque quien sabiéndolo, quisiera meter el pie en un reino mentido y cárcel verdadera a padecer tan muchas como varias penalidades: en el cuerpo, hambre, sed, frío, calor, cansancio, desnudez, dolores, enfermedades; y en el ánimo, engaños, persecuciones, envidias, desprecios, deshonras, ahogos, tristezas, temores, iras, desesperaciones; y salir al cabo condenado a miserable muerte, con pérdida de todas las cosas, casa, hacienda, bienes, dignidades, amigos, parientes, hermanos, padres y la misma vida cuando más amada? Bien supo la naturaleza lo que hizo y mal el hombre lo que aceptó. Quien no te conoce, Oh vivir, te estime; pero un desengaño tomará antes haber sido trasladado de la cuna a la urna, del tálamo al túmulo.

Presagio común es de miseria el llorar al nacer, que aunque el más dichoso cae de pies, triste posesión toma; y el clarín con que este hombre rey entra en el mundo, no es otro que su llanto, señal que su reinado todo ha de ser de penas; pero cuál puede ser una vida que comienza entre los gritos de la madre que la da y los llantos del hijo que la recibe? Por lo menos, ya que le faltó el conocimiento, no el presagio de sus males, y si no los concibe, los adivina.

- Ya estamos en el mundo-dijo el sagaz Critilo al incauto Andrenio al saltar juntos en tierra-. Pésame que entres en él con tanto conocimiento porque se te ha de desagradar mucho. Todo cuanto obró el Supremo Artífice está tan acabado que no se puede mejorar, mas todo cuanto han añadido los hombres es imperfecto. Criólo Dios muy concertado y el hombre lo ha confundido digo, lo que ha podido alcanzar, que, aun donde se ha llegado con el poder, con la imaginación ha pretendido trabucarlo. Visto has, hasta ahora, las obras de la naturaleza y admirándolas con razón; verás de hoy adelante las del artificio, que te han de espantar. Contemplando has las obras de Dios; notarás, las de los hombres y verás la diferencia. ¡Oh, cuán otro te ha de parecer el mundo civil del natural, y el humano del divino! Ve prevenido en este punto, para que ni te admieres de cuanto vieres ni te desconsueles de cuanto experimentares

 

 

Actividades

 

  1. Distingue las partes en que se puede dividir el fragmento de Gracián y justifica tu división.

  2. ¿Se puede calificar este texto de barroco? Razona la respuesta.

  3. Explica la actitud del autor ante la vida. Compárala con la de Quevedo.

  4. Compara la idea del hombre en Gracián con otros autores de distintas épocas, como Rousseau, por ejemplo.

  5. Critilo desempeña el papel de consejero de Andrenio. ¿Recuerdas alguna obra en que aparezca este recurso?

  6. Argumenta la clásica polémica “¿El hombre es un lobo para el hombre?

 

 

https://www.youtube.com/watch?v=80hTcq-cydo

 

La poesía del siglo XVII. Góngora

1. La renovación poética

Como ya se ha señalado, hacia 1580 aparece un grupo importante de poetas que intenta renovar la lengua y los temas de la poesía del siglo XVI, tanto en la tradición de origen italiano y clásico –Garcilaso, Fray Luis de León y Herrera-, como en la tradición octosilábica de los cancioneros y los romanceros.

Fue ésta una época de gran desarrollo de la poesía lírica, épica y dramática –el teatro es en verso- en toda España. Se ha intentado una clasificación por escuelas; las más importantes fueron la sevillana, la antequerano-granadina, la aragonesa y la madrileña.

-          La escuela sevillana toma como modelo a Herrera. Sus poetas más importantes fueron Juan de Arguijo, Francisco de Rioja y Andrés Fernández de Andrada, el autor de la Epístola moral a Fabio.

-          La escuela antequerano-granadina tiene como autores más reconocidos a Pedro Espinosa y, sobre todo, a Góngora.

-          La escuela aragonesa está representada por los hermanos Lupercio y Bartolomé Leonardo de Argensola, coetáneos de Lope de Vega y Góngora, que practicaron una poesía de corte horaciano, muy clásica.

-          La escuela madrileña está formada por numerosísimos poetas, entre ellos Lope de Vega y Quevedo.

 

Como la poesía es imitación de unos modelos, esta distinción por escuelas se borra en numerosos casos particulares, de acuerdo con el género. Es cierto que hay un abismo estético entre los Argensola y Góngora, por ejemplo, pero no entre aquéllos y numerosos poetas andaluces, como es el caso de Fernández de Andrada. En realidad, los grandes modelos de la época fueron los Argensola, Lope de Vega, Góngora, Quevedo y Calderón. La estética d estos tres últimos siguió viva hasta la Ilustración.

 

2. Temas, géneros y metros

En esa época, todo podía ser material poético: un motivo histórico antiguo o moderno, un personaje mitológico, una fiesta, un aspecto moral o filosófico –la brevedad de la vida, el desengaño-, un objeto -unas ruinas, una roa que ha crecido y brota por el ojo de una calavera- y, desde luego, el amor.

Es una poesía de contrastes, porque si bien se advierte en ella una vela meditativa ante un mundo difícil y engañoso donde nada está firme, casi todos los temas podían tratarse desde una perspectiva burlesca. Es quizá Góngora el poeta que mejor refleja el mundo de contrastes de la poesía barroca al mezclar lo grave y lo serio, lo culto y lo popular.

Esta época es también, precisamente el momento de mayor desarrollo de la poesía satírica, que no sólo atacaba el vicio, como quería Horacio y practicaban los Argensola, sino también al vicioso. Las sátiras personales de Góngora, el conde de Villadiana y Quevedo, aunque piezas maestras del género, son absolutamente desalmadas. Incluso después de muerto Góngora, Quevedo sigue zahiriéndole con una ferocidad inusitada. El propio Lope, que no se prodigó en el género, tuvo que salir desterrado de Madrid por haber compuesto una colección de libelos en prosa y verso contra su amada Elena Osorio y su familia.

Por lo que respecta a la métrica, lo más destacable es el gran desarrollo del soneto y del romance para todo tipo de temas. Aparecieron dos nuevas estrofas: la décima y la silva. La décima es una variante de la copla real medieval, que se caracteriza por su estructura silogística (abab:ac:cdcd), y que, suelta, servía par el género epigramático y, en serie, para bastante géneros. Lope señaló su función dramática: “las décimas son buenas para quejas”.

 

3. Luis de Góngora

 

Luis de Góngora y Argote, de familia de juristas y clérigos intelectuales, nació en Córdoba en 1561. Estudió Leyes en Salamanca y, al parecer, no llegó a terminar la carrera. Ordenado de menores, vivió siempre de los beneficios eclesiásticos que le cedió su tío materno y en sus últimos años, ya sacerdote, de la Capellanía Real que obtuvo en 1617, gracias a los favores del conde Villamediana. Habitualmente residió en su ciudad natal, salvo una breve estancia en Valladolid en 1603, donde se enemistó con el joven Quevedo, y otras en Madrid en 1609 (para pretender un puesto junto al futuro virrey de Nápoles, el conde de Lemos) y de 1617 a 1626. Murió en córdoba en 1627.

 

3.1 La obra

Consta la obra de Góngora de poemas populares –romances y letrillas- y poemas cultos: canciones, sonetos y tres grandes poemas: la Fábula de Polifemo y Galatea, las Soledades y el Panegírico del duque de Lerma -. Es autor también de dos comedias: Las firmezas de Isabela y El doctor Carlino. Se conservan algunas cartas sobre crítica literaria y un epistolario muy interesante para conocer las angustias económicas de Góngora, que en los últimos años fue desalojado de su casa, la cual pasó a ser alquilada nada menos, que por Quevedo.

Desde sus primeros romances y letrillas, que se transmitían cantados, y sus sonetos, divulgados por vía manuscrita, fue Góngora el poeta más famoso, apreciado y temido de su tiempo. Los romances aparecieron en general anónimos en las distintas colecciones que constituyeron el famoso Romancero General de 1600. En la célebre antología de Pedro Espinosa, Flores de poetas ilustres (1605), Góngora es el poeta que figura con mayor número de composiciones, casi cuarenta frente a la veintena de Lope o Quevedo.

Góngora preparó una edición de sus obras, pero no pudo llevarla a cabo. El mismo año de su muerte se publicaron incompletas y ya en los años siguientes aparecieron varias ediciones con comentarios, pues Góngora, ya en vida, fue poeta que, por la dificultad de su lectura y las polémicas literarias que desataron algunas de sus obras, se convirtió en un clásico. Los comentaristas más importantes fueron Salazar Mardones, Pellicer y Salcedo Coronel. Y, caso insólito en la historia de la poesía antigua –salvo Petrarca-, sabemos la cronología de la mayoría de las composiciones gracias a un precioso manuscrito mandado compilar por don Antonio Chacón, amigo de Góngora.

 

3.2 El problema de los dos estilos de Góngora

La difusión de Polifemo y de las Soledades en copias manuscritas por los corrillos literarios de Madrid entre 1612 y 1614 suscitó de inmediato una dura polémica entre los defensores y los detractores de ambas obras sobre “el nuevo estilo de don Luis”. Unos y otros vieron un cambio entre estas composiciones y las anteriores. Y esa fue la opinión de la crítica hasta el presente siglo, en que algunos estudiosos del poeta, como Dámaso Alonso, el mejor conocedor de la obra del cordobés, defendieron la tesis de un proceso evolutivo. Y, en efecto, la casi totalidad de los procedimientos literarios –cultismos, metáforas, fórmulas sintácticas- se encuentra en sus obras anteriores y en las de otros poetas. Por ejemplo, en este soneto de 1593 se halla un claro embrión del tema y procedimiento de las Soledades.

 

     De un caminante enfermo

que se enamoró donde fue hospedado

 

 

Descaminado, enfermo, peregrino,

en tenebrosa noche, con pie incierto,

la confusión pisando del desierto,

voces en vano dio, pasos sin tino.

 

Repetido latir, si no vecino,                   5

distinto oyó de can siempre despierto,

y en pastoral albergue mal cubierto

piedad halló, si no halló camino.

 

Salió el sol, y entre armiños escondida,

somnolienta beldad con dulce saña                 10

salteó al no bien sano pasajero:

 

pagará el hospedaje con la vida;

más le valiera error en la montaña

que morir de la suerte que yo muero.

 

Sin embargo, parece claro que a partir de 1609, cuando Góngora, desengañado de la corte, se retira a Córdoba, busca una poética nueva, acumulando recursos expresivos anteriores e introduciendo otros innovadores. Esta voluntaria concentración de procedimientos estilísticos –cultismos léxicos y sintácticos y tropos, esencialmente, pero también continuos juegos de conceptos-, que constituye una poética nueva, elitista, alejada del vulgo, es la que se da en toda su obra a partir de Polifemo y las Soledades. Ya en el Panegírico al duque de Lerma (1617), poema en octavas reales dedicado a ensalzar la figura del valido, y que quedó inconcluso por la muerte de éste, se advierte que Góngora comienza a imitarse a sí mismo.

 

3.3Fábula de Polifemo y Galatea (1611-1612)

 

Se trata de un poema mitológico de 63 octavas reales, basado en un pasaje de las Metamorfosis de Ovidio.

En Sicilia, el monstruoso cíclope Polifemo está enamorado de la delicada ninfa Galatea. En una calurosa tarde de verano, se enamoran la ninfa y el joven Acis, hijo de un fauno y una ninfa. Cuando ambos están disfrutando de sus amores, Polifemo los descubre y arroja sobre Acis una gran roca que lo aplasta. La sangre del joven fluye y se convierte en agua: es la metamorfosis de Acis en fuente y río.

En este fragmento del poema, que tanto sorprendió por sus novedades a los defensores y detractores del poeta, pueden observarse las dificultades que ofrece a un lector no familiarizado con la tradición clásica:

 

Donde espumoso el mar siciliano

el pie argenta de plata al Lilibeo

(bóveda o de las fraguas de Vulcano,

o tumba de los huesos de Tifeo),

pálidas señas cenizoso un llano

-cuando no del sacrílego deseo-

del duro oficio da. Allí una alta roca

mordaza es a una gruta de su boca.

 

La explicación de estos versos es la siguiente:

 

El mote Lilibeo, en la parte más occidental de Sicilia, está aquí, por sinécdoque, referido a toda la isla. En ella y bajo el volcán Etna, la tradición clásica situaba las fraguas del dios del fuego Vulcano. Se alude también en el fragmento al gigante Tifeo que, rebelado contra Júpiter, fue derribado a tierra y enterrado en Sicilia. Un llano con cenizas del volcán muestra las señales de ambos casos, bien de las del sacrílego deseo del gigante. Una roca tapa la entrada de una gruta, que es como la boca del monte Lilibeo.

 

3.4 Soledades (1612-1614)

 

Poco después del Polifemo, Góngora compuso su poema más celebrado y criticado: Soledades. El proyecto inicial era, al parecer, el de escribir cuatro Soledades, pero sólo está completa la primera (2028 versos); la segunda (979 versos) quedó inconclusa. La obra, esencialmente lírica y descriptiva, presenta un hilo argumental que revela la existencia de un proyecto narrativo afín al de la novela bizantina o de aventuras.

Una primavera, un bello y joven náufrago, ausente y desdeñado de su dama, arriba, aferrado a una tabla, a la playa de un imponente acantilado. Al anochecer consigue llegar a lo alto y ve a lo lejos una luz. Tras atravesar un bosque, llega a las chozas de unos cabreros, que lo acogen con gran afecto. A la mañana siguiente un anciano cabrero que, según se deduce, fue soldado en su juventud, le enseña el lugar. Asiste a unas bodas campesinas, extenso episodio en el que se describen las danzas y juegos de los lugareños y los distintos tipos de animales que servirán de festín.

En la Soledad segunda, el peregrino conoce a unos pescadores y se describen los diferentes tipos de pescado que con distintas artes capturan las bellas hijas de un anciano pescador. De improviso, de un palacio que se levanta en las riberas de la ría sale un tropel de cazadores muy ricamente ataviados y se describen las distintas aves de presa que probablemente continuaría con la revelación de la condición del joven.

La obra está compuesta en silvas, nuevo género métrico que consiste en la mezcla de endecasílabos y heptasílabos sin sistema fijo, pero con rima consonante. Los enigmáticos versos que abren el poema explican la elección del metro:

 

Pasos de un peregrino son errante

cuantos me dictó veros dulce musa,

en soledad confusa,

perdidos unos, otros inspirados.

 

Los pasos son tanto los del peregrino protagonista, como los pies métricos, de ahí que los primeros estén “perdidos” y los segundos estén inspirados por la dulce musa. La silva era ideal para reflejar tanto el contenido –una selva, un lugar solitario (“una soledad”)- como el fluir errante de los pasos del peregrino y de los pasos métricos.

 

Se da la paradoja de que por medio de una de las poéticas más complejas y difíciles que se han concebido, en las Soledades se entona uno de los más fervorosos cantos a la Naturaleza y a lo natural, al mundo rural, cotidiano, de campesinos y pescadores y se muestra un abierto rechazo hacia el mundo cortesano. Véase, por ejemplo, la descripción del desayuno que le ofrecen los cabreros al náufrago recién llegado:

 

Limpio sayal en vez de blanco lino
Cubrió el cuadrado pino;
Y en boj, aunque rebelde, a quien el torno
Forma elegante dio sin culto adorno,
Leche que exprimir vio la Alba aquel día
—Mientras perdían con ella
Los blancos lilios de su frente bella—,
Gruesa le dan y fría,
Impenetrable casi a la cuchara,
Del viejo Alcimedón invención rara.

Por medio de la palabra, los objetos de la vida cotidiana (una mesa, un mantel, la leche, la cuchara) cobran una belleza insólita.

 

3.5. Romances y letrillas

Góngora fue muy admirado siempre por su poesía octosilábica, transmitida generalmente con música y en la que destaca la capacidad conceptista, presente sobre todo en las obras burlescas, muy abundantes en los géneros de los romances y letrillas. Compuso un centenar de romances y numerosas letrillas.

En el romancero practicó todos los temas, desde los pastoriles y moriscos, a los de cautivos, mitológicos, carolingios y líricos. Los mismos temas pueden ser tratados en serio, en tono burlesco o incluso mezclando una y otra actitud en un mismo romance, como ocurre también en otras obras. Precisamente esta atracción polar hacia lo ideal y hacia lo bajo y soez es uno de los rasgos más característicos del poeta. Caso ejemplar es el romancillo “Noble desengaño”, que, compuesto en tono grave, al llegar a la mitad cambia radicalmente:

 

Pero ¿quién me mete

En cosas de sexo

y en hablar de veras

en aquestos tiempos,

donde el que más trata

burlas y juegos

es el se viste

más a lo moderno?

 

Fueron muy famosos los romances “Hermana Marica”, “Amarrado al duro banco”, “Servía en Orán al rey”, “Angélica y Medoro”, entre otros. Ya había tratado Góngora los temas mitológicos en tono burlesco, por ejemplo, en la fábula de Leandro y Hero (“Arrojóse el mancebito./al charco de los atunes”) y a este género pertenece uno de los textos más difíciles de este autor: la Fábula de Píramo y Tisbe. En este romance de 1618, el poeta mezcla lo burlesco y lo grave, lo popular y lo culto, creando una cadena complejísima de conceptos.

 

3.6 Sonetos y otras composiciones de arte mayor

 

Góngora, como la inmensa mayoría de los poetas de su tiempo, sintió especial atracción hacia el soneto, cuya estructura cerrada permitía lucir las habilidades formales y conceptuales. Compuso cera de dos centenares. Trató todos los temas del género: lírico-amoroso, mitológico, moral, epitafio, panegírico, satírico, etc. Hasta 1600 no suele utilizar el endecasílabo –ni por consiguiente los sonetos- para las burlas y acude al octosílabo como metro menos grave. A partir de esas fechas abundan los sonetos burlescos y satíricos y los laudatorios y morales. Formalmente, los más juveniles, como ocurre con Lope de Vega, están construidos con gran perfección estructural, siguiendo la moda italiana del uso frecuente de la correlación, con diseminación y recolección de los términos correlativos. Véase un ejemplo característico del uso de este recurso en el soneto dedicado a Córdoba, escrito en 1585 desde Granada:

¡Oh excelso muro, oh torres coronadas

de honor, de majestad, de gallardía!

¡Oh gran río, gran rey de Andalucía,

de arenas nobles ya que no doradas!

¡Oh fértil llano, oh sierras levantadas

que privilegia el cielo y dora el día!

¡Oh siempre glorïosa patria mía,

tanto por plumas cuanto por espadas!

Si entre aquellas rüinas y despojos

que enriquece Genil y Dauro baña

tu memoria no fue alimento mío,

nunca merezcan mis ausentes ojos

ver tu muro, tus torres y tu río,

tu llano y sierra, ¡oh patria!, ¡oh flor de España!

 

Entre los poemas mayores restantes, poco numerosos, destacan la Canción a la toma de Larache y el poema en tercetos en que el autor se despide de la corte y se retira a Córdoba y que comienza “Mal hay el que en señores idolatra/ y en Madrid desperdicia sus dineros…”. En la canción citada aparece ya el “nuevo estilo” de los grandes poemas. Véase el principio, en el que el poeta relata la desembocadura del río Luco en Larache, en el Atlas,y que se vertebra con dos metáforas, la del “río-serpiente” y la del “río-vasallo”.

 

 De la toma de Larache

 

      En roscas de cristal serpiente breve,       

      por la arena desnuda el Luco yerra,   

      el Luco, que, con lengua al fin vibrante,      

      si no niega el tributo, intima guerra 5     

     al mar, que el nombre con razón le bebe    

    y las faldas besar le hace de Atlante.

 

3.7 Teatro

Compuso Góngora dos comedias: Las firmezas de Isabela y El doctor Carlino, esta última incompleta.

Se trata de dos obras extrañas a la comedia de su tiempo, pues ni los personajes –mercaderes, médicos-, ni la trama corresponden más que en algunos rasgos a los de la comedia nueva. Da la sensación de que Góngora se enfrentó a esos modelos y que intentó un tipo de comedia más sujeto a unas normas clásicas, con una lengua poética que es una mezcla de lo culto y lo popular, llena de agudezas y dificultades.

 

4. Culteranismo y conceptismo

La crítica, desde le siglo XIX, suele hablar de dos grandes corrientes estéticas en la poesía y en la prosa de la época: culteranismo y conceptismo.

-          El culteranismo, también denominado gongorismo, se identifica con los recursos utilizados por Góngora en sus dos grandes poemas: embellecimiento de la realidad a través de metáforas e imágenes y uso continuado de los recursos ya señalados (sintaxis latinizante, cultismos, numerosas alusiones a la mitología y la tradición clásica en general, etc.)

-          El conceptismo es el movimiento literario que tiene a servirse del concepto, que Gracián define como “la relación que se establece entre dos objetos” y “lo que es para los ojos la hermosura, para el oído la consonancia, es para la inteligencia el concepto”. Más que por los aspectos formales, como en el culteranismo, los conceptistas se inclinarían por los juegos de palabras, paronomasias, dilogías, etc. Quevedo es el representante más característico de esta corriente literaria.

En la época sólo se reconoció la corriente de los culteranos, término acuñado por sus enemigos, a semejanza del término luteranos. En cambio, el conceptismo era una actitud característica de una estética barroca centrada en el ingenio. Buena prueba de ello es que en los ejemplos incluidos por Gracián en la Agudeza y arte e ingenio, el poeta más utilizado es Góngora, tanto el grave como el burlesco. Es otras palabras, los culteranos eran tan conceptistas como sus enemigos.

Las polémicas se planteaban desde otros presupuestos. Si se admitían los nuevos planteamientos poéticos gongorinos, se tambaleaban las reglas críticas basadas en las antiguas retóricas y poéticas de Aristóteles, Cicerón, Horacio y Quintiliano: dejaba de existir una crítica que juzgara de acuerdo con unas normas universales. Góngora, como ocurrió con Lope en el teatro, rompía con esas reglas clásicas. Sus detractores no le atacaron por los recursos utilizados sino por la acumulación continuada de los mismos. Esta acumulación continuada de los mismos. Esta acumulación convertía la obra en “oscura”, el peor de los defectos posibles según la tradición clásica. Sus defensores alegaron, con razón, que era “difícil”, pero no “oscuro”. Numerosos poetas que admitían una poesía culta, como Lope o Quevedo, no podían aceptar esa nueva poética. Sin embargo, los jóvenes se dejaron subyugar por ella y pronto se generalizó, y hasta se trivializó, en verso – en el teatro, por ejemplo, sobre todo en Calderón- y en prosa. A partir de la Ilustración sólo se admite, sin embargo, el “otro” Góngora. Todavía Unamuno le denomina “negro catedrático de poesía”. Fue la generación del 27, que celebró con estruendo el centenario de la muerte del poeta, la que revalorizó “los dos estilos de don Luis”

 
Actividades
 
 
 
 
 

Dineros son calidad, Luis de Góngora

Dineros son calidad
¡Verdad!
Más ama quien más suspira
(Mentira!

Cruzados hacen cruzados,
Escudos pintan escudos,
Y tahúres muy desnudos
Con dados ganan condados;
Ducados dejan ducados,
Y coronas majestad,
¡Verdad!

Pensar que uno sólo es dueño
De puerta de muchas llaves,
Y afirmar que penas graves
Las paga un mirar risueño,
Y entender que no son sueño
Las promesas de Marfira,
¡Mentira!

Todo se vende este día,
Todo el dinero lo iguala;
La corte vende su gala,
La guerra su valentía;
Hasta la sabiduría
Vende la Universidad,
¡Verdad!

 

ACTIVIDADES

 

  1. Explica los versos 5 a 10.

  2. ¿Qué tipo de composición métrica en el poema? ¿Cómo está estructurado?

  3. ¿Cuál es el tema del texto? ¿Es un tema frecuente en la época?

  4. ¿Cuál es la actitud que muestra Góngora hacia la sociedad de su tiempo?

 

De la brevedad engañosa de la vida, Luis de Góngora

 

Menos solicitó veloz saeta
destinada señal, que mordió aguda;
agonal carro en la arena muda
no coronó con más silencio meta,

que presurosa corre, que secreta,
a su fin nuestra edad. A quien lo duda
(fiera que sea de razón desnuda)
cada sol repetido es un cometa.

Confiésalo Cartago, ¿y tú lo ignoras?
Peligro corres, Licio, si porfías
en seguir sombras y abrazar engaños.

Mal te perdonarán a ti las horas,
las horas que limando están los días,
los días que royendo están los años.

 

 

ACTIVIDADES

 

  1. ¿En cuántas partes puede dividirse el poema? Razona la respuesta.

  2. ¿Qué quieren decir los versos 1-2?

  3. Crees que este poema de Góngora es culterano o conceptista? ¿Por qué?

De una dama que, quitándose una sortija, se picó con un alfiler, Luis de Góngora

Prisión del nácar era articulado 
de mi firmeza un émulo luciente, 
un dïamante, ingenïosamente 
en oro también él aprisionado. 

Clori, pues que a su dedo apremïado 
de metal, aun precioso, no consiente, 
gallarda un día, sobre impacïente, 
lo redimió del vínculo dorado. 

Mas ¡ay!, que insidïoso latón breve 
en los cristales de su bella mano 
sacrílego divina sangre bebe: 

púrpura ilustró menos indïano 
marfil, invidïosa sobre nieve 
claveles deshojó la Aurora en vano.

 

Actividades

 

  1. Resume el sentido literal de cada estrofa.

  2. ¿Cómo es el carácter de la protagonista?

  3. Partiendo de este texto, explica las características de la poesía gongorina.

  4. ¿Qué opinas del tema en relación al estilo?

  5. ¿Por qué crees que hay tantas ï en hiato? ¿Crees que tiene algo que ver con el tema?

El teatro del siglo XVII

 

1. El teatro antes de Lope de Vega

 

Cuando Lope comienza a componer sus obras, hacia 1580, conviven varias tradiciones dramáticas; autos, y églogas; el teatro clásico, la comedia nueva italiana; el teatro del colegio; y el teatro de corral de comedias.

 

1.1 Autos y églogas

 

Frente al resto de Europa, el teatro medieval apenas existió. Salvo el Auto, o mejor representación de los Reyes Magos (siglo XII), y una Pasión tradicional que se representaba en Toledo desde el siglo XIV. No volvemos a encontrar manifestaciones dramáticas hasta mediados del siglo XV. Se trata de los autos de tema bíblico o hagiográfico que se representaban en carros o plataformas transportables durante la festividad de Corpus. Estas obras se siguieron representando a lo largo del siglo XVI y son la base escénica de los autos sacramentales, que más adelante veremos al tratar de Calderón de la Barca.

 

El primer teatro profano deriva, curiosamente, de las Bucólicas de Virgilio (s. I a. C). De acuerdo con la teoría medieval de los géneros, esta colección de églogas en las que dialogaban unos pastores fueron consideradas piezas dramáticas y por la condición social de sus personajes pertenecían al género humilde, esto es, a la comedia. Surgió así, probablemente, al arrimo de la universidad de la ciudad de Salamanca, un tipo de pastor que poco se parecía a los refinados virgilianos. Se trata de un pastor rústico y gracioso que habla en sayagués, lengua de invención literaria que tiene como base el dialecto hablado en la zona de Sayago (Zamora). Los pastores navideños de las representaciones religiosas enseguida adquirieron esos rasgos cómicos y el personaje- el pastor bobo- pervivió en el teatro hasta el siglo XVIII. Juan del Encina, Lucas Fernández, Gil Vicente y Torres Naharro fueron los autores que le dieron su perfil dramático. Ciertos rasgos de él sobreviven en Sancho Panza y en los “graciosos” del teatro barroco.

 

 

1.2 El teatro clásico

En general, el teatro griego, aunque fue conocido en traducciones latinas, apenas influyó en el teatro español, que prefirió la tradición romana. Plauto y Terencio fueron los autores predilectos para la comedia y séneca para la tragedia. De los primeros, con sus injertos medievales -el tipo de Celestina, por ejemplo- proceden numerosos personajes y situaciones dramáticas. De las tragedias senequistas, compuestas para ser leídas, derivan las escenas violentas con gran derramamiento de sangre y apariciones fantásticas. Cervantes y Shakespeare siguen esta tradición a través del teatro del colegio.

 

1.3 La comedia nueva italiana

 

En Italia, la llamada “comedia nueva” adaptaba a la época los personajes y situaciones de la comedia romana. Se trata de obras escritas en prosa, en cinco actos y respetando las unidades. Lope de Rueda (1505?-1564) el famoso actor y autor de entremeses, transplantó a España esta comedia, pero eliminando las unidades, la división en actos y numerosos discursos, e introduciendo un 80 por ciento de pasajes cómicos, llamados pasos. En otras palabras, popularizó un tipo de obra que en Italia era era muy culto y creó, además el género del entremés, breve pieza cómica que solía representarse entre los actos y al final de las obras en el teatro posterior. Cervantes, que tanto lo admiró, celebraba la creación de esos tipos cómicos -soldados, fanfarrones, vizcaínos, negras, negras, moriscos, bobos- que tan bien representaba Lope de Rueda.

 

 

 

1.4 El teatro de colegio

 

Las universidades y colegios, en particular los de los jesuitas, con quienes estudiaron Lope de Vega y la mayor de los dramaturgos de la época, fomentaron las representaciones dramáticas que imitaban a los clásicos. Mantenían sus normas tanto en tragedias. Aunque escritas, por lo general, en latín podían incorporar pasajes en castellano con entremeses y escenas en verso con polimetría.

Este teatro gusta de la presencia de figuras morales y alegorías, como corresponde a un teatro esencialmente didáctico. De él derivan, como se ha indicado, numerosos rasgos del primer teatro de corral de comedias.

 

1.5 El teatro de los corrales de comedias

 

El corral de comedias era un amplio patio entre casas que se habilitaba para servir de teatro público. Las representaciones se hacían de día y, en ocasiones, se cubrían la escena y el patio con toldos para preservar del calor. Los estamentos y cargos más importantes se aposentaban en las galerías superiores; en el patio, el pueblo, con separación entre sexos. Estos corrales, que fueron surgiendo en Sevilla, Madrid, Valencia y otras ciudades hacia 1570, estaban regentados por los hospitales, de esa manera, podían sufragar los gastos de la beneficencia. Pronto aumentó el número de compañías profesionales y los días autorizados para las representaciones fueron cada vez más numerosos. Durante la octava del corpus se representaban los autos religiosos en carro, como en la tradición medieval. Los ayuntamientos pagaban muy bien a las compañías, que tenían la obligación de renovar el vestuario. Para ellas, estas representaciones por los distintos pueblos eran muy beneficiosas económicamente. Calderón fue el gran abastecedor de autos sacramentales.

Los corrales siguieron existiendo y acabaron transformándose en los actuales en los actuales teatros. Sin embargo, hacia 1620 comenzaron a llegar arquitectos italianos, como Cosme Loti, que montaron teatros portátiles, cubiertos

y con decorados (mutaciones). Aparecieron el telón de boca y la iluminación artificial. Alguna dama, al ver cómo se simulaba con lentejuelas el movimiento de las olas, se desmayó.

Ya en 1634 se inaugura el Teatro Real. Allí se representan obras que requieren una complejísima escenografía, a las que se suele denominar comedias de aparato. La música -se representaron óperas y zarzuelas- es ingrediente fundamental. También en este aspecto fue Calderón el más requerido por el rey.

El teatro representado en corrales de comedias y en casas particulares estaba escrito inicialmente en cuatro actos y en polimetría, y no se mantenían en general las unidades de tiempo, lugar y acción, salvo en las tragedias, muy escasas y casi circunscritas a los alrededores de 1580. Estas obras seguían el modelo de Séneca y se inspiraban en la tradición clásica o en la historia de España. Sus representantes más eximios fueron Juan de la Cueva, Cervantes, Lupercio Leonardo de Argensola y Cristóbal de Virués.

La tragedia pura desapareció con estos autores y su lugar fue ocupado por la comedia, en cuanto a la condición social de los personajes, y por la tragicomedia en cuanto al desenlace. Hacia 1590 ya Lope de Vega fija la llamada comedia nueva, que rápidamente recibió las críticas de los seguidores de Aristóteles y Horacio.

 

1.6 La crítica de los neoaristotélicos

 

Los aristotélicos defendían como reglas necesarias las siguientes.

  • Tajante distinción entre tragedia y comedia.

Se caracterizaba la tragedia por la acción -inició feliz, final triste-; por el carácter sublime de los protagonistas -dioses, reyes y alta nobleza-; por el grado de realidad el asunto tenía que ser histórico-; por la forma -la tragedia tenía que estar escrita en verso heroico-. La acción de la comedia, en cambio, pasaba del conflicto a la felicidad final, habitualmente con boda; la condición social de los personajes tenía que ser media o baja; el asunto no debía ser histórico sino inventado; la forma utilizada era la prosa como más afín a la lengua coloquial, aunque en España se admitía el verso.

  • Tragedias y comedias tenían que estructurarse, de acuerdo con Horacio, en cinco actos y mantener las tres unidades: lugar, tiempo y acción.

  • La finalidad de ambas, bien por medio del terror o de la risa es conseguir una enseñanza deleitable: mezclar, en frases de Horacio, lo útil con lo dulce.

2. La comedia nueva: rasgos característicos

 

Hacia 1606, Lope de Vega plasmó su experiencia en el Arte nuevo de hacer comedias de este tiempo, publicado en 1609. Compuesta en endecasílabos sueltos, esta obra no es tanto una preceptiva cuanto una serie de reflexiones sobre el estado de las comedias en su época y de c´mo le gustaría al propio autor que se compusieran. Y es, sobre todo, una defensa de la nueva comedia española frente a las críticas de los neoaristotélicos españoles y extranjeros.

Los aspectos más importantes del Arte nuevo son los siguientes:

  • El gusto. Se admite, o se concede, que los clásicos siguen mejor las reglas de composición dramática, pero cada época es distintas y, por consiguiente, los gustos del público varían y, tanto más, los del abigarrado público de los corrales.

  • Los personajes. No importa que aparezcan reyes enla comedia y, por lo tanto, se pueden mezclar personajes trágicos y cómicos.

  • Unidad de acción. Debe mantenerse, aunque Lope no siempre sigue ese precepto.

  • Unidad de tiempo. Puede no seguirse, si bien se recomienda que la acción transcurra en el menor tiempo posible.

  • Unidad de lugar. Puede, igualmente, no respetarse, aunque con ciertos procedimientos que disimulen o atenúen su ruptura.

  • Número de actos. La división será en tres actos de ocho hojas cada uno -unos tres mil versos-, lo que equivale a una duración de tres horas, con la loa, el entremés y el baile.

  • Métrica. Se ajusta a las situaciones, lo que le permite utilizar la tradición poética anterior, que ya había prefijado los géneros o subgéneros de las estrofas.

    Las décimas son buenas para quejas;

    el soneto está bien en los que aguardan;

    las relaciones piden los romances,

    aunque en octavas lucen por extremo.

    Son los tercetos para cosas graves

    y, para las de amor, las redondillas.

  • Finalidad. El fin de la comedia es provocar el deleite en el público:

    Como las paga el vulgo, es justo

        hablarle en necio para darle gusto.


  

3. LOS NUEVOS GÉNEROS

 

3.1 La tragicomedia

Hay obras que son tragedias en cuanto al desarrollo de la acción -de la felicidad a la desdicha-, pero no en cuanto a las demás reglas que se consideraban insoslayables en la tragedia. Cuando Lope escribe, por ejemplo, El castigo sin venganza y le pone el marbete de tragedia lo hace por el desarrollo de la acción, pero esa obra no se ajusta a la preceptiva clásica. Acaba, en efecto, en muerte, pero está salpicada de escenas cómicas, impensables en las tragedias clásicas. Lo mismo sucede con El caballero de Olmedo, con Fuenteovejuna y con Peribáñez. Estas dos últimas se cierran con un final feliz: la maldad es castigada y la virtud recompensada. En todos estos casos se trata de tragicomedia.

3.2 La comedia

 

Tampoco se ajustaba a las normas clásicas. Los protagonistas de la comedia nueva son habitualmente reyes, altos nobles y caballeros. Las obras son, en cuanto a los personajes, tragicomedias, pero comedias en cuanto al desenlace, que acaba en bodas, por lo general en tres: la de los protagonistas, la de los antagonistas y la de los criados.

 

  4. Los personajes

Puesto que las tragicomedias -en la acepción de tragedias “con muerte” en el desenlace- se basan en asuntos históricos, legendarios o míticos, sus personajes no se corresponden siempre con los de la comedia, pero no se da una división tajante.

La comedia, en general, se desarrolla en un ambiente contemporáneo, sin reyes, aunque puedan aparecer monarcas ficticios situados en una época y un lugar lejanos. La tipología es, sin embargo muy parecida en ambos géneros. Los personajes más frecuentes son los siguientes:

  • El rey, que en las tragicomedias impone la justicia final.

  • El galán, que reúne todas las virtudes. Suele ser joven.

  • La dama, de características semejantes a la del galán.

  • El antagonista, inferior al galán.

  • Los criados de los tres anteriores. Actúan de confidentes y son graciosos.).

  • El padre de la dama (la madre apenas aparece. En un padre ejemplar.

     

La figura del donaire

 

Una de las aportaciones principales de Lope de Vega en la creación de la figura del donaire o gracioso. Frente al bobo del teatro anterior, el gracioso se caracteriza por ser ingenioso y, con frecuencia, el inventor de la traza para que el galán consiga el amor de la dama. Es el amigo y confidente de aquél y, en la mayoría de las ocasiones, su contrapunto en el carácter. Si el galán vive en un mundo artificial, idealista, el gracioso se mueve en el de la realidad cotidiana y se preocupa más de los placeres corporales que de los espirituales.

 

 

Lope de Vega
Lope de Vega

5. Lope de Vega

 

  5.1 Vida

  1.  

Coetáneo de Shakespeare (1564-1616), el perfil biográfico de Félix Lope de Vega Carpio (1562-1635) resulta de sumo interés para el conocimiento de su obra, pues la conexión entre vida y poesía es más marcada en él que en otros escritores.

Retrato de Lope de Vega atribuido a Eugenio Cagés.

 

Nieto de orfebre e hijo de bordador, Lope, de formación más autodidacta que académica, tuvo como oficio el de secretario de la alta nobleza. En 1588, autor ya muy famoso, fue desterrado a Valencia por haber escrito unas sátiras contra su amada Elena Osorio (“Zaida”, “Filis”), su marido y su familia, que eran conocidos actores. El mismo año, tras raptarla, se casa con Isabel de Urbina (“Belisa”), con quien vive felizmente en Valencia durante el destierro. Viudo y ya en Madrid, volvió a casarse con Juana de Guardo en 1598, aunque mantenía relación con la actriz Micaela Luján (“Camila Luscinda”), con la que tuvo varios hijos. En 1614 se ordenó sacerdote tras la muerte de su mujer y de su hijo Carlos Félix. No obstante, desde 1616 vivió y tuvo una hija con Marta de Nevares (“Amarilis”, “Marcia Leonarda”, “Dorotea”, joven casada, que murió ciega y loca. Tres años después que ella falleció el poeta ejemplarmente, según relata su amigo Pérez de Montalbán en la biografía panegírica.

 

5.2 Obra lírica

 

Abordó Lope la práctica totalidad de los géneros literarios de su tiempo. Desde la épica, que tanto admiró, hasta el género epistolar. En todos fue realmente excepcional y, además, abundante, de manera especial en el dramático.

Fue Lope, desde muy joven, famosísimo poeta por sus romances, y sus sonetos. Los romances, en general biográficos, bajo seudónimos bien conocidos por el público (“Belardo”, “Zaide”, “Amarilis”, “Belisa”, etc.), circularon cantados o en antologías poéticas. Con Góngora, elevó la categoría literaria del género, al insertar en él la lengua poética del endecasílabo. Compuso numerosos poemas -en su mayoría sonetos- amorosos, sacros o burlescos que reunió en Rimas (1602), Rimas Sacras (1614) y Rimas humanas y divinas (1634), este último bajo el seudónimo de “Tomé de Burguillos”.

Su altísima calidad poética hizo posible que su teatro, escrito en variedad de estrofas alcanzara unas cimas líricas poco frecuentes. En sus comedias, junto a pasajes muy cultos, se hallan numerosos romances a imitación del romancero viejo. Esta atracción por los géneros populares se manifiesta, sobre todo, en el uso muy frecuente de cancioncillas tradicionales. A veces es imposible determinar si se trata de textos tradicionales o de recreaciones del propio autor.

Véase un ejemplo de un romance tardío en el que el ritmo fluido, andariego, se pliega perfectamente el contenido:

 

A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos.

¡No sé qué tiene la aldea
donde vivo y donde muero,
que con venir de mí mismo
no puedo venir más lejos!

Ni estoy bien ni mal conmigo;
mas dice mi entendimiento
que un hombre que todo es alma
está cautivo en su cuerpo.

 

 

El poema siguientes es un soneto, muy del gusto de Lope, en el que se desarrolla lo que él llamaba un “concepto”e trata de una definición de la ausencia, por contrarios, que no se descubre hasta el último verso.

 

 

Ir y quedarse, y con quedar partirse,
partir sin alma, y ir con alma ajena,
oír la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse;

arder como la vela y consumirse,
haciendo torres sobre tierna arena;
caer de un cielo, y ser demonio en pena,
y de serlo jamás arrepentirse;

hablar entre las mudas soledades,
pedir prestada sobre fe paciencia,
y lo que es temporal llamar eterno;

creer sospechas y negar verdades,

es lo que llaman en el mundo ausencia,

fuego en el alma, y en la vida de infierno.

 

 

5.3 Obra épica

 

Lope, que quería pasar a la fama por este prestigioso género, con modelos tan eximios como Homero, Virgilio, Ariosto y Tasso, compuso a lo largo de su nt numerosos poemas sobre todo tipo de asuntos, desde la imitación de Ariosto hasta la parodia. Los más importantes son La hermosura de Angélica, continuación del Orlando Furioso, de Ariosto; La Dragontea, que narra la derrota del pirata Drake; El Isidro, sobre la vida del patrono de Madrid; Jerusalén conquistada, imitación de la Jerusalén conquistada, imitación de la Jerusalén libertada, de Tasso; y La Gatomaquia, en las demás utiliza, como era lógico, la octava real.

 

5.4 Obra narrativa

 

En el siglo XVI, como se ha indicado aparecen o se aclimatan diversos géneros narrativos. Lope desechó los libros de caballerías -que sustituyó por los poemas épicos- y la picaresca -que dejó numerosas huellas en su teatro-. En cambio, se sintió atraído por los géneros más prestigiosos, como la novela pastoril y la de aventuras o bizantina, y también por las novelas cortas, propiamente lo que en la época se conocía como “novelas”, que se comenzaban a poner de moda. Son obras destacadas la La Arcadia, novela pastoril: El peregrino en su patria, bizantina; Pastores de velas a Marcia Leonarda, interesentísimas novelas cortas en las que Lopearta de Nevares-, con agudas observaciones sobre la creación literaria.

 

  5.5 Obra dramática

Sólo con las bras anteriores Lope habría ocupado un lugar de primer rango en la tradición literaria. Pero su fama se cimenta, sobre todo, en el género dramático, donde llevó a cabo importantes innovaciones en contra de la tradición clásica y de sus seguidores renacentistas.

Los testimonios de la fama de Lope son numerosísimos, hasta el punto de que se utilizó la frase “es de Lope” para ponderar un objeto de alto valor. Un estudiante italiano, que vivió en Salamanca durante cuatro años, anotó las comedias que vio durante su estancia: la media es de unas cincuenta por año, la inmensa mayoría de Lope de Vega, Y, en efecto, se conservan cerca de cuatrocientas comedias de las mil quinientas que se dice llegó a componer.

La Biblia, la mitología, la historia, nacional o extranjera, leyendas, novelas, romances y canciones tradicionales -por las que Lope siente particular predilección- son las fuentes habituales de sus asuntos dramáticos. El amor y el honor son los motivos centrales en el desarrollo de la acción.

Un grupo de comedias destaca por la presencia en escena de labradores ricos que, a veces, se enfrentan aun comendador en defensa de su honra. Las más conocidas son Peribáñez, Fuenteovejuna y El villano en su rincón. A pesar de algunas escenas cómicas que rompen la tensión trágica, son muy cercanas en espíritu a la tragedia clásica El caballero de Olmedo y El castigo sin venganza. De entre las comedias sobresalen Los locos de Valencia, La dama boba, Las bizarrías de Belisa y El perro del hortelano.

 

Peribáñez y el comendador de Ocaña. Un joven comendador se enamora de Casilda, recién casada con Peribáñez, campesino rico. El comendador intenta violar a Casilda y Peribáñez le mata. Finalmente el campesino es perdonado por los reyes. Probablemente, la obra se basaba en un hecho histórico que circulaba en canciones.

 

 

Fuenteovejuna. Se basa en un suceso histórico que dio lugar al refrán “Fuenteovejuna, todos una”. En 1476, ante los abusos del comendador Fernán Gómez, todo el pueblo de Fuenteovejuna se elvantó contra él y lo mató atrozmente. Al no poder encontrar un culpable, porque en el interrogatorio todos contestaron que había sido Fuenteovejuna (“¿Quién mató al comendador?/ Fuenteovejuna, señor”), el Rey decidió no concluir la causa.

 

El caballero de Olmedo. Relata el proceso amoroso de doña Inés, una dama de Medina, y de don Alonso, caballero de olmedo. La obra acaba trágicamente con el asesinato de don Alonso, llevado a cabo por el rival amoroso. El suceso es histórico y dio lugar a una famosa canción (“Que de noche le mataron/al caballero, /la gala de Medina, /la flor de Olmedo”), muy importante para la génesis de la obra.

 

La Dorotea

 

Ya anciano, Lope compuso una de sus as más extraordinarias. La Dorotea. Se ata de una o compuesta en prosa en cinco actos para ser leída, al igual que La Celestina, en la que se inspira. Lope rememora en ella los amores juveniles con Elena Osorio, bajo los seudónimos de “Fernando” y “Dorotea”. En pocas ocasiones se ha fusionado de tal manera vida y literatura.


5.6 Estilo

Lope defendió siempre una lengua literaria que se ajustara a los temas y los géneros, según fueran pasajes épicos, líricos o dramáticos, esto es, un estilo sublime, medio o bajo respectivamente, de acuerdo con la teoría de los estilos, aunque en el teatro, según los personajes y la situación, se utilizan todos. En sus polémicas con los culteranos -Góngora decía de el “con razón Vega por lo siempre llano”-, atacó desde una estética más renacentista la oscuridad motivada por la acumulación de metáforas, de cultismos y de construcciones latinizantes. La claridad que defendió Lope es, sin embargo, de raíces cultas, tanto en la lengua como en el sutil uso de los “conceptos”.

 

 

Calderón de la Barca
Calderón de la Barca

 

6. Calderón

6.1 Vida

Pedro Calderón de la Barca (1600-1681), hijo de un alto funcionario de la hacienda Real, estudió en el Colegio Imperial de los jesuitas y en las Universidades de Alcalá y Salamanca, donde alcanzó el título de bachiller en Cánones. Sin embargo, abandonó la carrera eclesiástica para dedicarse a las armas y a las letras. En 1623 estrena ya su primera comedia, Amor, honor y poder. Como militar participó en la guerra de Cataluña (1640), donde fue herido, y en el sitio de Lérida. A los cincuenta años ingresó en la orden franciscana, fue capellán en la catedral de Toledo y, desde 1663, capellán de honor del rey. A los ochenta años todavía compuso su última comedia: Hado y divisa de Leónido y Fenisa.

   6.2 Obra

Fue Calderón autor muy prolífico, sin llegar a la desmesura de Lope de Vega. Compuso unas ciento veinte comedias y cerca de un centenar de autos sacramentales.

Las comedias se suelen clasificar en comedias de capa y espada y aparato.

 

  • Comedias de capa y espada. Son comedias de enredos amorosos, con muy frecuentes equívocos que dan lugar a celos y, por consiguiente, a enfrentamientos de espada, y con una amplia intervención de graciosos y de amas discretas. Las más conocidas son Casa con dos puertas mala es de guardar y La dama duende.

  • Comedias de aparato. Son piezas compuestas, en general, a partir de 1634, cuando se construyó el Teatro del Buen Retiro de gran aparato escénico, que admiraba a los espectadores. Acostumbran a estar acompañadas de canto y baile y suelen utilizar argumentos mitológicos. En el mito de Psiquis y Cupido se basa Ni Amor se libra de amor; en el de Hércules, Fieras afemina amor; y en el de Pigmalión, La fiera, el rayo y la piedra. Algunas obras de este grupo son totalmente musicales, como La púrpura de la rosa.

 

Los dramas se clasifican en religiosos, trágicos o de honor y filosóficos.

 

  • Dramas religiosos. Los más importantes son El príncipe constante y El mágico prodigioso. Gustaron mucho a los románticos, el duque de Rivas intentó una imitación de éste último en El desengaño de un sueño sin demasiado éxito. 

  • Dramas de honor. Los más celebrados son El médico de su honra, El alcalde de Zalamea y El pintor de su deshonra. Se plantea en estos dramas un problema de honra irresoluble o dilemático.

a) En El médico de su honra, don Guitierre debería venga su deshonra en el infante don Enrique, hermano del rey don Pedro el Cruel. Al no poder hacerlo, recurre a un médico para que desangre a su mujer. El rey, después, lo casa con otra dama de la corte y a la pregunta de don Gutierre de qué hará si ocurre lo mismo, el rey le responde: “Volverás a ser/ el médico de tu honra”.

b) En El alcalde de Zalamea, refundición de la obra de Lope del mismo título, plantea el problema de la violación de la hija del alcalde, Pedro Crespo, por un capitán que está reclutando levas en los pueblos. Pedro Crespo, como alcalde, lo justificará.

  • Dramas filosóficos. El más célebre, y con razón es La vida es sueño, en el que plantea numerosas cuestiones existenciales, políticas y sociales. Está excelentemente construido y todos los personajes se enfrentan a situaciones dilemáticas, lo que genera personalidades en conflicto continuo entre la razón y el sentimiento.

Basilio, rey de Polonia, astrólogo, ha leído que su hijo Segismundo le hará postrarse a sus pies y lo derrocará. Para evitar que se cumpla el augurio encierra a su hijo en una torre entre montañas, donde sólo su hayo Clotaldo tiene acceso. Ya adulto, llegan de improviso a la torre Rosaura, que va vestida de hombre, y su criado Clarín. Aquí comienza la obra. El rey decide probar a Segismundo y con un somnífero lo hace llevar a palacio, donde Segismundo, considerado por todos como el príncipe, se comporta con gran soberbia. El rey decide volverlo de nuevo a la torre. Entre tanto, se sabe que Rosaura, que resulta ser hija de Clotaldo, ha venido a Polonia para vengarse de su deshonra, pertrechada por Astolfo, sobrino de Basilio y heredero del trono, que está prometido con su prima Estrella. El pueblo, enterado de la prisión de su príncipe natural, se rebela y, tras una batalla, el rey Basilio es vencido. En efecto, está postrado a los pies de su hijo para recibir el castigo, pero Segismundo, que ha aprendido a dudar de la realidad (“Toda la vida es sueño y aún en sueños no se pierde hacer bien"), le perdona. Y dominando sus pasiones casa a Rosaura, de quien estaba enamorado, con Astolfo y él mismo lo hará con Estrella.

 

Autos sacramentales

El origen dramático de los autos está, como se ha indicado, en la representaciones medievales del Corpus. Se siguieron representando en carros, naturalmente con espléndidas decoraciones conforme avanza el siglo XVII. Las diferencias con estos autos del siglo XVI radican en dos aspectos: el tema y la construcción dramática.

Los argumentos pueden ser muy variados, pero siempre alegóricos, y explican, a veces con complicadísima teología, el tema esencial: la Eucaristía. La construcción dramática de estas piezas en un acto es, además, distinta, porque se acudió a los personajes de la comedia y sus situaciones. El antagonista, naturalmente es el demonio.

Calderón acudió a la mitología, a la Biblia, a la historia, a la leyenda, etc. Los más famosos son los propiamente filosóficos, como El gran teatro del mundo y El gran mercado del mundo.

 

Lope de Vega: Peribáñez y el comendador de Ocaña

 

BARTOLO:          El Comendador de Ocaña,                  
                  mueso señor generoso,
                  en un bayo que cubrían
                  moscas negras pecho y lomo,
                  mostrando por un bozal
                  de plata el rostro fogoso,                
                  y lavando en blanca espuma
                  un tafetán verde y rojo,
                  pasaba la calle acaso,
                  y viendo correr el toro,
                  caló la gorra y sacó              
                  de la capa el brazo airoso.
                  Vibró la vara, y las piernas
                  puso al bayo, que era un corzo
                  y al batir los acicates,
                  revolviendo el vulgo loco,                
                  trabó la soga al caballo
                  y cayó en medio de todos.
                  Tan grande fue la caída,
                  que es el peligro forzoso.
                  Pero ¿qué os cuento, si aquí           
                  le trae la gente en hombros?
 
El COMENDADOR entre algunos labradores; dos lacayos de
librea, MARÍN y LUJÁN;
borceguíes, capa y gorra
 
 
SANCHO:              Aquí estaba el licenciado
                  y lo podrán absolver.
INÉS:             Pienso que se fue a esconder.
PERlBANEZ:        Sube, Bartolo, al terrado.             
BARTOLO:             Voy a buscarle.      
 
Vase
 
                
PERlBANEZ:                         Camina.
LUJÁN:            Por silla vamos los dos
                  en que llevarle, si Dios
                  llevársele determina.
MARÍN:               Vamos, Luján, que sospecho            
                  que es muerto el Comendador.
LUJÁN:            El corazón de temor
                  me va saltando en el pecho.         
 
Se van
 
                
CASlLDA:             Id vos, porque me parece,
                  Pedro, que algo vuelve en sí,            
                  y traed agua.
PERIBÁÑEZ:                     Si aquí
                  el Comendador muriese,
                     no vivo más en Ocaña.
                  ¡Maldita la fiesta sea!
 
Vanse todos. Queden CASILDA y el COMENDADOR en una
silla, y ella tomándole las manos
 
 
CASILDA:          ¡Oh qué mal el mal se emplea           
                  en quien es la flor de España!
                     ¡Ah gallardo caballero!
                  ¡Ah valiente lidiador!
                  ¿Sois vos quien daba temor
                  con ese desnudo acero                     
                     a los moros de Granada?
                  ¿Sois vos quien tantos mató?
                  ¡Una soga derribó
                  a quien no pudo su espada!
                     Con soga os hiere la muerte;           
                  mas será por ser ladrón
                  de la gloria y opinión
                  de tanto capitán fuerte.
                     ¡Ah señor Comendador!
COMENDADOR:       ¿Quién llama? ¿Quién está aquí?    
CASILDA:          ¡Albricias, que habló!
COMENDADOR:                             ¡Ay de mí!
                  ¿Quién eres?
CASILDA:                       Yo soy, señor.
                     No os aflijáis, que no estáis
                  donde no os desean más bien
                  que vos mismo, aunque también            
                  quejas, mi senor, tengáis
                     de haber corrido aquel toro.
                  Haced cuenta que esta casa
                  aunque es vuestra hoy.
COMENDADOR:                             ¡Pasa
                  todo el humano tesoro!                    
                     Estuve muerto en el suelo,
                  y como ya lo creí,
                  cuando los ojos abrí,
                  pensé que estaba en el cielo.
                     Desengañadme, por Dios,               
                  que es justo pensar que sea
                  cielo donde un hombre vea
                  que hay ángeles como vos.
CASILDA:             Antes por vuestras razones
                  podría yo presumir                        
                  que estáis cerca de morir.
COMENDADOR:       ¿Cómo?
CASILDA:                Porque veis visiones.
                     Y advierta vueseñoría
                  que, si es agradecimiento
                  de hallarse en el aposento                
                  desta humilde casa mía,
                     de hoy solamente lo es.
COMENDADOR:       ¿Sois la novia, por ventura?
CASILDA:          No por ventura, si dura
                  y crece este mal después,                
                    venido por mi ocasión.
COMENDADOR:       ¿Que vos estáis ya casada?
CASILDA:          Casada y bien empleada.
COMENDADOR:       Pocas hermosas lo son.
CASILDA:             Pues por eso he yo tenido              
                  la ventura de la fea.
COMENDADOR:       (¡Que un tosco villano sea    Aparte
                  desta hermosura marido!)
                     ¿Vuestro nombre?
CASILDA:                            Con perdón,
                  Casilda, señor, me nombro.              
COMENDADOR:       (De ver su traje me asombro    Aparte
                  y su rara perfección:
                     diamante en plomo engastado.)
                  ¡Dichoso el hombre mil veces
                  a quien tu hermosura ofreces!

ACTIVIDADES
1. Resume el texto e indica en cuántas partes puede dividirse.
2. ¿Qué rasgos populares encuentras en el texto? ¿Están idealizados los personajes populares? 
3. ¿Qué métrica se utiliza? ¿Corresponde a los que Lope indica en el Arte Nuevo?
4. ¿Cómo son los caracteres de los personajes?
5. ¿Crees que aquí ya se plantea el conflicto del honor? Razona tu respuesta. 

Calderón de la Barca: La vida es sueño

ACTO PRIMERO
 
                   [En las montañas de Polonia]
Salen en lo alto de un monte ROSAURA, en hábito de hombre, de
camino, y en representado los primeros versos va bajando
ROSAURA:      Hipogrifo violento
           que corriste parejas con el viento,
           ¿dónde, rayo sin llama,
           pájaro sin matiz, pez sin escama,
           y bruto sin instinto
           natural, al confuso laberinto
           de esas desnudas peñas
           te desbocas, te arrastras y despeñas?
           Quédate en este monte,
           donde tengan los brutos su Faetonte;
           que yo, sin más camino
           que el que me dan las leyes del destino,
           ciega y desesperada
           bajaré la cabeza enmarañada
           de este monte eminente,
           que arruga al sol el ceño de su frente.
           Mal, Polonia, recibes
           a un extranjero, pues con sangre escribes
           su entrada en tus arenas,
           y apenas llega, cuando llega a penas;
           bien mi suerte lo dice;
           mas ¿dónde halló piedad un infelice?
                         Sale CLARÍN, gracioso
CLARÍN:    Di dos, y no me dejes
           en la posada a mí cuando te quejes;
           que si dos hemos sido
           los que de nuestra patria hemos salido
           a probar aventuras,
           dos los que entre desdichas y locuras
           aquí habemos llegado,
           y dos los que del monte hemos rodado,
           ¿no es razón que yo sienta
           meterme en el pesar, y no en la cuenta?
ROSAURA:   No quise darte parte
           en mis quejas, Clarín, por no quitarte,
           llorando tu desvelo,
           el derecho que tienes al consuelo.
           Que tanto gusto había
           en quejarse, un filósofo decía,
           que, a trueco de quejarse,
           habían las desdichas de buscarse.
CLARÍN:    El filósofo era
           un borracho barbón; ¡oh, quién le diera
           más de mil bofetadas!
           Quejárase después de muy bien dadas.
           Mas ¿qué haremos, señora,
           a pie, solos, perdidos y a esta hora
           en un desierto monte,
           cuando se parte el sol a otro horizonte?
ROSAURA:   ¿Quién ha visto sucesos tan extraños!
           Mas si la vista no padece engaños
           que hace la fantasía,
           a la medrosa luz que aun tiene el día,
           me parece que veo
           un edificio.
CLARÍN:                O miente mi deseo,
           o termino las señas.
ROSAURA:   Rústico nace entre desnudas peñas
           un palacio tan breve
           que el sol apenas a mirar se atreve;
           con tan rudo artificio
           la arquitectura está de su edificio,
           que parece, a las plantas
           de tantas rocas y de peñas tantas
           que al sol tocan la lumbre,
           peñasco que ha rodado de la cumbre.
CLARÍN:    Vámonos acercando;
           que éste es mucho mirar, señora, cuando
           es mejor que la gente
           que habita en ella, generosamente
           nos admita.
ROSAURA:                La puerta
           --mejor diré funesta boca--abierta
           está, y desde su centro
           nace la noche, pues la engendra dentro.
                        Suena ruido de cadenas
CLARÍN:    ¿Qué es lo que escucho, cielo!
ROSAURA:   Inmóvil bulto soy de fuego y hielo.
CLARÍN:    ¿Cadenita hay que suena?
           Mátenme, si no es galeote en pena.
           Bien mi temor lo dice.
                           Dentro SEGISMUNDO
SEGISMUNDO:¡Ay, mísero de mí, y ay infelice!
ROSAURA:   ¡Qué triste vos escucho!
           Con nuevas penas y tormentos lucho.
CLARÍN:    Yo con nuevos temores.
ROSAURA:   Clarín...
CLARÍN:             ¿Señora...?
ROSAURA:                     Huyamos los rigores
           de esta encantada torre.
CLARÍN:                       Yo aún no tengo
           ánimo de huír, cuando a eso vengo.
ROSAURA:   ¿No es breve luz aquella
           caduca exhalación, pálida estrella,
           que en trémulos desmayos
           pulsando ardores y latiendo rayos,
           hace más tenebrosa
           la obscura habitación con luz dudosa?
           Sí, pues a sus reflejos
           puedo determinar, aunque de lejos,
           una prisión obscura;
           que es de un vivo cadáver sepultura.

ACTIVIDADES

  1. ¿Quién es Faetón y por qué se menciona aquí?

  2. Resume brevemente el texto.

  3. ¿Qué tipo de métrica utiliza el autor? ¿Crees que tiene relación con el contenido?

  4. Analiza el estilo del primer parlamento de Rosaura.

  5. ¿Con qué género narrativo de la época entronca esta escena?

  6. ¿Cómo son los caracteres de Rosaura y Clarín? Contrástalos.